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A seis meses de su autoproclamación: ¿se acerca el final de Juan Guaidó?

Por Victoria
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jueves 01 de agosto de 2019, 21:00h

Medio año después de su autoproclamación como 'presidente encargado' de Venezuela, Juan Guaidó aparece "sumamente debilitado", dijo a Sputnik el analista internacional Basem Tajeldine. La falta de apoyo militar, su "impericia" y los casos de corrupción son las claves de su ocaso.

Redacción

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Medio año después de su autoproclamación como 'presidente encargado' de Venezuela, Juan Guaidó aparece "sumamente debilitado", dijo a Sputnik el analista internacional Basem Tajeldine. La falta de apoyo militar, su "impericia" y los casos de corrupción son las claves de su ocaso.

A poco más de seis meses de que el opositor Juan Guaidó se autoproclamara' presidente encargado' de Venezuela, su derrotero político ha acumulado más sombras que luces y su figura poco a poco concita menos apoyo popular y atención internacional.

"A seis meses de haberse autoproclamado presidente encargado de Venezuela, el mundo ha podido ver en la vida real lo que su actuación política ha representado: una farsa", dijo a Sputnik el analista internacional venezolano Basem Tajeldine.

El especialista afirmó que en estos seis meses Guaidó montó "un gobierno virtual, apoyado por los países aliados de EEUU y bajo la estrategia que se ha planteado desde hace muchos años: derrocar al Gobierno legítimo de Venezuela a como dé lugar, por vías ilegales".

El fracaso de la "ayuda humanitaria"

En este tiempo, Guaidó protagonizó varios intentos de interrumpir o lesionar el Gobierno de Nicolás Maduro. Entre sus primeras acciones estuvo haber tramitado ante el Gobierno de EEUU la llegada de "ayuda humanitaria" que sería entregada a Venezuela a través de la frontera con Colombia.

Los cargamentos de la agencia estatal estadounidense 'USAid' llegaron a Cúcuta (Colombia) y militantes de la oposición, con Guaidó a la cabeza, intentaron hacerla ingresar a territorio venezolano, aún sin la autorización del Gobierno de Maduro. Los artículos sufrieron un incendio y, si bien Guaidó culpó a los efectivos del Gobierno venezolano, una investigación del New York Times reveló que fueron sus propios seguidores los que encendieron el fuego.

Aquel episodio traería más dolores de cabeza para Guaidó. El portal de noticias con sede en Miami Panam Post dio a conocer en junio que dos de los principales emisarios de Guaidó se apropiaron de forma indebida de los fondos que EEUU había enviado para financiar la ayuda humanitaria y asistir a militares venezolanos que escaparon a Colombia.

La intentona golpista, el siguiente fracaso

Guaidó también promovió ante EEUU, la Unión Europea y países de Suramérica el congelamiento de los activos que el Estado venezolano tenía en esos territorios. Asimismo, reclamó que empresas internacionales sancionaran al Gobierno venezolano.

Finalmente, el 30 de abril encabezó, junto al también opositor Leopoldo López, una intentona de golpe de Estado que no tuvo eco y fue rápidamente controlada por el Gobierno de Maduro. Guaidó y López intentaron tomar el control de la base militar 'La Carlota', en el este de Caracas, pero el supuesto apoyo militar no se concretó.

Para Tajeldine, todas las acciones de Guaidó fueron llevadas a cabo "violando completamente la Constitución de Venezuela, el derecho internacional, la paz, la razón y la armonía".

De acuerdo al analista, los sucesivos fracasos fueron deteriorando la imagen de Guaidó, tanto dentro como fuera de Venezuela. En ese sentido, apuntó que "dentro de las propias bases de la oposición se escuchan cada vez más voces de crítica muy fuerte y contundente hacia su actuación política".

Juventud, impericia y subestimación

En el errático accionar de Guaidó "hay mucho de juventud e impericia", opina Tajeldine. "Los constantes fracasos de la oposición han hecho que no tuvieran otra mejor figura y tuvieran que buscarse a un muchacho para llevar adelante una empresa como la que se han propuesto: derrocar al Gobierno legítimo".

De todos modos, el analista también consideró que la falta de éxito se relaciona con que detrás de Guaidó hubo "mucho de subestimación de las capacidades del Gobierno de Venezuela".

"Ya muchos voceros de la oposición comienzan a reconocer la realidad, y es que no se puede emprender un golpe de Estado sin fuerzas militares. Si no es un golpe virtual, un golpe de Twitter, de las redes sociales", analizó.

En efecto, Guaidó nunca llegó a tener el apoyo que esperaba de las Fuerzas Armadas. "Solo algunos grupos muy minúsculos se lanzaron a la aventura en algunas ocasiones y han quedado muy mal parados. Algunos ya se encuentran en prisión y a otros les va muy mal porque no los han atendido en Colombia", puntualizó.

