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Elecciones en Pakistán: la mano de Londres alcanza el botón nuclear islámico. Análisis

Elecciones en Pakistán: la mano de Londres alcanza el botón nuclear islámico. Análisis

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
lunes 05 de febrero de 2024, 21:00h
Leonid Savin
El 8 de febrero se celebrarán elecciones parlamentarias en Pakistán, país oficialmente miembro del "club nuclear". Las elecciones tendrán lugar con el telón de fondo de una prolongada crisis política derivada de la destitución del primer ministro pakistaní Imran Khan y su posterior detención por cargos dudosos en la primavera de Al mismo tiempo, el ex primer ministro Nawaz Sharif, condenado anteriormente por corrupción, ha regresado de Londres y vuelve a estar al frente del partido Liga Musulmana-N.
La letra "N" corresponde al nombre de Nawaz Sharif, ya que el partido se dividió en dos facciones en los años 90 y se utilizaron los nombres de sus líderes para distinguirlas. A juzgar por el hecho de que los militares permitieron a Sharif regresar al país y el tribunal le absolvió de los cargos y le permitió concurrir a las elecciones, se llegó a un acuerdo sobre su futura carrera política.
Pero la Liga Musulmana-N ha perdido su antigua popularidad. Hay problemas dentro de la organización y se critica públicamente el ascenso de Sharifs de sus familiares a puestos gubernamentales. No obstante, el establishment espera que Nawaz Sharif sea el próximo jefe de gobierno.
Quién es elegido y quién participa
Además de los miembros de la Asamblea Nacional y del Senado (el país tiene un parlamento bicameral), se elegirán representantes para las legislaturas de las cuatro provincias que componen el Pakistán federal.
La Asamblea cuenta con 336 escaños, la mayoría de los cuales (266 diputados) representan a los sujetos de la Federación: Punjab (141 diputados), Sindh (61), Khyber Pakhtunkhwa (45), Baluchistán (16) y, por separado, la región capital de Islamabad (3). Otros 10 escaños se distribuyen entre las minorías religiosas (cristianos, hindúes, sijs, budistas y paganos) y 60 son cuota para las mujeres.
El Punjab se considera la provincia más importante por su densa población, por lo que ya se está regateando entre los partidos, y el clan Sharif espera al menos hacerse con la asamblea provincial.
La intriga electoral no termina con el regreso de Nawaz Sharif.
Políticamente, Pakistán es una tumultuosa mezcla de neofeudalismo, estructuras de clanes, solidaridad étnica y diversas tendencias musulmanas (desde el islamismo radical al sufismo tradicional). Todo ello se plasma en los partidos políticos de una forma peculiar. En las elecciones de 2018, llegaron a la Asamblea representantes de 12 partidos y 13 independientes de una lista de unos 40 partidos.
En Baluchistán, el Partido Popular del clan familiar Bhutto-Zardari está tradicionalmente representado. Punjab está gobernado por la familia Sharif con su "Liga Musulmana-N" (con sede en Lahore, la capital cultural del país).
En Khyber Pakhtunkhwa, el "Movimiento por la Justicia" de Imran Khan se ha hecho popular recientemente (el factor étnico pastún desempeña aquí un papel importante), pero el Partido Nacional Awami también es activo allí. La radical Jamaat-i Islami (una organización cuyas actividades están prohibidas en la Federación Rusa) también tiene una posición fuerte, ya que muchos partidarios de puntos de vista similares viven en Waziristán.
"La Liga Musulmana-K está intentando ganar algunos escaños en el Punjab. Hay una serie de partidos más pequeños que pueden tener posiciones fuertes a nivel provincial pero que están perdiendo terreno frente a los pesos pesados a nivel nacional.
Detrás de todo esto está el establishment, que decide a quién apoyar y a quién condenar al ostracismo. Los guardianes del Estado han sido tradicionalmente los militares. Occidente les presiona para que democraticen el sistema político. Los militares fingen hacer concesiones y aplicar reformas democráticas.
Persecución del ex primer ministro y su partido
Dado que el "Movimiento por la Justicia" del detenido ex primer ministro Imran Khan está siendo activamente apartado del juego de diversas formas, desde detenciones hasta requerimientos judiciales, existen dos opciones para la situación general.
