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El juez Silva también cree que la detención de Rato fue una “farsa” del PP, que contó con los medios de comunicación como “tontos útiles” o mercenarios del poder

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
domingo 19 de abril de 2015, 16:40h

Tal como señalamos en Elespiadigital.com, son muchas las voces que denuncian que la detención de Rodrigo Rato fue un “teatrillo” (ver: España expoliada: El Estado da por perdidos 40.000 millones de euros del rescate de las cajas de ahorro… pero montan un “teatrillo” con Rodrigo Rato), montado por el Partido Popular como maniobra electoralista y dar a entender a los ciudadanos que la “banda de Gürtel” lucha en serio contra la corrupción.

Redacción

 

 

Tal como señalamos en Elespiadigital.com, son muchas las voces que denuncian que la detención de Rodrigo Rato fue un “teatrillo” (ver: España expoliada: El Estado da por perdidos 40.000 millones de euros del rescate de las cajas de ahorro… pero montan un “teatrillo” con Rodrigo Rato), montado por el Partido Popular como maniobra electoralista y dar a entender a los ciudadanos que la “banda de Gürtel” lucha en serio contra la corrupción.

Era todo muy extraño, y no dejaba de ser sospechoso que cuando se produce la detención del exvicepresidente del Gobierno de Aznar, llegaran primero las cámaras de TV y se encontraran esperando en el exterior de su domicilio periodistas de más de 20 medios de comunicación. Tampoco parecía muy lógico que el detenido colaborara en la práctica del registro (lo que solo sucede cuando el registro no lleva aparejada detención desde un punto de vista procesal penal). Tan extraño como que rato no fuera puesto a disposición judicial (segundo supuesto que prevé la Ley de Enjuiciamiento Criminal de no concurrir la colaboración del detenido). Todo indicaba que el PP necesitaba imperiosamente la FOTO de supuesta persecución de la corrupción, incluido un funcionario de Aduanas con el logo de la Agencia Tributaria bien visible a las cámaras de TV.

Ahora ha sido el juez Elpidio Silva quien considera que la detención del ex vicepresidente económico del Gobierno durante los mandatos de José María Aznar, Rodrigo Rato, fue una “farsa” y ha cuestionado que, “después de tres años”, los hechos investigados fueran “esclarecidos” el pasado jueves “en unas horas de detención”. “Podían haberlo detenido hace tres años”, ha subrayado Silva en una rueda de prensa celebrada en Vigo, para luego cuestionar que, “en unas horas” que duró la detención, los investigadores “ya supiesen todo”.

“La Constitución dice que a las personas se las detiene cuando es indispensable por el tiempo rigurosamente necesario para esclarecer los hechos”, ha explicado Silva, justo antes de destacar que, a su juicio, la detención de Rato “no era necesaria”. “Si hay que ingresarlo en prisión, que sí lo creo, eso no requiere una detención en los términos en que se produjo”, ha resuelto.

“¿A qué viene hacer un registro en la casa de alguien a los tres años de que haya indicios de criminalidad?”, se ha preguntado el juez, para luego zanjar que la detención de Rato durante unas horas fue una “farsa”.

A renglón seguido, Elpidio Silva cargó contra el Gobierno, ya que considera que en política “este tipo de actos aislados”, “no tienen sentido”. ¿Por qué ahora, prácticamente en un acto de campaña electoral, detienes a Rodrigo Rato?”. En este sentido, en clara alusión al Gobierno, Silva ha cuestionado que éste quiera “regenerarse”. “La cuestión es si es creíble o no, y qué significado tiene”, ha precisado el líder de Movimiento Red, para luego asegurar que “el régimen lleva 40 años diciendo una cosa y haciendo otra”.

Pero además de a Rato, Elpidio Silva se ha referido al ex presidente de Caja Madrid Miguel Blesa. “Si los mismos que estaban posiblemente delinquiendo cuando estaba Blesa, después, con Rato, siguen […], ¿cuál es el cambio?, se ha preguntado. “Vamos a mirar lo que hizo el de antes […] y vamos a tomar medidas con el de antes”, ha defendido Silva en referencia a Miguel Blesa. Y es que sostiene que Caja Madrid es una “entidad sistémica”: “Si te la cargas te llevas por delante el sistema financiero”.