A raíz de todo esto, el personaje de Guaidó está, según Tajeldine, "sumamente debilitado". Sus últimas convocatorias públicas, por ejemplo, "han sido verdaderamente ridículas por la poca convocatoria y por gente que lo insulta en las movilizaciones".

"Se irá quemando naturalmente como se han ido quemando varios pseudo líderes de la oposición en todo este transcurso. Hasta no encontrar a una persona que puede reemplazarlo, Juan Guaidó seguirá intentándolo", auguró.

De todos modos, Tajeldine enfatizó que "Guaidó es solo el elemento mediático, el payaso del circo que están utilizando para ocultar a los verdaderos duelos, los que manejan a los payasos".

El analista destacó la postura del Gobierno de Maduro, que se ha mantenido reacio a promover la detención de Guaidó "para mantener la paz". "La estrategia del Gobierno venezolano ha venido funcionando en pro de mantener a estos payasos tranquilos y dirigirse directamente al dueño del circo que se llama EEUU", complementó.

Análisis: Claves para entender el chavismo, un movimiento que es mucho más que un gobierno

Marco Teruggi

El chavismo es más que un gobierno. Reinaldo Iturriza, sociólogo venezolano, analiza las dimensiones del movimiento político que ha logrado resistir todos los intentos de golpe de Estado, y nos da las claves para entender su identidad barrial popular. Sputnik te explica qué es el ‘sujeto chavista’, y por qué es incomprendido por opositores y EEUU.

El chavismo no entra en la figura de un presidente. Ni de una mesa de dirección, o una elección. La realidad del movimiento desborda esas dimensiones. "Hay un gobierno chavista, una forma chavista de hacer política, y el sujeto político que hace posible que el chavismo esté en el Gobierno", sostiene Reinaldo Iturriza, sociólogo, investigador del Centro Nacional de Estudios Históricos.

Iturriza es autor de varios trabajos de análisis, como su último libro publicado, El chavismo salvaje, y la obra en construcción llamada Genealogía sentimental del chavismo. El sociólogo desarrolla la categoría de sujeto chavista, marcando la génesis del movimiento que antecede a Hugo Chávez, a la vez que solo fue posible con Chávez.

El inicio: los años 90, el impacto arrasador del neoliberalismo en Venezuela. "Las pocas bases de la economía se vienen abajo, se derrumba la clase política, la inmensa mayoría de la población está de espalda a esa clase, sin representación en los partidos, sin mecanismos clásicos de intermediación como partidos, sindicatos", explica.

"Es la gente al margen de la política institucional, de la economía formal, ese era el lugar que ocupaba el grueso del chavismo, esa es la parte de la sociedad que se politiza y lo hace en interlocución directa con los militares bolivarianos", agrega.

El sujeto chavista

La fundación del sujeto, su raíz principal que luego se torna policlasista, permite entender varios elementos del pasado y la actualidad. En primer lugar, la centralidad de los barrios populares que, como imagen gráfica, no existían muchas veces en las mismas cartografías del Estado.

En segundo lugar, los vínculos que se establecieron entre el sujeto politizado, movilizado, con el liderazgo, tanto de Chávez como con el gobierno.

"Durante las etapas en las que Chávez se paró con mucha firmeza desde posiciones más radicalmente democráticas, afines con lo popular, había una muy clara identificación entre el chavismo y el Gobierno", señala.

Chávez también tuvo momentos en que "se corría al centro o se equivocaba", y su virtud como líder obedecía a su capacidad para "descubrir las maneras para reencauzar la relación", en aquellos casos en que la interlocución con lo popular dejaba de ser fluida, explica Iturriza.

Ese vínculo "permitía la identificación entre sujeto y Gobierno, sobre todo cuando se le identificaba con Chávez". Pero al margen de su figura, "la relación con el Gobierno siempre fue problemática, lo que es una característica positiva, esa tensión permanente fue como el motor de muchos de los cambios que ocurrieron".

La muerte de Chávez en 2013 puso preguntas medulares sobre la mesa: cómo reconstruir un árbitro a lo interno del movimiento, o cómo mantener el vínculo sujeto-Gobierno desde la potencia política del movimiento.

"Hay un chavismo que excede un Gobierno, existe un gobierno chavista, pero no necesariamente la mayoría de los factores de poder que hacen vida en ese espacio se identifican con eso que uno puede llamar la forma chavista de hacer política", indica el sociólogo.

Los barrios populares

La derecha, o el antichavismo, como lo define Iturriza, negó al sujeto chavista desde el punto cero del movimiento. Ahora reconocen que Chávez tuvo un apoyo popular, pero que como él ya no está, quieren creer que ese caudal pasaría a la oposición.

