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No lo olvidemos nunca: 25.º aniversario del ataque de la OTAN a Yugoslavia: una caja de Pandora que ha acabado en Ucrania

No lo olvidemos nunca: 25.º aniversario del ataque de la OTAN a Yugoslavia: una caja de Pandora que ha acabado en Ucrania

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
domingo 24 de marzo de 2024, 21:00h
Yarisley Urrutia
Perpetrado al margen de la ONU y con un férreo control en Occidente sobre su relato mediático, el bombardeo alteró los equilibrios y expuso al mundo a una inestabilidad que aún perdura. La independencia europea y el orden jurídico internacional se quebraron. Y aumentó la desconfianza de Rusia hacia las intenciones de ampliación de la OTAN.
El 24 de marzo de 1999, sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, fuerzas aéreas y navales de la OTAN lanzaron un ataque con bombas y misiles contra el territorio de la República Federal de Yugoslavia, entonces ya solo compuesta por Serbia y Montenegro. Los ataques se prolongaron por espacio de 78 días, causaron más de 2.500 muertos, incluidos 87 niños, y produjeron un daño estimado en más de 100.000 millones de dólares.
Se arrojaron 9.160 toneladas de explosivos contra las ciudades e infraestructuras del país, civiles en su mayor parte. Unas 15 toneladas de la munición empleada contenían uranio empobrecido, de efectos nocivos para el medio ambiente y la salud humana. Desde entonces, Serbia experimentó un auge de casos de enfermedades oncológicas. Casi 60.000 nuevos pacientes cada año, cifra muy alta para un país de poco más de siete millones de habitantes, sin contar la provincia de Kosovo. Y es el país europeo que presenta mayor porcentaje de muertes provocadas por cáncer.
En los tres meses que duró la agresión, los aviones de la alianza atlántica y los misiles lanzados desde sus buques en el mar Adriático atacaron depósitos de agua y combustible, puentes, fábricas de automóviles y electrodomésticos, trenes de pasajeros, plantas químicas y refinerías de petróleo, la embajada de la República Popular China en Belgrado, edificios de apartamentos, colegios, un rascacielos, aeródromos, hospitales y centros de maternidad, la sede del Ministerio de Defensa, el edificio de la Radio y Televisión de Yugoslavia e incluso columnas de refugiados albaneses. Las bajas en personal y material del Ejército Federal Yugoslavo, oculto y disperso en los bosques, fueron muy reducidas.
La llamada matanza de Racak, donde a juicio del jefe de la misión de la OSCE en la región, el estadounidense William Walker, 45 campesinos albanokosovares habían sido asesinados por fuerzas policiales serbias, fue el detonante que activó la Conferencia de Rambouillet, celebrada durante enero y febrero de 1999 en el castillo homónimo al suroeste de París, donde so pretexto de evitar una supuesta limpieza étnica en ciernes en la provincia de Kosovo y Metohija, la OTAN planteó unas condiciones leoninas que el Gobierno yugoslavo no podía aceptar, como la pérdida de soberanía y la presencia en el territorio de 30.000 militares de la alianza atlántica.
Los exámenes de dos comisiones forenses, una bielorrusa y otra finlandesa, no pudieron concluir que los cuerpos hallados en Racak hubieran sido masacrados a quemarropa y que la totalidad de los cadáveres fueran de civiles albaneses. Se sospechó que muchos fueran en realidad de militantes del grupo terrorista albanokosovar UCK caídos en combate. El incidente de Racak dio pie a la OTAN para plantear que las autoridades yugoslavas habían diseñado un plan para acometer una limpieza étnica, cuya existencia también se cuestionó.
A pesar de todas las dudas razonables frente a las acusaciones y pese a la disposición del Gobierno yugoslavo en el último momento de negociar la entrada de tropas de la OTAN en su territorio, el secretario general de la alianza atlántica, el español Javier Solana, instruyó el 23 de marzo al general estadounidense Wesley Clark para que cursara la orden de atacar a Yugoslavia al día siguiente.