“No es creíble una actuación con tanta difusión y con tanta ineficacia”, ha zanjado Silva en relación tanto al caso Blesa como al caso Rato, para luego asegurar que este último “no tiene protectores”, mientras que el anterior sí. “Blesa, posiblemente, sí tenga mentores y protectores. Habrá que investigar cuáles son los grupos de poder que prácticamente lo blindan en una actividad vergonzosa”.

Para arrojar un poco de luz y analizar la situación del PP y del Régimen, recomendamos las lecturas siguientes:

Tangentópolis española: 705 políticos y el clan gallego

Por El Espía en el Congreso

Luis Fraga, Luis Bárcenas, Iván Yáñez, José Ramón Varela, Enrique Beotas (†), Tito Pajares, Ángel Brea de Benito, Jesús González Mateos, Jesús Alvarez Fernández-Represa, Javier Fernández o Hernández, Javier Botín, Ángel Sanchís, Francisco Muro de Iscar, Jorge Rosenvinge, Autopistas del Atlántico (AUDASA), Autopistas Concesionaria Española S.A. (ACESA, hoy Abertis), Internet Saludigital, V&S Multimedia, JB Capital Markets, Gabana, Fundación Sinequanon, Brixco S.A, La Moraleja S.A… ¿Qué tienen en común todos estos nombres de particulares y empresas? Una investigación de “Espía en el Congreso” revela que una buena parte del discreto “clan gallego” de Mariano Rajoy, que se conjuró para llevar al político compostelano hasta la Moncloa, está en la lista de los 705 defraudadores fiscales que oculta el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

Sin embargo, la mecha ya ha sido prendida y detrás de Rodrigo Rato figuran los nombres de políticos y empresas asociadas a ellos que medraron con las concesiones y contratas públicas, inversiones en fallidos medios de comunicación digitales, autopistas, plantas de residuos… Hay senadores, diputados, jueces, funcionarios, abogados, periodistas que trabajaron en partidos políticos… Y al final, una cuenta en Suiza: la 8401489 del Dresdner Bank. La Agencia Tributaria española ya posee el informe de la consultora suiza Info4c sobre los “Politically Exposed Persons” (PEPs) que tenían firma en la Confederación Helvética y que repatriaron sus fondos a España con la amnistía fiscal de 2012, un escándalo que conmocionó a la comunidad financiera internacional porque fue la primera decisión tributaria que adoptó el flamante Gobierno de Mariano Rajoy. La mayor influencia se le atribuye a Luis de Guindos (Lehman Brothers) como ministro de Economía. Pero el decreto lo rubricó Cristóbal Montoro.

Azuzado por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, que ven detrás de cada político español del régimen bipartidista un defraudador o mentiroso en potencia (ha tumbado numerosas estadísticas económicas españolas por fraudulentas y ha apercibido al régimen por falta de garantías jurídicas y libertades en numerosas ocasiones), Montoro se ha echado atrás. Algunos dirigentes del PP, sabedores de la hecatombe que tendrá lugar el próximo 24-M con el auge de los nuevos partidos y el brío con que la sociedad civil española ha tomado las riendas de la crítica política, la moralidad pública, el empoderamiento civil y la opinión ciudadana, no desean mezclarse ya con un presidente que optó por el gesto impasible y el disimulo como única forma de hacer política.

Mientras sus amigos más cercanos de ese clan gallego se enriquecían en la sombra a manos llenas otorgando favores en forma de contratas públicas, las clases medias se empobrecieron drásticamente. Varias oleadas de generaciones de jóvenes sin futuro y otras más de profesionales que apenas habían cumplido los 50 años se vieron abocadas a un paro descomunal: entre desempleados y exiliados laborales, la cifra de víctimas de la crisis se acerca a las 7 millones de personas, una buena parte de las cuales ya ni se registran en las inútiles oficinas del antiguo INEM (hoy SEPES). Rajoy, Guindos y Montoro los borraron del mapa, no existen. Hasta las estadísticas de suicidios se suprimieron y los medios oficiales, siempre dóciles y ahora además arruinados, se aprestaron a seguir las consignas del espeso silencio.

