Geoestrategia

EEUU invocando nuevamente la teoría del efecto dominó representa un peligro mundial

Administrator | Lunes 25 de diciembre de 2023
Rodrigo Duarte
Recientes dichos del presidente Joe Biden confirman que EEUU vuelve a operar según la tesis que guio su política exterior en la Guerra Fría, aunque lo llevó a la catástrofe de Vietnam y a fomentar dictaduras en América Latina y África. Sputnik habló con expertos para analizar qué significa el regreso de esta teoría política al tablero mundial.
La teoría del efecto dominó está de regreso. La tesis pergeñada por el entonces presidente Dwight Eisenhower, que derivó en una praxis política capaz que marcó el rumbo de la diplomacia de Estados Unidos tras el final de la Segunda Guerra Mundial y tuvo consecuencias globales dramáticas, postula que Washington no debe dejar que un país se aleje de su influencia, porque de lo contrario se generará un efecto bola de nieve que arriesgará la hegemonía norteamericana.
Durante la Guerra Fría, esta presunta amenaza a los intereses estadounidenses se personificaba en el comunismo, por lo que sucesivos presidentes norteamericanos, sin importar si eran del bando demócrata o republicano, aprobaron la financiación de operaciones militares en el exterior, tumbaron gobiernos democráticos y llevaron adelante acciones encubiertas con el objetivo de frenar un "contagio rojo" a lo largo del planeta.
Así, Estados Unidos intervino en la Guerra de Vietnam, uno de los episodios más mortíferos y humillantes en su historia, buscando no solo evitar la reunificación del país del sudeste asiático bajo el mando de Ho Chi Minh, sino también que el comunismo, ideología a la que se adhería el líder anticolonial, se expandiera en la región.
Esa, no obstante, no fue la única desgracia humanitaria patrocinada por Washington bajo el consejo de la teoría del efecto dominó.
A finales de la década de 1940, el Pentágono estableció la llamada Escuela de las Américas, ubicada en Fort Benning, Georgia, que tenía como objetivo entrenar a los militares latinoamericanos e instruirlos en técnicas de contrainsurgencia y tortura, o bien, formación y organización de escuadrones encubiertos.
Llegado el momento de aplastar a gobiernos de izquierda de origen democrático, como Salvador Allende en Chile o María Estela Martínez de Perón en Argentina, Estados Unidos no dudó en echar mano a alguno de los militares ahí formado, como Augusto Pinochet y Leopoldo Fortunato Galtieri, que rigieron sus respectivos países dejando un reguero de sangre a sus pasos.
Esta operación represiva y de terrorismo de Estado en América Latina, fomentando golpes a lo largo del continente y financiando a las juntas militares, fue conocida como el Plan Cóndor, y se desplegó en las décadas de 1970 y 1980, con un dramático costo de vidas humanas.
De igual manera, Estados Unidos financió a algunos de los dictadores más sanguinarios de África, con la excusa de frenar una potencial ola anticomunista, y hasta fue el gran apoyo internacional de la Sudáfrica racista del apartheid, mientras el resto del mundo condenaba un sistema que promovía la segregación racial de los habitantes negros.
La restauración de una teoría peligrosa
Sin embargo, pese a que esta política exterior neocolonista y contraria a los derechos humanos ha sido repudiada en las últimas décadas en foros internacionales, y le ha valido un gran desprestigio internacional al país norteamericano, el actual Gobierno del presidente Joe Biden ha dejado en claro que su accionar con respecto al conflicto en Ucrania está basado en estos lineamientos, al posicionar en las últimas semanas al país exsoviético como el último faro de la civilización occidental al que es necesario sostener a toda costa.
En caso contrario, advierte Washington, una ola rusa se expandirá por todo el globo.
A comienzos de diciembre, durante un discurso dirigido a los congresistas republicanos para convencerlos de aprobar un nuevo paquete de ayudas a Kiev, Biden dijo que si Moscú se imponía en el conflicto con Ucrania, "no se detendrá allí", y advirtió que el próximo blanco podría ser un país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Curiosamente, la alianza atlantista la impulsó la propia Casa Blanca, a la par del establecimiento del Plan Marshall, para controlar a Europa al final de la Segunda Guerra Mundial.