Para el sociólogo, esta es una posición tramposa, que "desconoce la tensión permanente entre base social, sujeto político y gobierno que define al chavismo", y sobre todo comete "fraude interpretativo al asimilar malestar con el Gobierno con simpatía con la opción por su derrocamiento", señala.

"Si la base social del chavismo fue severamente crítica con el Gobierno en su mejor momento, es normal que lo sea ahora que atravesamos una situación económica", cuando es la preocupación central para la inmensa mayoría de la población, aseveró el experto.

Sin embargo, aclaró que "una de las certezas populares es que el 'antichavismo' no es una opción de poder". La matemática de la propaganda opositora no se aplica a la realidad social venezolana que no es lineal.

Esa base social tiene una dimensión organizativa en los territorios, en cerros caraqueños, los barrios de ciudades del interior, pueblos, zonas rurales de campesinado y pequeños productores.

Se puede ver en consejos comunales, comunas, estructuras de base del Partido Socialista Unido de Venezuela, comités locales de abastecimiento y producción, batallones de la milicia bolivariana, casas de alimentación, sistema de economía comunal, entre otras experiencias.

El chavismo duro

Junto con eso existe una dimensión identitaria, que no necesariamente tiene un correlato organizativo. Es lo que Iturriza define como el chavismo duro, que en términos electorales permite que el chavismo tenga "de entrada un 20 o 30%".

"Tiene que ver con que la relación de la identidad política de lo popular va mucho allá de un gobierno", que es "una circunstancia, evidentemente muy importante, ya que hay un plan y unas políticas a ser ejecutados".

Para Iturriza, puede haber mucho descontento, "pero no es solamente una masa que refrenda una opción política, tiene aspiraciones que van más allá de lo electoral".

"Su politización excede al Gobierno, y eso explica en parte por qué cuando ocurre la posibilidad de dirimir el conflicto por la vía electoral lo que está en juego es mucho más que el Gobierno sino un horizonte".

El fraude interpretativo de la derecha no es entonces solamente plantear que el chavismo ya no tiene realidad organizativa e identitaria en los barrios, sino además afirmar que ganaría cualquier elección de manera automática.

No significa tampoco afirmar que el chavismo ganaría, sino que es necesario salirse de la trampa de (no) análisis de la oposición y buscar en los pliegues, las preguntas, identidades, sus vínculos con las realidades materiales, pasados, anhelos y voluntad.

"Hay que tratar de indagar qué está pensando la mayoría de la población venezolana respecto de los dos polos: chavismo en el Gobierno y el antichavismo intentando derrocarlo".

Unidos

¿Cómo se ha logrado mantener unido el movimiento? Es una de las preguntas centrales, en particular ante las actuales adversidades, amenazas, desgastes, las operaciones permanentes para dividirlo. Pensar esa unidad es en primer lugar no buscarla en clave clásica de cómo se piensan las divisiones.

"Una dimensión es tratar de dividir al movimiento a la manera clásica, dividir el liderazgo y que un sector se vaya con uno y otra con otro", pero esto no sucede en el chavismo. En varios momentos, desde el inicio, varios comandantes y grupos se deslindaron, pero "el chavismo no hace sino crecer en fuerza, porque lo que ocurre a nivel más de tendencia de grupo tiene muy poco que ver con lo que pasa por debajo".

Ahora "se produce un fenómeno muy interesante": una parte del chavismo "sigue apostando a la defensa del Gobierno para defender a la revolución, y hay otra parte que ya no cree tener que pasar por el trance de defender al Gobierno con el cual se siente poco identificado".

Sin embargo, "su identificación con el chavismo, con sus ideas fuerza permanece en buena medida intacto. Eso explica el contraste entre la popularidad del presidente la república y la del comandante Chávez".

El resultado arroja conclusiones complejas: "a lo interno y por debajo estamos viviendo un proceso de reconfiguración de la identidad", porque hay "una fuerza popular enorme todavía", que "no se reconoce toda en el Gobierno", pero que, en la medida en que se siga reconociendo como chavista, "no se reconoce en el antichavismo".

¿Cómo piensa EEUU reconfigurar a Venezuela con el antichavismo en el Gobierno? Por un lado, siguiendo sus declaraciones, encarcelar, extraditar a una parte principal de la dirigencia del proceso.

La pregunta es: ¿qué proyecto aplicarían contra el sujeto chavista? ¿Qué lugar tendría la experiencia política, organizativa e identitaria? En la respuesta a esa pregunta está otra de las razones de la voluntad de pelea, de la no renuncia a un proyecto que siempre fue mucho más que un gobierno.