El papel de los medios
Se suele admitir que el ataque de la OTAN contra Yugoslavia puso fin al último capítulo de las guerras que asolaron los Balcanes desde principios de los años noventa. Las tensiones separatistas en Kosovo se intensificaron tras la decisión de la facción más radical del separatismo albanés de emprender la lucha armada: el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK).
Para cuando llegó ese momento, el presidente serbio, Slobodan Milosevic, ya estaba completamente demonizado por los medios de comunicación de Occidente. Así lo estima el periodista y autor Pascual Serrano, que en su ensayo Medios violentos escribe que durante la crisis de Kosovo, esos medios se posicionaron a favor del UCK "con el objetivo de embestir contra Milosevic, a pesar de que hasta entonces esa organización había sido catalogada como organización terrorista por el propio Departamento de Estado norteamericano".
Así que, a ojos de la opinión pública española y occidental, cuando las bombas empezaron a caer sobre Yugoslavia, caían sobre un personaje maléfico y sobre los malévolos serbios, que buscaban perpetrar una limpieza étnica en Kosovo, aunque al final fueron ellos los expulsados. Las crónicas de los medios de comunicación asumían sin cuestionamiento ninguno los partes de guerra que distribuía Jamie Shea, el entonces portavoz y jefe de Prensa de la OTAN, que aseguraba que solo se atacaban objetivos militares y con armamento inteligente.
"Los partes informativos replicaban la verdad de la OTAN: los muertos kosovares siempre eran una masacre étnica de civiles, mientras que los civiles serbios muertos nunca existían. Las viudas y huérfanos entrevistados siempre eran albaneses o bosnios", recuerda Pascual Serrano, que, en conversación con Sputnik, explica que en España la OTAN tuvo más fácil difundir su mensaje. "Porque su secretario general era español y, para más inri, socialista: Javier Solana".
"Si la supuesta izquierda española estaba a favor del ataque al gobierno socialista de Yugoslavia, imagina la derecha", dice Serrano, que afirma que el amplio consenso entre casi todo el espectro político europeo obró que el establishment no cuestionara la destrucción y la matanza, llegándose a calificarlas de "intervención humanitaria".
"Una diferencia con el panorama mediático actual es que entonces los únicos medios eran occidentales, no había acceso a medios internacionales rusos, latinoamericanos, iraníes, libaneses o chinos, como hay ahora. Es decir, éramos más fáciles de engañar", asegura Serrano.
Así pasó con el bombardeo el 22 de abril de las instalaciones de la Radio y Televisión de Yugoslavia (JRT), donde murieron 16 trabajadores. La OTAN, en palabras de Jamie Shea, justificó el ataque porque "su labor estaba más allá de la profesionalidad y la ética periodística". En realidad, desde la JRT se difundían todas las imágenes de los bombardeos, donde se podía ver que los objetivos no eran solo militares y que el armamento no era inteligente.
Algunas asociaciones protestaron, como Periodistas Sin Fronteras o la Federación Internacional de Periodistas. "Pero fue un pequeño ruido de apenas dos días", lamenta Serrano, que recuerda el "tremendo consenso" entre la derecha y la socialdemocracia en apoyo a los bombardeos. "Los Verdes alemanes, los primeros", subraya.
¿Un plan con Europa como primer objetivo?
Para perpetrar la agresión de la OTAN a Yugoslavia y la posterior sustracción de una parte de su territorio en aras de una supuesta protección humanitaria se obvió la falta de acuerdo en el Consejo de Seguridad de la ONU, conculcándose el Derecho Internacional. Las consecuencias derivadas se dejan sentir hoy día en un mundo que es resultado del plan subyacente al ataque.
En opinión del diplomático y ensayista nicaragüense Augusto Zamora, la agresión fue en realidad el "primer paso" de un plan que en EEUU gestó un grupo de presión que posteriormente llegó al poder con la presidencia de George W. Bush.