En el primer escenario, algunos políticos del equipo de Khan tendrán acceso al proceso electoral para desahogarse y mostrar una apariencia de resultados objetivos. Y entonces todo dependerá de si los representantes del movimiento aceptan tal compromiso.
La segunda opción es limitar al máximo su participación para marginar a los partidarios de Khan en todo el país. En este caso existe el riesgo de que se produzcan desobediencia social y disturbios, si no en la propia Islamabad, sí en otros lugares, especialmente en Peshawar.
El núcleo del electorado del Movimiento por la Justicia es la juventud activa, prácticamente excluida de los ascensores sociales y crítica con el establishment y la posible reelección de Nawaz Sharif. Dado que Imran Khan es conocido como un feroz luchador contra la corrupción, la represión de su partido se percibe como un retroceso a una dictadura militar con una fachada de viejos clanes ya conocidos por numerosos escándalos.
Anteriormente, un tribunal prohibió el uso de la simbología del "Movimiento por la Justicia" en forma de murciélago. Por este motivo, los candidatos del movimiento solicitaron presentarse como independientes con sus propios símbolos.
En estas circunstancias, la dirección del partido intenta conseguir la disciplina y la coordinación necesarias de sus miembros, mientras que el establishment apuesta por atomizar el partido y hacer un seguimiento de cada uno de los candidatos del pasado para desacreditar y destruir finalmente el "Movimiento" de Khan.
Imran Khan promete desde la cárcel a sus oponentes del establishment y de los partidos políticos una "buena sacudida" el día de los comicios. En general, califica lo que les ha ocurrido a él y a su partido de "plan de Londres". Considera que todas las acciones de la Comisión Electoral de Pakistán, la policía y la Agencia Federal de Investigación desde el momento de su detención forman parte de una conspiración contra él y su partido.
"Se está secuestrando y torturando a la gente y, si no acceden, acaban en la UCI", declaró recientemente. Anteriormente, Khan había culpado a EE.UU. de su destitución, ya que había recibido amenazas a través del embajador de Pakistán en ese país.
Cabe recordar que Imran Khan se encontraba de visita oficial en Moscú el día en que comenzó la operación especial en Ucrania, el 24 de febrero de 2022. No canceló las reuniones y no condenó las acciones de Rusia ni siquiera a su regreso a Pakistán, aunque los embajadores de los países occidentales le exigieron que lo hiciera.
La esposa de Imran Khan, Bushra Bibi, también está siendo deshonrada y su ex marido la ha demandado por violar supuestamente las normas de la sharia relacionadas con el periodo antes de volver a casarse. Además, incluso el ex ministro del Interior Sheikh Rashid fue detenido el 16 de enero en el caso de los pogromos que estallaron en protesta por la detención de Imran Khan.
Factores externos
La campaña electoral no podía sino verse afectada por el ataque con misiles iraníes contra el presunto cuartel general de los terroristas en Baluchistán el 17 de enero. Dos niños murieron y varios otros resultaron heridos, según declaró la parte pakistaní. Islamabad retiró a su embajador de Irán y a continuación llevó a cabo una respuesta simétrica.
La sutileza, sin embargo, es que los separatistas baluchis suponen una amenaza tanto para Pakistán como para Irán, donde figuran en la lista de organizaciones terroristas. Se sabe que cuentan con apoyo occidental y que el movimiento Jandallah fue supervisado por la CIA. Esto podría servir como ejemplo perfecto de fuerzas externas que provocan el conflicto entre dos países.
En Pakistán también abundan otros problemas
En primer lugar, la actividad de los talibanes pakistaníes (una organización cuyas actividades están prohibidas en Rusia), que es una "rama" del movimiento afgano. Pakistán intenta presionar a los talibanes afganos (organización prohibida en Rusia) para que tomen medidas significativas contra su rama pakistaní. Pero no lo ha conseguido, y el pasado octubre Pakistán decidió deportar a todos los afganos que no tuvieran la documentación adecuada. Hay dos millones de ellos en el país, y a estas alturas varios cientos de miles ya se han marchado.
Pakistán también tiene graves problemas con la inflación y la deuda externa.
El FMI concedió otro préstamo para pagar la deuda, pero exigió recortes en las ayudas sociales y reformas estructurales. Esto ha provocado una subida de los precios del gas y la electricidad. La población se empobreció considerablemente en 2023, lo que contribuyó a las tensiones sociales.
Cabe señalar que Pakistán figura en la lista de países amigos de Rusia.
Aunque en los últimos años no se ha observado una especial intensificación de las relaciones económicas, políticas y científico-culturales. La principal esfera de presencia rusa en Pakistán es la industria del gas y la metalurgia (una planta en Karachi, construida en la época soviética).
Los principales proyectos de infraestructuras y de tecnologías de la información están supervisados desde hace tiempo por China, que es el principal donante del país. El Corredor Económico China-Pakistán con el puerto de aguas profundas de Gwadar es un proyecto clave de la Iniciativa china "Belt and Road". China también está ayudando con diversos préstamos y productos. Y para Pakistán, esta cooperación también es importante por la necesidad de contener a India, con la que mantiene una disputa territorial por Cachemira.
Por cierto, si Nawaz Sharif se convierte en primer ministro, es poco probable que las relaciones con Rusia se vean afectadas a peor.
Estuvo en Rusia para la cumbre de la OCS y los BRICS en Ufa en 2015, cuando Pakistán fue admitido en la OCS. Además, independientemente de quién esté en el poder, China también mantendrá su posición. Es probable que los intereses de los principales socios de Pakistán, Turquía y Arabia Saudí, tampoco se resientan.
Pero si se producirá un mayor enfriamiento de las relaciones con Occidente, como ocurrió bajo el mandato de Imran Khan, es una gran incógnita. Nawaz Sharif es conocido por sus vínculos con los británicos, y es poco probable que Londres pierda la oportunidad de ejercer influencia a través de su hombre.
Desafíos futuros para el próximo gobierno en Pakistán
Pakistán celebrará elecciones generales el 8 de febrero de 2024. Tras la inestabilidad política interna en el país y los acontecimientos geopolíticos regionales y globales, estas elecciones tienen una importancia fundamental. Los resultados de estas elecciones tendrán grandes consecuencias para el futuro de Pakistán. Aunque los resultados de las elecciones son muy predecibles, el próximo gobierno tendrá que afrontar formidables desafíos por delante.
Debido al caos político en el país y al supuesto papel del establishment en el proceso electoral, el principal desafío que tendrá que enfrentar el próximo gobierno será su credibilidad. La percepción común en el país es que el PML(N) obtendrá la victoria en las próximas elecciones. Los acontecimientos que se desarrollan en el país también respaldan esta percepción. Cualquier configuración, contraria a la voluntad popular, tendrá dificultades para sobrevivir en el país. Esto conducirá a una mayor decadencia de los valores democráticos en el país. El entorno político interno también se volverá más volátil. En consecuencia, también se fortalecerá el papel de las fuerzas no democráticas en el país.
Además, el aumento de la pobreza es otro desafío importante que pondrá a prueba las capacidades del próximo gobierno de Pakistán. La tasa de pobreza en el país ha subido a un nuevo cenit. Según el Banco Mundial, casi 95 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza, lo que hace que la tasa de pobreza alcance el 39,4 por ciento en Pakistán. Además, la tasa de desempleo también ha alcanzado el 8,5 por ciento en el país, según la Organización Internacional del Trabajo. Esto ha aumentado una enorme fuga de cerebros del país. Más de 800.000 jóvenes paquistaníes capacitados y educados se trasladaron al extranjero en busca de empleo. Según un economista de Islamabad, una enorme proporción del 67 por ciento de los jóvenes busca mudarse al extranjero en busca de un futuro mejor. La pobreza es la causa subyacente más importante de todos estos problemas. El próximo gobierno del país tendrá que abordar esta cuestión de forma inmediata.
Pakistán está atravesando la peor crisis económica de su historia. En diciembre de 2023, la tasa de inflación en el país alcanzó el 29,70 por ciento. Casi 1.600 fábricas de ropa en Pakistán han cesado sus operaciones, dejando a casi 700.000 trabajadores desempleados. El cierre de estas fábricas también ha afectado al sector exportador del país, ya que aporta el 60 por ciento de sus exportaciones. Las inundaciones inducidas por el clima también provocaron una pérdida de casi 30 mil millones de dólares para Pakistán, según el Banco Mundial. Además, en octubre de 2023, el déficit por cuenta corriente del país alcanzó la colosal cantidad de 74 millones de dólares, según el Banco Estatal de Pakistán. El nuevo gobierno del país tendrá dificultades para hacer frente a las necesidades económicas del país. Al igual que los gobiernos anteriores, tendrá que pedir préstamos al FMI y a países amigos para llevar a cabo sus operaciones. Sin embargo, el gobierno enfrentará una presión significativa de los partidos de oposición y del pueblo del país para diseñar políticas efectivas para enfrentar esta crisis económica de una vez por todas.