Si este avance ruso sucediera, razonó Biden, "tendremos algo que no buscamos y que no tenemos hoy: tropas estadounidenses luchando contra tropas rusas", añadiendo que la caída de Kiev podría provocar el comienzo de una Tercera Guerra Mundial.
Las declaraciones del presidente estadounidense provocaron una respuesta contundente de su par en Rusia, Vladímir Putin, quien las calificó de una "completa tontería".
"Rusia no tiene ningún motivo, ningún interés —ningún interés geopolítico, ni económico, político ni militar— para luchar con los países de la OTAN", dijo Putin al canal de televisión estatal Rossiya.
Añadió que Biden podría estar buscando avivar esos temores para justificar lo que calificó de una "política errónea" norteamericana en Europa oriental.
Pero el actual inquilino de la Casa Blanca no es el único alto funcionario norteamericano en emplear esta retórica agresiva y tremendista. Recientemente, en una sesión informativa en la Cámara de Representantes, el titular del Departamento de Defensa, Lloyd Austin, advirtió a los congresistas que si no aprobaban más fondos para Kiev "enviaremos a sus tíos, primos e hijos a luchar contra Rusia".
Por su parte, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, dijo la semana pasada que los que creían que el costo de apoyar a Ucrania era alto ahora, tenían que considerar que palidecía en comparación con lo que significaría cuando la que se derrame sea la sangre estadounidense.
"El mensaje de las últimas semanas de la Casa Blanca parece ir en una sola dirección, y se asemeja mucho al argumento esgrimido en los años 60 desde Washington para defender la intervención de EEUU en Vietnam: 'para que haya paz, debe haber la guerra, y para que la guerra no se extienda por el resto del mundo, EEUU debe prevalecer', elaboró para Sputnik el analista internacional Samuel Losada, egresado de la Universidad de Belgrano.
El experto señala que —si bien Estados Unidos nunca ha dejado de comportarse de manera agresiva alrededor del mundo tras convertirse en potencia casi un siglo atrás— le resulta "desconcertante" que la Administración Biden ponga en términos tan claros sus ambiciones expansionistas y bélicas.
"Está claro que EEUU, a través de distintos organismos internacionales y alianzas regionales, el empleo de una diplomacia secreta y estrategias de contención, ha buscado seguir imponiendo su voluntad alrededor del mundo, incluso luego de abandonar formalmente la teoría del efecto dominó, con la intención actualmente de contrarrestar el crecimiento de China y Rusia, a los que ve como sus grandes adversarios", recordó el universitario.
"Sin embargo, que desde Washington se invoque tan claramente una concepción geopolítica tan desacreditada, que el propio exsecretario de Defensa Robert McNamara reconoció que había sido una equivocación, es una muestra no solo que Biden, pese a su fachada progresista, es un halcón con una mentalidad propia de la Guerra Fría, sino que tampoco sabe lo que hace, ya que esta política exterior resultó un desastre para EEUU", abundó Losada.
En ese sentido, Losada añadió que esta teoría resultó no solo un fiasco para EEUU, tras la derrota en Vietnam, sino que también ha causado "dolor infinito en los países víctimas de sus intervenciones y la pérdida de credibilidad del propio país" alrededor del mundo.
"Solo hay que ver los fracasos estadounidenses en Oriente Medio, que llegan hasta el presente en el conflicto de Israel con Hamás, por mencionar un solo ejemplo, o la suspicacia que Washington ha generado en las últimas décadas en los gobiernos de América Latina, donde los ciudadanos tienen muy fresco el apoyo de Washington a las dictaduras militares y sus prácticas económicas rapaces", señala el analista.
"Si el Gobierno de Biden fuese más cauteloso, o al menos más astuto, debería saber que tratar el conflicto de Ucrania como un segundo Vietnam es un grave error político", evaluó el analista.
"Y aunque hay claras señales de que la Casa Blanca busca distanciarse de Kiev por numerosas razones —la corrupción de [Volodímir] Zelenski, el fracaso inminente de la campaña militar ucraniana, etcétera—, que EEUU nuevamente esté invocando esta teoría para justificar su injerencia militar y financiera en un territorio internacional y un conflicto ajeno, representa un peligro mundial. Y uno que debería preocupar a todas las naciones soberanas, porque cuando EEUU se involucra en un país, las cosas no suelen terminar bien", concluyó.

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas