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NÚMERO 144. El submarino ruso ‘Lada’ se impone en la estrategia naval y acaba con las expectativas comerciales del S-80 de Navantia

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
sábado 13 de diciembre de 2014, 23:43h

Mucho se ha especulado en los últimos años sobre el submarino ruso similar al S-80 Clase ‘Lada’, sin llegar a conocerse la situación exacta de su desarrollo industrial ni su nivel tecnológico y, por tanto, ignorando su alcance como sistema de armas que pueda abrir una nueva época en la estrategia naval y en la geopolítica mundial.

El poco conocimiento cierto sobre la realidad del ‘Lada’, se debe no sólo al sigilo con el que ha sido desarrollado por el CDB ME ‘Rubin’ (la ‘Central Design Bureau for Marine Engineering’ radicada en San Petersburgo), sino también por la gama de versiones específicas de los submarinos rusos S-80 avanzados o de cuarta generación desarrollada a partir de la clase ‘Kilo’ y su evolución como Clase ‘Amur’ (proyectos 1650 y 950), tanto para dotación de la Armada rusa como para la exportación. De hecho, parce que el ‘Lada’ ha acabado incorporando en pruebas el mismo sistema de propulsión ‘Air Independent Propulsion’ (AIP) súper-avanzado previsto para el submarino Clase ‘Kalina’ de quinta generación.

El impulso que Rusia ha dado al diseño y construcción de submarinos no-nucleares, además de sorprender a las Fuerzas Armadas de todo el mundo (el ‘Lada’, proyecto 677, se conoce como el ‘submarino sorpresa’ de Putin), representa un duro golpe para todos los buques S-80 (desde el alemán Clase U-212 y U-214 hasta el francés Clase ‘Scorpène’ -incluida su versión avanzada de quinta generación-, pasando por el sueco Clase ‘Gotland’), eventuales competidores del ‘Lada’ en el mercado de la exportación. Pero sobre todo para el submarino español S-80, Clase ‘Isaac Peral’, con su puesta a flote fracasada y, en todo caso, con requerimientos y prestaciones ya superadas y con un retraso de salida al mercado -actualmente muy vivo- que le alejan demasiado de sus iniciales competidores y de poder conseguir clientes potenciales libres de partners tecnológicos o industriales.

Por su incompetencia, y por la del Ministerio de Defensa español, sujeto a una extraña y conflictiva dependencia tecnológica de Estados Unidos, que mina continuamente la fortaleza de la industria de defensa europea, Navantia será sin duda alguna el astillero más castigado por el submarino ‘Lada’ en el mercado de los países emergentes. Cuando después de dilapidar cientos de millones de euros sea capaz de tener operativo su S-80 (aplicado por fin el principio de Arquímedes parece que ya podrá flotar, aunque ahora tiene que poder navegar de forma eficiente), el gap tecnológico y comercial con su competencia -es decir la brecha diferencial será insalvable.

En el mejor de los casos, el submarino S-80 de Navantia, con su abortada pretensión de estar operativo a finales de 2013 (con suerte no lo estará hasta el 2018-2019), sólo podrá atender las necesidades de la Armada española (dejada por Navantia en inferioridad técnica frente al desarrollo tecnológico de sus competidores), sin poder exportar ni una sola unidad. Convertido, pues, el S-80 español en un submarino del pasado, en vez de ser ‘el submarino del futuro’ con el que se pretendió embaucar a propios y extraños, el desastre político y económico del caso verá repetida la historia -no menos lamentable- del cazaminas español Clase ‘Segura’.

Después de crearse una gran infraestructura para fabricar cazaminas con cascos de plástico reforzado con fibra de vidrio (PRFV), utilizada sólo para servir las seis primeras unidades endilgadas a nuestra Armada, sin llegar a completarse el número de unidades previstas inicialmente, y sin poder vender ninguna otra en el mercado de exportación, el batacazo inversor ha sido morrocotudo, es decir otro invento ‘marca Navantia’ (antigua Empresa Nacional Bazán). Ahí quedaron tirados y muertos de risa los talleres que se adecuaron en el astillero de Cartagena, la grada específica, la maquinaria-herramienta y los equipos adquiridos, la formación del personal…  

‘Lada’: Un S-80 que cambiará la estrategia de la guerra naval

Con la llegada del nuevo submarino ruso ‘Lada’, puede ponerse fin a toda una época: la de la dominación oceánica de la US Navy. De hecho, el Pentágono puede perder su actual capacidad de proyección de fuerza naval en las regiones remotas, con el riesgo de tener que ceder posiciones en el preponderante papel que Estados Unidos juega en la geopolítica mundial.

En los últimos tiempos, el aliento de Washington ha hecho crecer en la Unión Europea una especie de histeria anti rusa acompañada de una creciente militarización. Pero al intentar utilizar a los ‘liberales rusos’ de forma interesada en Eurasia -inmensa e inabarcable- se ha reavivado la histórica tradición imperial de Rusia, ofendida con incontables muestras de humillación y avasallamiento lanzadas por el neoconservadurismo occidental (los ‘neocons’ ) y su imposible aspiración de un dominio otanista total, bajo custodia del Gendarme Universal.

Esta reacción defensiva de Moscú se ha presentado en los medios de comunicación occidentales en clave de pánico ante sus falsos ‘preparativos de guerra’. Así, cualquier acción rusa vinculada a su desarrollo científico y tecnológico o sus meros ejercicios de adiestramiento militar (lanzar un cohete espacial desde el cosmódromo de Plesetsk, probar nuevos sistemas de armas en el lejano mar de Barents o maniobrar con patrullas aéreas a lo largo de las fronteras europeas), motiva inmediatas y airadas acusaciones de belicismo, protestas por intimidar a la comunidad internacional y otras manifestaciones absurdas y desproporcionadas frente al intervencionismo armado occidental realmente interesado en otras zonas, socapa de una inexistente defensa de la libertad y la paz internacional…

Mientras tanto, muchas de las importantes noticias generadas en relación con los cambios geoestratégicos y en el equilibrio del poder en Eurasia, pasan desapercibidas para amplias masas de ciudadanos occidentales, a pesar de afectar directamente a su futuro.

Una de esas noticias ciertamente relevantes en el plano de la inteligencia industrial y militar, es la emitida por la Agencia RIA-Novosti el pasado 13 de octubre. Apoyada en una fuente del sector industrial de defensa y seguridad de la Federación rusa, informaba: “En Rusia se ha tomado la decisión de producir masivamente generadores de energía (????) para equipar a los futuros submarinos del proyecto 677 ‘Lada’. Las pruebas del prototipo de diseño ???? han sido satisfactorias. Los siguientes ensayos se llevarán a cabo ya directamente en el buque".

Mensaje que ha pasado prácticamente desapercibido incluso en los medios militares navales (y no digamos en Navantia que está a otra cosa mucho más pedestre), sin que se le haya prestado especial atención. Cosa extraña, porque esta decisión marca el inicio de una verdadera revolución en el campo de la construcción naval de submarinos.

Ventajas y desventajas de los diferentes tipos de submarinos

Hoy, todos los submarinos funcionan con energía de dos tipos: la propulsión nuclear generada por un reactor atómico instalado a bordo y el sistema diésel-eléctrico que en superficie funciona por medio de motores diésel y bajo el agua mediante el uso de motores eléctricos y energía acumulada en baterías.

Los submarinos nucleares se incorporaron tempranamente a la Armada de la Unión Soviética a mediados del siglo pasado (década de los años 50). El primer proyecto fue el ALE 627 que entró en servicio en 1957. Desde ese momento y hasta el día de hoy, los submarinos atómicos constituyen la principal fuerza de la flota rusa, incorporando una extensa gama de armas estratégicas ciertamente temibles, desde misiles intercontinentales, hasta armas tácticas nucleares (misiles y torpedos), pasando por los sistemas de precisión que suponen los misiles de crucero de largo alcance, lo que hoy constituye el núcleo o la base de las fuerzas rusas estratégicas de disuasión.

Los submarinos nucleares incorporan una serie de virtudes indiscutibles: un tiempo de permanencia bajo el agua prácticamente ilimitado, alta velocidad y una gran profundidad de inmersión, además de mayor capacidad para la dotación de equipos y sistemas de armas. La potencia del reactor nuclear permite construir submarinos de enorme tonelaje e integrar en ellos no solo un arsenal completísimo, sino también equipos electrónicos muy complejos, medios de comunicación, electrónica de inteligencia y de navegación, etc…

Pero, al mismo tiempo, la potencia nuclear de los submarinos atómicos es su principal fuente de problemas: producen un exceso de señales acústicas que perjudica su enmascaramiento y facilitan su localización bajo el agua. La presencia a bordo de un reactor atómico (y a veces dos), junto a todos los mecanismos asociados (generadores, turbinas, bombas, ventiladores…), produce una enorme cantidad de oscilaciones y vibraciones de distintas frecuencias, requiriendo una compleja y costosa tecnología para reducir el nivel de ruido.

Sin embargo, el submarino diésel-eléctrico es casi silencioso bajo el agua. Los motores eléctricos se alimentan con la energía de baterías sin requerir la presencia de turbinas y otros equipos generadores de señales acústicas. Así, este tipo de submarinos pueden acechar en las profundidades marinas, como silentes y peligroso depredadores en busca de sus presas.