Por contra, la machacona cantinela del crecimiento y el empleo que se martillea de forma constante se apaga cada vez que entran en los hogares las disparatadas facturas de la luz, el teléfono o la cesta de la compra. Las mentiras estadísticas de Rajoy, Guindos y Montoro tienen las patas muy cortas y se dan de bruces contra la realidad cotidiana de un país donde ganar mil euros mensuales es una heroicidad y numerosos trabajadores, autónomos, emprendedores y pequeños o medianos comerciantes lo hacen gratis o por cantidades irrisorias, sin contratos ni seguros, aguantando quizás porque sus empleadores ganan aún menos que ellos, acribillados a impuestos y abusos fiscales. Lo ha dicho el observatorio europeo EAPN pero Rajoy y sus ministros miran para otro lado: casi el 70% de los españoles no llega a fin de mes. Y Cáritas insiste en que un millón de ciudadanos pasan hambre, un tercio de ellos, niños. Para negarlo, las autonomías del PP han cerrado los comedores escolares en vacaciones. No cabe mayor crueldad.

En España, por ejemplo, el IVA debe pagarse antes a Hacienda aunque no se venda el producto, la Agencia Tributaria puede entrar en las cuentas corrientes sin autorización judicial (la separación de poderes brilla por su ausencia), los recursos los resuelven los mismos organismos que dictan las penas (la recaudación por multas de tráfico es escandalosamente alta y se ha convertido en una vía de financiación estatal paralela). Los errores de la administración no existen, recurrirlos resulta tarea hercúlea y costosa. El pagano siempre es el contribuyente, al que han pisoteado hasta el extremo de dejar hecho unos zorros el propio estado de derecho.

Así las cosas, la “mayoría silenciosa” a la que apela constantemente Rajoy espera al 24-M pero en sentido contrario al que proclama. Y lo sabe. De ahí el nerviosismo fase pánico que ha cundido en las filas de Génova 13. El próximo Parlamento abolirá la incuria de la impunidad y aforamiento de los políticos para delitos comunes, y Montoro no quiere pasar a la oposición como aquel ministro que encubrió el fraude fiscal de 705 compañeros de oficio. Son los “Politically Exposed Persons” (PEPs), que en Europa se llevan persiguiendo desde hace una década y de los que Zapatero primero y ahora Rajoy hicieron oídos sordos creyéndose en su propio beneficio aquello del “Spain is different”. Hasta la traducción de la directiva europea sobre los PEPs cambiaron para garantizarse la impunidad. Cuando se haga pública la lista, y ya es solo cuestión de breve tiempo con la pérdida de las mayorías absolutas, España se quedará de piedra. La misma con la que lapidará a los cómplices y encubridores. Porque en la cuenta 8401489 del Dresdner Bank suizo estaban 2 políticos que se acogieron a la amnistía fiscal de 2012: Luis Fraga y Luis Bárcenas. Y el tercero que suscribía esa misma cuenta como avalista tenía como iniciales M. R. B.

Los lobos pastores

Por Juan Manuel De Prada

ESCANDALETES como el de Rodrigo Rato, que tiene a la gente haciéndose cruces (o aspavientos y jeribeques, que para eso la gente es cada vez más laica, coño), sólo sirven en las sociedades lobotomizadas para azuzar la demogresca. Y así, desde el negociado de izquierdas, dirán a la gente que el negociado de derechas encumbra ladrones; para que, desde el negociado de derechas, respondan que en el negociado de izquierdas no pueden encumbrarlos porque son tantos que prefieren que roben en comandita, como ocurre en Andalucía. Y toda esta cháchara para ocultar el hecho gigantesco y sobrecogedor de que hoy quienes cuidan del rebaño no son pastores, sino lobos dedicados a ordeñar y morder a las ovejas, hasta dejarlas como higos pasos.