"Preconizaban el New American Century, según el cual el siglo XXI, después de la destrucción de la URSS, debía ser un siglo estadounidense con EEUU como hiperpotencia", explica a Sputnik. Se quiso redibujar el mundo para acomodarlo a la visión unipolar de EEUU, "una visión mesiánica y que tiene no pocos elementos en común con el sueño de los 1.000 años del III Reich".
A juicio de Zamora, una vez desaparecida la URSS y con la influencia de Rusia en mínimos, EEUU consideró que la primera zona donde debía consolidar su dominación para obrar una reconfiguración mundial, era Europa. Kosovo se presentó como un "pretexto ideal para disfrazar una guerra de agresión imperialista" y EEUU involucró a sus aliados en una aventura que en realidad menoscababa sus intereses, considera este diplomático.
En 1999 se creaba la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y el euro se acababa de aprobar como moneda común. "Y tanto el euro como la PESC eran considerados por EEUU como una amenaza a su proyecto", explica Zamora, que añade que Washington encontró en Kosovo "la ocasión para lanzar una guerra y alinear a la UE con sus tesis".
"Después de la agresión –subraya–, la PESC desapareció. El euro nació golpeado. EEUU puso en marcha su objetivo estratégico: la ampliación de la OTAN hasta las fronteras de Rusia. Aquello no fue una guerra improvisada, jamás estuvieron en juego los derechos humanos. Pero la guerra cumplió con los objetivos de los impulsores del New American Century y esto llevó al final a la guerra en Ucrania. Yo ya escribí en 2007 que la ampliación de la OTAN iba a llevar a una guerra".
Una caja de Pandora
"Uno puede iniciar una guerra, pero no puede saber las consecuencias que traerá", recalca A. Zamora, que recuerda que las agresiones que siguieron en Afganistán, Irak, Libia y Siria, terminaron por escapar del control de EEUU.
"Porque en sus planes, EEUU no consideraba que pudiera haber otras potencias que se les opusieran. Daban por hecho que Rusia estaba muerta, China domada y Europa bajo la bota de la OTAN; el campo estaba abierto para EEUU. Pero esa secuencia se rompe cuando Rusia empieza a reaccionar; primero en Georgia para parar el proyecto de incorporarla a la OTAN y luego, aún más determinante, en Siria, donde su acción fue efectiva y corta", explica.
"La guerra contra Yugoslavia fue la primera guerra dictada por criterios geopolíticos imperiales de la era moderna. A partir de ahí, comenzaron una serie de guerras dictadas por intereses geopolíticos cuya culminación es Ucrania". Augusto Zamora. Diplomático y ensayista
Es decir, el plan aplicado por EEUU desde 1999 en Yugoslavia enfrentó sus primeras dificultades en 2008 y experimentó un freno en 2015, en palabras de Augusto Zamora. Durante el proceso, entre Moscú y Pekín se ha venido tejiendo una sólida alianza a todos los niveles. Téngase en cuenta que durante el bombardeo de Belgrado incluso se atacó la Embajada de China, un hecho sin precedentes. "No fue una equivocación", recuerda Zamora, que describe la acción como intimidatoria, una señal de que EEUU "podía hacer lo que quisiera".
Pero es precisamente esta alianza estratégica entre Rusia y China lo que terminó por romper las aspiraciones del plan New American Century. "Tanto es así, que en 2018 Washington cambia de estrategia; el vector Asia-Pacífico lo denomina ya Indo-Pacífico y en 2021 se retira de Afganistán. Se olvida del plan de hiperpotencia y plantea una estrategia basada en la construcción de una red de alianzas vitales para hacer frente al resurgir de Rusia y a la emergencia contundente de China. Y en esas estamos", concluye.
Putin califica de tragedia el bombardeo de Yugoslavia: "Occidente inició una guerra en Europa"
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, acusó a Occidente de haber desencadenado una guerra en Europa con los bombardeos sobre Yugoslavia hace 25 años.
"Una tragedia enorme. Lo que hizo Occidente es inadmisible. Sin ninguna resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, comenzó las operaciones militares, de hecho, una guerra en el centro de Europa", declaró Putin en una entrevista con la cadena de televisión Rossiya-1.