El terrorismo ha vuelto a surgir en Pakistán en los últimos años. El volátil entorno político interno y el ascenso del gobierno talibán en el vecino Afganistán son las dos razones principales detrás del aumento del terrorismo en el país. En 2023 se llevaron a cabo en Pakistán más de 664 ataques terroristas, incluidos 29 ataques suicidas, que mataron a casi 1.000 personas en conjunto. El año anterior, el país enfrentó el mayor número de ataques suicidas desde 2014. Esta nueva ola de terrorismo tuvo varias ramificaciones negativas. El terrorismo conduce a una disminución de la inversión extranjera directa en un país. Muchos de los ataques terroristas se llevaron a cabo contra ingenieros chinos que trabajaban en el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC). Esto también ha provocado que el avance del proyecto se ralentice. Los funcionarios paquistaníes han culpado a TTP, BLA y RAW por estos ataques. Además, los funcionarios de Pakistán culpan al gobierno talibán de Afganistán de proporcionar refugio seguro a diferentes organizaciones terroristas, especialmente al TTP y al BLA. Las relaciones entre los gobiernos pakistaníes y afganos se han vuelto amargas por la cuestión del terrorismo.
El terrorismo será uno de los principales problemas que tendrá que afrontar el nuevo gobierno. Reparar las relaciones entre Pakistán y el gobierno talibán en Afganistán es una cuestión de gran importancia. El nuevo gobierno necesitará establecer relaciones cordiales con el gobierno talibán y al mismo tiempo mantener seguros los intereses de Pakistán. Además, el gobierno tendrá que tomar medidas decisivas contra las organizaciones terroristas que operan desde zonas remotas del país.
En el frente internacional, el gobierno enfrentará dificultades para equilibrar las relaciones entre Estados Unidos y China, dadas sus necesidades económicas y su ubicación geoestratégica. Durante los últimos años, Pakistán ha tratado de permanecer neutral en la rivalidad entre las grandes potencias. Sin embargo, el país depende en gran medida de instituciones occidentales como el FMI y el Banco Mundial debido a sus necesidades económicas. Por ello, busca vínculos más estrechos con Estados Unidos. Sin embargo, la creciente asociación entre Estados Unidos e India ha inculcado un sentimiento de inseguridad entre los responsables políticos de Pakistán. Esto los obliga a mantener relaciones sanas con China y Rusia para satisfacer las necesidades de seguridad del país. El próximo gobierno seguirá luchando por equilibrar sus relaciones con Estados Unidos y China. También tendrá que renovar la imagen de Pakistán en Medio Oriente, especialmente en el Golfo, dada la creciente influencia de la India en el CCG. Sin embargo, el gobierno tendrá dificultades para sobrevivir en casa, ya que la agitación política en Pakistán no parece terminar pronto.
* observador político y analista de investigación de cuestiones geopolíticas regionales y globales.
Colaboración de Irán y Pakistán, imperativo geopolítico
Xavier Villar
En respuesta, el 18 de enero, el ejército paquistaní llevó a cabo lo que describió como ataques militares “altamente coordinados” contra “escondites de grupos armados en la provincia de Sistán y Baluchistán en Irán”.
Desde la perspectiva iraní, la acción contra Yeish al-Adl se enmarca en la necesidad de asegurar su frontera con Pakistán y eliminar a un grupo que ha perpetrado repetidos ataques contra miembros de las fuerzas de seguridad, personal judicial e integrantes del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán.
El grupo, creado en 2012 después de la desmantelación de otro grupo terrorista llamado Yundolá, se atribuyó la responsabilidad de un ataque a una comisaría en la provincia fronteriza con Pakistán en diciembre de 2023, que resultó en el martirio de 11 agentes de policía. Por otro lado, según fuentes de inteligencia iraníes, el grupo recibe respaldo financiero y militar por parte del régimen israelí.
