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Alberto Piris Laespada

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
domingo 16 de septiembre de 2012, 21:40h

Un militar “pacifista” respetado, con criterio y coherencia personal

 (...) En las sucesivas presentaciones de los anuarios del CIP, el general Piris reiteró de forma sistemática la indefinición y el “seguidismo” de nuestra política de Defensa, siempre “a remolque de otros países”, situación que, en su opinión, provocaba “desorientación” en los profesionales de la milicia y en la industria del sector, inmersa en una “profunda crisis” al no poder planificar su interdependencia con nuestras necesidades en equipos y sistemas de armas. La falta de criterios propios, sostenía Piris, ha llevado a España “a reaccionar a los estímulos o políticas de sus aliados y, en algunos casos, promociona políticas de cooperación que entran en contradicción con planes militares en los que participa en la OTAN o la Unión Europea Occidental…”...

 


Un militar “pacifista” respetado, con criterio y coherencia personal

ALBERTO PIRIS nació el 1 de noviembre de 1932 en Bilbao. Ingresó en el servicio el 1 de noviembre de 1946 y alcanzó el empleo de teniente con el número uno de la IX Promoción del Arma de Artillería.

Obtuvo el diploma de Estado Mayor del Ejército en 1972, siendo capitán, empleo con el que renunció a un destino en el SECED por disconformidad con algunas actuaciones de dicho organismo, entonces dirigido por el teniente coronel José Ignacio San Martín.

Ascendió a comandante en mayo de 1974, incorporándose de inmediato al Estado Mayor Central. Vinculado a la Unión Militar Democrática (UMD), y de acuerdo con la legalidad entonces vigente, en 1975 se postuló como defensor militar inicial de uno de sus miembros, el capitán Fermín Ibarra Renes, procesado en la Causa 250/75. No obstante, su grado de compromiso con dicho movimiento nunca se concretó. En su libro “La UMD: 30 años después - La Transición Uniformada” (Foro Milicia y Democracia, 2007), Fernando Reinlein, activista declarado de dicho movimiento y conocido periodista, le incluye en la lista de los 191 miembros que lo componían, pero sin desglosar las tres categorías del conjunto que totalizaban todos los “militares de la UMD, simpatizantes y colaboradores”.

Entre 1981 y 1984, ya con el empleo de teniente coronel, obtuvo destino como agregado militar en la Embajada de España en Bruselas, con competencia en La Haya y Luxemburgo, despertando algunos recelos tanto en el entorno militar como en el diplomático por su excesiva relación con funcionarios de los países del Este, sin especial justificación en razón de su cargo.

Ascendió a coronel en noviembre de 1984, ocupando vacante de profesor en la Escuela Superior del Ejército, momento en el que comenzó a colaborar con el recién creado Centro de Investigaciones para la Paz (CIP), auspiciado por la Fundación Hogar del Empleado (FUHEM), cercana al PSOE, dudándose que llegara a acceder al generalato por razones ideológicas. Finalmente ascendió a general de brigada en 1988, gracias, al parecer, a una decisión personal de Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno; aunque, siendo consciente de las dificultades que tenía para seguir progresando en su carrera profesional, en 1989 solicitó su pase de forma voluntaria a la reserva, forzado también por las fuertes discrepancias que mantenía con teniente general Iñiguez Del Moral, entonces jefe del Estado Mayor del Ejército.

Retirado ya de la vida militar activa, Alberto Piris se centró plenamente en su actividad como analista del CIP-FUHEM, del que formó parte durante sus 22 años de existencia (1984 a 2006), desarrollando una prolífica labor como estudioso, conferenciante y articulista especialmente centrado en campo de las “defensas alternativas”. También ha sido miembro del TNI (The Transnational Institute) de Amsterdam. Asimismo, es autor del libro “Militar y Demócrata” (Grijalbo, 1983).

En las sucesivas presentaciones de los anuarios del CIP, el general Piris reiteró de forma sistemática la indefinición y el “seguidismo” de nuestra política de Defensa, siempre “a remolque de otros países”, situación que, en su opinión, provocaba “desorientación” en los profesionales de la milicia y en la industria del sector, inmersa en una “profunda crisis” al no poder planificar su interdependencia con nuestras necesidades en equipos y sistemas de armas. La falta de criterios propios, sostenía Piris, ha llevado a España “a reaccionar a los estímulos o políticas de sus aliados y, en algunos casos, promociona políticas de cooperación que entran en contradicción con planes militares en los que participa en la OTAN o la Unión Europea Occidental…”.

Un indicador de su talante y proyección pública es el hecho de que, en enero de 2002, le fuera otorgado el premio "Memorial Joan XXIII por la Paz 2001", concedido anualmente por el Instituto Víctor Seix de Polemología, de Barcelona, y que en anteriores ocasiones correspondió, entre otros, al sacerdote jesuita Padre Llanos, al premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, al escultor Eduardo Chillida, al obispo Alberto Iniesta y a políticos como Joaquín Ruiz Jiménez y Juan María Bandrés. En su caso, se le otorgó "por la profundidad de sus estudios sobre los conflictos y por la difusión permanente de las bases de construcción de la Paz desde un conocimiento profundo de los mecanismos bélicos y desde una decidida actitud de esperanza".

Alberto Piris participó testimonialmente en las elecciones municipales del 13 de junio de 1999, cerrando la lista electoral del PSOE por Madrid encabezada por Fernando Morán junto a otras cuatro personas también presentadas como “pacifistas”: Adolfo Marsillach, Carmen Díez de Rivera, Elías Díaz y José Luis Sampedro.

Siendo teniente coronel, se vio incluido en el documento de los “Cien indeseables”, distribuido profusamente entre la clase militar en el mes de abril de 1982, a medio camino entre el inicio de la vista oral del Consejo de Guerra del 23-F, iniciada el precedente 19 de febrero, y la correspondiente sentencia emitida por el Consejo Supremo de Justicia Militar el subsiguiente 3 de junio.

El documento en cuestión, recogía una lista de cien militares poco apreciados obviamente por su redactor o redactores anónimos, en similitud numérica con los firmantes iniciales del denominado “Manifiesto de los Cien” (diciembre de 1981), de confusa interpretación ideológica. Sobre aquel pasquín radical y “cainita”, que alcanzó una gran notoriedad pública, hay que aclarar que incluía nombres transcritos de forma incorrecta y otros claramente incoherentes con sus biografías contrastables, e incluso incoherentes con la justificación introductoria que les precedía. Por ejemplo, en el grupo de generales “indeseables” se incluían militares tan dispares como Iñiguez Del Moral, Sáenz de Santamaría, Cano Hevia, Fernández Campo, Pinilla Soliveres, Alcalá-Galiano, Rodríguez Toquero…, una acusación que, en el fondo, no dejaba de acreditarles ante el gobierno de UCD y su inmediata alternativa, el PSOE.

En la actualidad sigue trabajando como analista de conflictos, recibiendo el pasado 27 de enero de 2012 el premio que la Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ) "por su compromiso por la paz a lo largo de estos años" (en la imagen de más arriba). Se puede acceder a una entrevista reciente en 

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En cualquier caso, el general Piris es un militar respetado de forma generalizada por sus compañeros de armas, y uno de los pocos que han tenido la coherencia y el coraje suficiente para defender sus propios criterios profesionales en público.

FJM (Actualizado 13/11/2012)

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