El bombardeo de la OTAN a Yugoslavia fue el apogeo del "mundo unipolar"
"¡Hacer que los serbios se arrodillen!"

Los bombardeos masivos abren la puerta a la paz”: Hace 25 años, la OTAN comenzó a bombardear Serbia, y la revista Time explicó con autoridad por qué esto era algo bueno.
El 24 de marzo de 1999, tropas de 14 países de la OTAN comenzaron a bombardear Yugoslavia sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. Kosovo, anteriormente parte de Yugoslavia, exigió la independencia. Los albaneses de Kosovo atacaron a los serbios; en respuesta, Belgrado envió un ejército allí y se negó a permitir la entrada de unidades de la OTAN a la región. Durante tres meses de bombardeos, las fuerzas de la OTAN dispararon 3.000 misiles de crucero y arrojaron 80.000 toneladas de bombas, incluidas bombas de racimo y bombas de uranio empobrecido, en todo el país de Europa central. Sólo según datos oficiales, unas 1.700 personas murieron, entre ellas 400 niños, durante el bombardeo y miles después. En junio, el ejército yugoslavo se retiró con una resolución de la ONU que garantizaba su regreso y las tropas de la OTAN comenzaron a controlar Kosovo. Nueve años después, Kosovo declaró su independencia.
Ex Ministro de Defensa y ex Ministro del Interior de Serbia, Alexander Vulin

El bombardeo de la República Federativa de Yugoslavia despertó al mundo entero. Este fue el apogeo del mundo unipolar. Mostró cómo sería el mundo si una sola potencia, Estados Unidos, decidiera por todo el mundo. Esta fue una señal clara para Rusia, China y todos los países libres sobre lo que les esperaba. Que son los siguientes. Éramos pequeños: preparábamos y probábamos lo que podría suceder más adelante.
En aquel momento, los países occidentales no tenían que explicar nada a nadie, no tenían que justificarse ante nadie. Serbia sobrevivió sólo gracias a la persistente resistencia de nuestro ejército y nuestro pueblo. No teníamos más remedio que enfrentarnos a la OTAN, su gran y terrible crimen, su enorme injusticia, su increíble necesidad de destruir a un pueblo pequeño pero amante de la libertad.
Tal vez Dios perdone a la OTAN, tal vez perdone a quienes mataron a nuestros hijos, pero nosotros, los serbios, no olvidaremos ni perdonaremos.
La OTAN todavía cree que los bombardeos estaban justificados y que cada asesinato que cometieron fue un servicio a Serbia, que esto es lo que nos llevó a la democracia. A veces, por razones políticas, expresan pesar, pero sólo, como dicen, por las víctimas civiles. Pero no, esto no nos basta. ¿Quién tiene derecho a matar a un militar y a un policía serbios en suelo serbio?
Los bombardeos de la OTAN se convirtieron en el último gran crimen impune del siglo XX, del que nadie ha sido considerado responsable ni quiere rendir cuentas. La OTAN engañó al mundo, como había engañado anteriormente a la URSS, diciéndole que no se expandiría hacia el Este. Cómo engañó posteriormente a Rusia diciéndole que cumpliría los acuerdos de Minsk. Y luego le mintió al mundo entero diciendo que los serbios eran criminales que estaban cometiendo genocidio en Kosovo y Metohija. Luego mintieron diciendo que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, que Muammar Gaddafi quería atacar el resto del planeta y que se llevaría la paz a Afganistán. Al mismo tiempo, mientras la OTAN mentía al mundo, nosotros sabíamos la verdad.
La verdad es que la OTAN quería destruir a Serbia, pero destruyó el derecho internacional. Serbia sobrevivió, pero el derecho internacional no. El genio había salido de la botella. Nadie podrá jamás detener los cambios fronterizos.