Escribía en algún lugar Castellani que la misión de los gobiernos es combatir como leones el poder del dinero, hasta domeñarlo, vencerlo y ponerlo de hinojos. Para combatir el poder del Dinero, en efecto, los pueblos elegían a unos pocos hombres dispuestos incluso al martirio con tal de proteger a quienes los habían elegido, como pastores dispuestos a sufrir las dentelladas del lobo con tal de evitárselas a sus ovejas. En esta época del demonio, se ha invertido por completo el sentido de la representación política: los pueblos eligen como rebaños lobotomizados a unos tipos al servicio del Dinero que están dispuestos a martirizarlos sin que les tiemble el pulso para servir mejor a su amo, que luego generosamente los obsequia con sinecuras diversas y poltronas en consejos de administración o, si el servidor del Dinero se ha mostrado especialmente eficaz, con algún archipampanato en las más encumbradas jerarquías plutónicas del Nuevo Orden Mundial (y aquí empleamos «plutónico» en el doble sentido de la palabra, alusivo a las riquezas pero también al Averno). De este modo, los gobernantes, en lugar de ser pastores, se convierten en lobos que sangran a las ovejas, para que su sacrificio sea agradable al Dinero.

Así es como funciona el invento; y al rebaño lobotomizado, mientras lo sangran, le echan en la cochiquera derechos de bragueta y conexión wifi, para que se refocile libremente y se desahogue más libremente todavía en las redes sociales, mientras el Dinero se dedica a ejercer, con la ayuda inestimable de los lobos convertidos en pastores, la única libertad en la que de verdad está interesado, que es la de amontonarse en manos de unos pocos, a la vez que premia a los esbirros que lo facilitan con pedanías o archipampanatos, según la calidad del esbirro. Escandaletes como el de Rato (que, por justicia poética, coincide en el tiempo con el de los latrocinios andaluces) vuelven a demostrarnos que los partidos políticos (como los propios Estados que usufructúan) son estructuras que, desde su hormiguero de truhanes pedáneos hasta su pináculo de truhanes archipampanantes, no tienen otra misión sino servir al Dinero, alimentándolo con la sangre de los pueblos, a la sazón convertidos en hordas mediante la exaltación de sus vicios. Pero también en exaltar los vicios y en reprimir las virtudes consiste la misión de los gobernantes al servicio del Dinero.

Escandaletes como el de Rato, o como el de los latrocinios andaluces, siempre sirven para que alguien nos repita como un lorito que ¡también hay políticos honrados! Naturalmente. Pero estos loritos pretenden infundir en las ovejas la ilusión de que los lobos que las pastorean surgen como malformaciones de un sistema que está sano; cuando lo cierto es que los pastores abnegados son excepciones heroicas de un sistema podrido y vendido al Dinero.

Análisis: El desastre irremisible del PP

Por Carlos Elordi

En las últimas horas se ha empezado a especular con la posibilidad de que haya sido el Gobierno, a través de la Agencia Tributaria, el que ha propiciado la detención de Rodrigo Rato. Para convertirlo en un chivo expiatorio que atraiga todo el escarnio popular, haciendo olvidar a los otros 704, o más, altos cargos del sistema, o del PP, que también han blanqueado dinero de origen sospechoso.

Pero la maniobra va a valer de poco. Eso si no se frustra en breve. Porque el asunto ya ha hecho un daño irremediable a las expectativas electorales del PP. En las municipales y autonómicas. Pero sobre todo en las generales, que todo indica que ya ha perdido sin remisión. Porque de aquí a entonces, el caso del blanqueo no puede sino agravarse. Y en ocho meses pueden aparecer unos cuantos más.

Si el Gobierno, aplicando la ley, hubiera actuado contra Rato hace tres años, cuando ya sabía todo lo que tenía que saber sobre sus enjuagues, la cosa habría podido funcionar mejor. Pero lo que hizo entonces Montoro fue pergeñar una amnistía fiscal para Rato y otros amigos. Y, además, ocultar los indicios, o pruebas fehacientes, de blanqueo que dicha práctica había sacado a la luz. Justo cuando el juez Ruz acusaba al exsuperministro de gravísimos delitos en su gestión de Bankia. En 2012 Rato ya se había caído con todo su paquete. Pero Rajoy no se atrevió a tocarle un pelo, aunque eso iba en contra de los intereses del partido. Seguramente porque tenía miedo a cómo éste podía reaccionar. Al igual que antes le había pasado con Bárcenas.

