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La evolución de la guerra y su actualidad en el caso venezolano

La evolución de la guerra y su actualidad en el caso venezolano

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
jueves 09 de mayo de 2024, 22:00h
Dr. Enrique Refoyo
La manera de hacer la guerra y sus objetivos han cambiado a lo largo del tiempo. Una de las clasificaciones bélicas más conocidas son las cuatro generaciones de la guerra moderna descritas por el paleo-conservador estadounidense William Lind y otros cuatro militares estadounidenses[1], en su artículo conjunto de 1989 titulado “The Changing Face of War: Into the Fourth Generation”[2] (El cambiante rostro de la guerra: Hacia la cuarta generación). Posteriormente William Lind publicó un artículo profundizando esta comprensión de las guerras, titulado “Understanding Fourth Generation War”[3] (Entendiendo la guerra de cuarta generación). Veamos de qué manera se comprendían esas cuatro generaciones de la guerra moderna.
Primera generación
Según Lind, esta generación abarca el periodo entre 1648 y 1860 y consiste en la guerra de líneas y columnas tácticas, con armas de fuego y ejércitos profesionales estatales. Además, según Lind, se creó una cultura militar del orden, y aquí aparecen diversos elementos que distinguen a un militar de un civil, como los uniformes y gradaciones.
Segunda generación
Ésta generación se enmarca en la revolución industrial y la potencia de fuego. Lind la ejemplifica con el periodo de la primera guerra mundial (1914-1918), una guerra basada en la capacidad industrial y de transportes así como la creación masiva de trincheras para proteger a los soldados de la potencia de fuego. Así mismo Lind también señala que esta generación sigue manteniendo el orden los procesos y procedimientos, donde la obediencia es más importante que la iniciativa. El objetivo principal de los combates sigue siendo el ejército enemigo.
Tercera generación
Es una respuesta a la guerra de posiciones que se basa en la guerra de maniobra (mediante blindados y aviones), es decir en la guerra relámpago ejemplificada en el ejército alemán de la segunda guerra mundial. Según expone Lind, la tercera generación no está basada en la potencia de fuego y el desgaste sino en la velocidad, sorpresa y dislocación mental, así como física. Además, busca rodear y colapsar en vez del contacto directo, por ejemplo mediante un ataque fulgurante contra las comunicaciones del enemigo para aislar sus fuerzas y bloquear una respuesta sostenida conjunta. En este sentido la superioridad tecnológica es crucial para el éxito.
Cuarta generación
Ante la existencia de una gran superioridad tecnológica, la oposición armada solo puede descentralizarse y difuminarse (incluso ocultarse), según Lind. Además, los Estados pierden su monopolio sobre la guerra y las guerras no solo son entre Estados sino también contra actores no estatales, como grupos terroristas y guerrillas. En este nuevo contexto estratégico, la victoria no está en un campo de batalla porque tales acontecimientos ya no tienen lugar como en las tres primeras generaciones. Ahora la victoria se consigue al influir y convencer a la sociedad (opinión pública) de un país objetivo, es decir, el objetivo principal radica en ganarse el apoyo de personas y no en matar soldados enemigos. Y esta influencia se consigue se consigue mediante propaganda (por ambos lados) y por ataques terroristas en el caso de actores no estatales para infundir miedo en una sociedad objetivo y así condicionarla a las exigencias mediante el terror.
Guerras híbridas y cuarta generación
En la actualidad hay un gran debate mundial sobre las guerras híbridas, es decir, aquellas guerras asimétricas que mezclan elementos regulares e irregulares cuyo objetivo principal no es el triunfo militar en batalla sino la influencia y convencimiento social en un país objetivo. El objetivo es conquistar la mente, y para ello se requiere conocer con precisión la sociedad objetivo y sus vulnerabilidades.
Así pues, las nuevas maneras de hacer la guerra combinan elementos de revolución de color y de guerra no-convencional, esto es, del uso de intermediarios para realizar protestas sociales que influyan en un país objetivo o directamente el uso de intermediaros armados para que conduzcan a un escenario de guerra civil en un país objetivo. La estrategia de acción actual requiere, por tanto, la creación artificiosa de caos controlado en un país objetivo.
Estados Unidos y Venezuela
Uno de los casos más representativos en el espacio iberoamericano es Venezuela, puesto que ahí se constata cómo desde los EEUU han apoyado a la oposición anti-chavista en su escalada de protestas sociales y armadas para desestabilizar al país con vistas a derrocar al gobierno actual de Nicolás Maduro.
En este escenario, una invasión militar convencional de los EEUU para realizar un cambio de gobierno en Venezuela tendría un coste elevadísimo, no en un sentido militar puesto que Venezuela es inferior en todos los niveles militares tecnológicos y numéricos a Estados Unidos, sino en un sentido de opinión pública, es decir, de poder blando estadounidense en el mundo. Recordemos las invasiones de Afganistán e Irak en 2001 y 2003. Recordemos la vergonzosa retirada estadounidense de Afganistán en agosto de 2021. Recordemos que, EEUU con el mayor presupuesto del mundo, no consiguió derribar a Rusia en la guerra proxy de Ucrania. Tampoco ha conseguido vencer la resistencia hutí de Yemen.
En definitiva, una invasión directa de EEUU sobre Venezuela provocaría una oleada de repulsa social y política en todo el espacio iberoamericano. Estados Unidos se convertiría en el mal común que los amenaza a todos, y además, el club de los agraviados es de extensión mundial. Desde países grandes como Rusia y China hasta otros más pequeños, todos sufren las amenazas, sanciones y ataques directos e indirectos de EEUU y su pandilla.
Por otro lado, podemos ver que en las operaciones estadounidenses no solo se encuentra un objetivo de cambio de régimen (como los muchos que realizaron durante todo el siglo XX), sino también el objetivo es la creación de un caos regional, similar a los escenarios de Oriente Medio que provocaron la destrucción de Libia, Siria e Irak, así como Afganistán, y la huida de millones de personas que se transformaron en refugiados. El caso más representativo es Siria, con millones de refugiados repartidos en los países vecinos del Líbano, Turquía, y Jordania.
Esto nos lleva a pensar que el gobierno de Washington no solo pretende derrocar el gobierno de Nicolás Maduro, sino asestar un golpe letal en Suramérica y el Caribe al provocar otra de sus guerras sin fin, entre partidarios y detractores del gobierno (de nuevo, tal como en Siria). Entonces, cualquier escenario sería beneficioso para la agenda de Washington: 1) Victoria rápida y alzamiento de un favorable gobierno entreguista, 2) Victoria inconclusa que inicia una guerra civil (oportunidad de EEUU para meter más proxis y para hacer llamados a una intervención mayor en la medida que aumente el caos regional).
Sin embargo, el imperio de las mentiras está cada vez más al descubierto por sus constantes mentiras, fracasos, guerras abiertas y guerras que pretende abrir para que sean otros los que mueran por los intereses de su dirigencia globalista.
NOTAS
[1] Colonel Keith Nightengale (USA), Captain John F. Schmitt (USMC), Colonel Joseph W. Sutton (USA), and Lieutenant Colonel Gary I. Wilson (USMCR).