Debido a los ataques en ambos lados de la frontera, ha habido especulaciones que apuntan a la falta de coordinación entre ambos países. De manera similar, estos ataques han sido utilizados para acusar a la República Islámica de cometer un error en términos geopolíticos. Desde la perspectiva de Irán, por otro lado, se entiende que la operación contra Yeish al-Adl fue una respuesta razonable en términos geopolíticos debido a la necesidad apremiante de asegurar su frontera con Pakistán y, en particular, de desmantelar al grupo takfirí. El takfirismo es el nombre dado dentro de la tradición política islámica a aquellos grupos que, basados en su visión exclusivista y rigorista, excomulgan a otros musulmanes, considerándolos apóstatas, y justifican la violencia contra ellos.
En relación con la racionalidad de la República Islámica, es importante recordar que, como señaló la agencia estatal de noticias IRNA, en los días anteriores al incidente, el embajador de facto de Irán en Afganistán, Hasan Kazemi Qomi, visitó Islamabad para encontrarse con líderes políticos pakistaníes. Esto ha sido interpretado como una posible oportunidad para coordinarse.
Tampoco se puede pasar por alto la aparición de voces en Pakistán que acusan a Irán de “mantener una actitud expansionista” y de oponer “la estabilidad pakistaní frente al aventurismo iraní”. Este tipo de afirmaciones forman parte de un entramado discursivo que revela una visión colonial arraigada en la élite occidentalizada de Pakistán. Esta élite considera que cualquier intento de promover la islamización, entendida en términos de defensa de la independencia y autonomía, de la sociedad y el país, va en contra de sus intereses personales y políticos. El entendimiento con Irán supone un desafío discursivo a la élite secularizada pakistaní.
Otra de las reacciones notables del lado pakistaní ha sido la movilización discursiva del reduccionismo esencialista que opone a suníes contra chiíes, como se ha podido observar en la plataforma X (anteriormente Twitter).
Esta simplificación excesiva es responsable, por ejemplo, de explicar el conflicto entre Irán e Irak en los años 80 del siglo pasado mediante una visión esencialista que interpreta la invasión de Irán por parte de Sadam Husein como un episodio más de las batallas que enfrentaban a árabes y persas desde hace, por lo menos, mil años.
Es decir, esas supuestas explicaciones esencialistas lo único que hacen es intentar crear una división interna dentro de la gramática del Islam, buscando hacer imposible la construcción de una identidad musulmana sin fisuras de tipo sectario.
Es más, para la República Islámica, una de sus características básicas heredadas de la visión política de su fundador, el Imam Jomeini, es lo que los expertos islámicos llaman “visión post-mazhabi” –mazhab o madhhab significa escuela jurídica en árabe–. En otras palabras, a pesar de que el propio Jomeini se considerara miembro de la escuela yafarí, la principal escuela jurídica del chiismo, su práctica política es considerada como un intento por acercar sunismo y chiismo.
Esta búsqueda de la unidad islámica, con el objetivo final de articular una identidad política autónoma, se pone en riesgo cada vez que se moviliza el discurso esencialista de chiismo contra sunismo.
Este discurso, además, no tiene en cuenta las dimensiones políticas. Es decir, la guerra entre Irán e Irak tiene una explicación política: la invasión por parte de Sadam Husein de territorio iraní justo después de la Revolución Islámica, con la esperanza de que el nuevo gobierno no estuviera lo suficientemente consolidado ni preparado para hacer frente a la invasión.
Las voces que movilizan ese discurso esencialista, hablando de que Irán y Pakistán están condenados al enfrentamiento debido a su configuración sectaria, buscan crear ese escenario de división. Frente a ese reduccionismo simplista, es necesario volver a destacar la idea del Islam como discurso, con origen divino, que sirve para expresar los acuerdos y desacuerdos de toda la comunidad. Una comunidad que engloba políticamente a todos los musulmanes
Irán y Pakistán comparten más de 900 km de frontera, y desde la necesidad geopolítica se hace imperativo que ambos mantengan una colaboración y coordinación. Cualquier otro tipo de relación entre ambos no beneficia en nada a la región, sino que añade más inestabilidad a la misma.