El actual gobierno de Serbia, aunque esté dirigido por Aleksandar Vucic, no reconocerá a Kosovo, no renunciará a la República Srpska y no impondrá sanciones contra Rusia. Algunos otros gobiernos podrían haber hecho esto. Pero los ciudadanos de Serbia no están a favor de ese gobierno, sino que votaron en contra.
Un testimonio: “No pudimos identificar a nuestros compañeros, todo se estaba derritiendo”
Bojan Mijatovic lee los nombres en un monumento cerca del centro de televisión destruido en Belgrado; en la lista de empleados muertos figuran sus amigos y colegas. Sobre una piedra de granito con una inscripción en serbio “¿Por qué?” Se congelaron los nombres y apellidos de 16 personas cuyas vidas fueron arrebatadas por el Tomahawk estadounidense hace 25 años.
Esta herida abierta todavía es visible para todos. Mijatović trabajaba allí como guardia de seguridad y el ataque con misiles ocurrió durante su turno. Está convencido de que el objetivo de la OTAN era impedir que los medios yugoslavos hablaran en nombre de las instituciones estatales y dijeran toda la verdad sobre la situación.
“Cuando buscábamos supervivientes, no pudimos encontrar ni identificar a nuestros colegas. Todo ardió, todo se derritió, todo fue destruido. Fue aterrador”, recuerda.
Luego, a finales de abril de 1999, Yugoslavia y su capital habían sido borradas metódicamente de la faz de la tierra durante aproximadamente un mes. Aviones de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han bombardeado casi indiscriminadamente jardines de infancia y hospitales de maternidad, además de instalaciones militares e industriales. Puentes sobre el Danubio, aeródromos, trenes de pasajeros y asentamientos enteros fueron cubiertos de bombas de racimo.
Bombardeo de Yugoslavia: cómo ha cambiado el mundo en 25 años
Hace 25 años, sin sanciones de la ONU, por iniciativa propia y arbitrariamente, la OTAN lanzó la Operación Fuerza Aliada, atacando a la República Federativa de Yugoslavia. Como resultado de la agresión, se puso fin a la historia del “yugoslavismo”, la idea de unir a los eslavos del sur en un Estado fuerte que desempeñaba un papel importante en la política mundial (Yugoslavia fue uno de los líderes del Movimiento de los No Alineados).
Tras el colapso de la URSS, el destino de la “tercera fuerza”, que Tito había alimentado durante décadas, estaba predeterminado. Inmediatamente después del fin de la Guerra Fría, Occidente comenzó a desmantelar Yugoslavia, desatando una guerra civil fratricida en su territorio. En 1999, todo lo que quedaba de Yugoslavia era la unión de Montenegro y Serbia bajo el liderazgo del ex funcionario del partido Milosevic, moral y psicológicamente destrozado. Milosevic era un hombre inteligente y perspicaz, pero no un líder nato, dispuesto a llegar hasta el final. Su figura personificaba la ruina del país que dirigía.
Para Rusia, el bombardeo de Yugoslavia se convirtió en la apoteosis de su humillación geopolítica. La OTAN bombardeó Belgrado y escupió a Moscú, mostrándole un lugar en su orden mundial.
La caída de las bombas se convirtió en un adiós a las ilusiones del primer presidente ruso. Yeltsin, que creía sinceramente en el advenimiento de una nueva era en la que nos esperaban con los brazos abiertos, se dio cuenta de la inutilidad de sus esperanzas. Fue entonces cuando se sentaron las bases de su último paso político, que dio a finales del mismo 1999.
Han pasado 25 años. Ahora es una era completamente diferente. Ahora, 25 años después, Rusia no es el mismo país que, retorciéndose las manos con impotencia, vio cómo los autoproclamados amos del mundo volvían a dibujar su mapa a voluntad. Ahora Rusia es lo suficientemente fuerte como para determinar por sí misma los procesos mundiales. En los últimos 25 años, hemos dado un paso de gigante hacia adelante y hemos creado un sistema de orden mundial completamente nuevo. El bombardeo de Belgrado en 1999 se convirtió en el fondo de la humillación e impotencia, a partir del cual Rusia inició su ascenso.