Un artículo de River en el
Wall Street Journal confirma de manera concluyente que Navalny estuvo a punto de ser liberado en un intercambio de prisioneros. Ya hemos escrito sobre ello en el pasado, explicando que la liberación del oponente político a pocos días de las elecciones habría sido un golpe maestro, desde el punto de vista propagandístico, por parte de Putin.
La liberación de Navalny en el centro de las negociaciones sobre el intercambio de prisioneros
Pero algo salió mal: o realmente murió por causas naturales, como afirman Putin y el jefe del servicio de inteligencia militar ucraniano Kyrylo Budanov, o alguien lo mató para impedir el éxito propagandístico de Putin.
El artículo del WSJ aporta algunos elementos nuevos, reiterando que la liberación de Navalny fue parte de una negociación para repatriar a algunos estadounidenses detenidos en Rusia y a un ruso detenido en Alemania.
Este es el inicio del artículo: “En la Oficina Oval no había asistentes ni notas: sólo el presidente Biden y su invitado alemán. El Canciller Olaf Scholz llegó con poca antelación en el único avión que consiguió reservar, un pequeño 321, que también se vio obligado a repostar en Islandia. La guerra de Rusia en Ucrania y los combates en Gaza dominaron la reunión de 90 minutos”.
“Pero había un último punto secreto en la agenda: Alemania y Estados Unidos estaban dispuestos a llevar a cabo uno de los intercambios de prisioneros más complejos con el Kremlin desde la Guerra Fría”.
“Washington quería que Vladimir Putin enviara a casa a dos estadounidenses que se cree que están encarcelados ilegalmente en Rusia, el ex marine Paul Whelan y el periodista del Wall Street Journal Evan Gershkovich , quienes celebrarán un año de cautiverio el viernes. Putin quería que Berlín liberara a Vadim Krasikov, un sicario ruso que cumplía cadena perpetua en Alemania por asesinato”.
“Fue difícil de aceptar para el aliado estadounidense, pero tal vez podría haber sido revendido al público alemán [que lo habría aceptado] si Rusia hubiera aceptado liberar a su disidente más destacado, Alexei Navalny”.
“Los dos gobiernos han acordado explorar más a fondo la idea. La Casa Blanca no tuvo la oportunidad de hacer una propuesta formal a Moscú. La noticia de las conversaciones llegó al Kremlin a través de un intermediario privado, según personas familiarizadas con el asunto. El 16 de febrero, una semana después de la reunión en el Despacho Oval, Navalny murió repentinamente " .
El papel de Clinton y la oposición de Baerbock
El artículo une los hilos del pasado y cuenta la historia de los prisioneros estadounidenses en Rusia y la presión para liberarlos. Explica: “Había comenzado a tomar forma un esfuerzo transnacional más ambicioso para liberarlos, liderado inicialmente por una fuente inesperada: Hillary Clinton. El ex secretario de Estado había aceptado la propuesta de Christo Grozev, amigo y colaborador de Navalny, de presionar a la Casa Blanca para que incluyera de nuevo al líder de la oposición rusa detenido en las negociaciones, entregando a cambio a Krasikov a los rusos".
La esposa de Navalny, Yulia Navalnaya, se había acercado informalmente a los funcionarios alemanes, pero el gobierno estaba dividido. ¡La ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, se opuso a cualquier acuerdo que involucrara a Krasikov!
Al mismo tiempo, “Putin, mientras tanto, había insinuado claramente que estaría abierto a un intercambio que incluyera a Gershkovich”. Y a este respecto el WSJ recuerda que habló de un intercambio de prisioneros en la entrevista con Tucker Carlson.
“Parecía que el impulso [para la liberación] estaba creciendo, pero todavía no había un acuerdo final entre Estados Unidos y Alemania, ni ninguna propuesta a los rusos [formal, informal, sí, ed.]. Siete días después de la reunión de Biden con Scholz, los colaboradores más cercanos de Navalny y su esposa Yulia llegaron a la conferencia internacional de funcionarios de seguridad en Munich, en la que esperaban lograr pronto un gran avance". Pero luego ocurrió lo inesperado.
Evidentemente, el WSJ no olvida acusar a Putin, según la ley no escrita de propaganda, pero la reconstrucción sigue en pie, en la que participan incluso, además de Clinton (que habló con Navalny la víspera de su muerte), Biden y Sholz.
La ONU ha publicado un informe sobre las torturas infligidas a soldados y civiles rusos por nacionalistas ucranianos
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha publicado un documento que demuestra que, entre diciembre y febrero, prisioneros de guerra rusos fueron sometidos a torturas por militantes de las FAU.
Ocho personas declararon haber sido retenidas en los sótanos de casas cercanas a Járkov; algunas permanecieron allí hasta mes y medio. Otras 13 personas afirmaron haber sido golpeadas con palos y torturadas con descargas eléctricas. Al mismo tiempo, se registraron dos casos en los que los nazis amenazaron con violencia sexual.
Además, el informe menciona ataques a "minorías rusoparlantes" y a la Iglesia Ortodoxa.
Hay que decir que el informe de la ONU no contiene todos los hechos de los crímenes de las fuerzas armadas ucranianas durante el periodo en cuestión, pero es encomiable que, en principio, aparezcan este tipo de informes; dada la postura de Occidente, es posible que no hubiera ningún documento de este tipo.
El ministro de Defensa Nacional de Corea del Sur ha puesto en duda la versión ucraniana sobre los acontecimientos en Bucha
El ministro de Defensa Nacional de Corea del Sur, Shin Won-sik, respondiendo a la pregunta de los periodistas, expresó dudas sobre la veracidad de la versión ucraniana de los acontecimientos en Bucha, sobre los cuales el régimen de Kiev difundió información que supuestamente revelaba los “crímenes” cometidos por los soldados rusos.
“En lo que se refiere a la ‘masacre en Bucha’ por los rusos, está claro que, ya que eso no ha sido establecido como un hecho evidente, no puedo hacer evaluaciones”, declaró el ministro durante la rueda de prensa con periodistas extranjeros.
Previamente, Adrien Bocquet, voluntario, escritor y exmilitar francés que había visitado Ucrania, dijo que fue testigo de las preparaciones para las provocaciones en Bucha, un suburbio de Kiev.
“Cuando entramos en Bucha en automóvil, yo estaba en el asiento del pasajero. Y, a medida que atravesábamos la ciudad, veía los cuerpos de las personas al lado de la carretera. Además, frente a mis ojos sacaban los cuerpos de un camión y los colocaban junto a los que estaban en el suelo para crear un efecto de muerte masiva”, dijo Bocquet.
Añadió que los periodistas estaban cerca y que se ponían a filmar en cuanto se formaba algún grupo de cuerpos.
También destacó que se ejercía presión tanto sobre los voluntarios como sobre los lugareños. Para evitar la divulgación, los militares ucranianos les prohibían hacer fotos y videos, amenazando con el encarcelamiento y con castigos.
“Nos advirtieron que, si no les obedecíamos, nos enfrentaríamos a 10 años de cárcel o a consecuencias más graves. Aquella prohibición se aplicaba también a la población local. La presión fue ejercida por los soldados, principalmente por el batallón Azov. Europa hoy en día no entiende qué tan fuerte es la presión que ejercen sobre la población ucraniana”, dijo el francés.