Y decidió esperar. Y una vez más se equivocó. Seguía sin haberse dado cuenta de que ya a aquellas alturas ni el paso del tiempo ni triquiñuela alguna iban a impedir que saliera a la luz el latrocinio que había enriquecido a no pocos de los suyos durante los años de la abundancia. Y en algunos casos, también después. Porque había procedimientos judiciales en marcha que no se podían parar. Porque había jueces que no se dejaban influir. Y funcionarios de los más diversos departamentos que querían colaborar con la justicia. E implicados que estaban dispuestos a hablar, o que ya lo habían hecho. Aunque solo fuera para reducir sus condenas.

Rajoy creía tenerlo todo bien controlado. La judicatura, tras años de sibilinas maniobras para colocar a personas obedientes al poder en sus instancias decisorias. También la fiscalía. Y la Agencia Tributaria. Y la policía. Los ministros responsables de las mismas habían hecho la limpieza oportuna para que así fuera. Y Rajoy debió de creerse que no había que preocuparse por eso. Pero se equivocaba otra vez. Seguía habiendo jueces que se escapaban a su control, aunque corrían el riesgo de terminar como Baltasar Garzón o Elpidio Silva. La dimisión, hace unos meses, de Eduardo Torres Dulce como fiscal general del Estado debió de provocar algo más que incomodidad a algunos de los adscritos a tal organismo. Y quién sabe si Torres Dulce se marchó porque no quería acabar hundiéndose junto con el Gobierno. Eso por no hablar que un día sí y otro no, policías e inspectores judiciales díscolos denuncian toda suerte de irregularidades en los medios de comunicación que aceptan escucharles. Y cabe suponer que algunos de sus colegas, o muchos, están de acuerdo con ellos.

Como remate, Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría habían hecho todo lo necesario para controlar a la prensa y a la televisión. Y creyeron que lo habían logrado. Y en buena medida así era. Pero despreciaron a los medios emergentes. Que a pesar de sus limitados medios no han dejado de sacar trapos sucios, demostrando que el periodismo de investigación no ha muerto, que solo necesita de periodistas que quieran practicarlo.

Unas y otras cosas, conjugándose de manera errática pero efectiva, han dinamitado las seguridades que se supone que tenía Rajoy. Y hoy éste y sus ministros son presa de acontecimientos que les superan, y se les ve con cara de no entender nada de lo que está pasando. Su último intento es tratar de que todas las culpas recaigan en Rato y sólo en él. Y retrasar, por lo menos hasta que pasen las municipales y autonómicas, la publicación de los 705 “blanqueadores excelentes”.

No está dicho, ni mucho menos, que Rato no vaya a contratacar y que la cosa termine como el rosario de la aurora. Ni que el gobierno no se vea obligado a publicar esas listas. No se puede prever lo que va a ocurrir. Pero sí subrayar algunos datos que el PP no va a poder soslayar: uno es que la opinión pública, de todos los colores, no está dispuesta a tragarse ninguna añagaza destinada a disimular escándalos de corrupción. Y que la actitud generalizada es que cualquier maniobra en ese sentido no hace sino agravar las consecuencias políticas de los mismos. Otro, que en todos los ámbitos, entre ellos entre los funcionarios y cuadros de la Administración, se tiene la sensación de que el PP tiene los meses contados en el Gobierno.

Si la presión ciudadana contra la corrupción no va a flaquear, ese clima de fin de reino no puede más que propiciar defecciones. Los ocho meses que faltan para las generales pueden ser un calvario para Rajoy y los suyos. Y la posibilidad de que Rajoy no sea cabeza de lista vuelva a plantearse. Cada día que pasa, y lo de Rato es un buen empujón en este sentido, las supuestas maravillas que trajo la era de Aznar se están revelando como inventos publicitarios tras de los cuales lo que había eran trampas, errores dramáticos y corrupción sin freno. En los casi cuatro años que dura la era Rajoy no ha habido sino ineptitud.

Fuente: El Diario.es