Aunque también es cierto que este instrumento de guerra naval submarina tiene limitada su permanencia bajo el agua a un tiempo normalmente corto (sólo unos días). También se mueve en profundidad muy lentamente y su autonomía energética es realmente insignificante en comparación con la de los submarinos de propulsión nuclear. Además, su limitada capacidad de generación de energía impone, a su vez, serias limitaciones en el tonelaje del buque, en la dotación de armas y en otras características claves desde el punto de vista operacional. De hecho, a este tipo de ‘submarinos’ quizás se les debería llamar ‘buceadores’, porque en su teatro de operaciones se ven obligados a emerger con regularidad para repostar diésel y recargar las baterías.

Así, por ejemplo, el submarino más reciente de la serie rusa DEPL 636 tiene una autonomía en inmersión de tan sólo 400 millas, moviéndose bajo el agua a unos 5-6 km/hora. Con estas limitaciones, es muy difícil que pueda perseguir a sus objetivos bajo el agua eficazmente, por lo que se ve obligado a confiar en los datos de exploración, que deben controlar la ruta de los mismos. De ahí que los DEPL desarrollen una forma de combate conocida como ‘el velo’, es decir, el despliegue de los submarinos en una línea perpendicular a la recta probable por la que se desplaza el objetivo, optimizando la sostenibilidad del combate con la disposición para el ataque de toda una flotilla de submarinos controlados desde un único puesto de mando.

Y si además tenemos en cuenta que normalmente el despliegue de los modernos portaviones estadounidenses va acompañado de agrupaciones de choque que ocupan una línea de más de 300 millas (más de 550 km), está claro que no son fáciles de atacar por los submarinos convencionales del tipo DEPL.

En consecuencia, no es de extrañar que el sueño de toda Armada sea la disponibilidad de un producto sustituto con un novedoso sistema de propulsión energética que permita combinar en sí mismo la doble caracterización de los submarinos nucleares y los diésel-eléctricos: potencia y sutileza, mayor autonomía en inmersión y ruidos reducidos al mínimo...

S-80 ‘Lada’: El sueño convertido en realidad

Y, efectivamente, ese sueño del S-80 ideal, se ha hecho realidad con el submarino ruso 677 Clase ‘Lada’, con sistemas autónomos avanzados de suministro de aire y de propulsión energética, conformando un gran avance  para la flota de submarinos de la Federación rusa, ensanchando su frontera operacional y dotándoles de capacidades inéditas hasta ahora.

Su desplazamiento es mucho menor que el de los submarinos nucleares, pero la dotación de armas es muy seria e insólitamente grande. Además de la torpedera tradicional (6 tubos de lanzamiento de torpedos de 533 mm, con 18 torpedos o minas), el ‘Lada’ 677 es, ya en su versión inicial, el primero no-nuclear del mundo que dispone de lanzadoras de misiles de crucero (10 verticales en la parte media del fuselaje). Misiles que pueden ser tácticos de velocidad hipersónica, misiles anti-buque o misiles de largo alcance destinado a impactar objetivos estratégicos en el interior del territorio enemigo.

Pero la característica más importante de los nuevos submarinos rusos es el sistema VNEU, un equipo hermético e independiente de energía. Sin entrar en detalles, únicamente  interesantes para los especialistas de la ingeniería, se puede afirmar que el sistema VNEU permitirá al buque estar sumergido hasta 25 días, es decir, casi 10 veces más que los actuales de la clase 636.3. El ruido generado será incluso menor que el de los reconocidos submarinos nucleares rusos ‘Varshavyanskoy’ (o  ‘Agujero Negro’, como los bautizó la US Navy por ser prácticamente imposibles de detectar).

Los países de la OTAN ya están tratando de equipar a sus submarinos con sistemas VNEU. En este ámbito sobresalen Alemania y Suecia. De hecho, desde finales de los años 90 los ingenieros alemanes construyen pequeños buques de este tipo (series U-212/214) equipados con un sistema híbrido de generación de energía. Así, el equipamiento de los submarinos alemanes instalados con sistemas anaerobios permitió aumentar el tiempo de permanencia en posición sumergida hasta los 20 días. Ahora, diferentes versiones de ese tipo de submarinos, están en servicio en Alemania, Italia, Corea, Grecia, Israel, Paquistán, Portugal, Turquía...

Por su parte, y también desde finales del siglo pasado, el consorcio sueco Kockums Submarine Systems, comenzó la construcción de submarinos de la Clase ‘Gotland’ con VNEU, en base a lo que se conoce como ‘motor Stirling’ (AIP). Estos submarinos pueden permanecer hasta 20 días bajo el agua sin necesidad de recargar las baterías. Ahora, los buques con el sistema Stirling prestan servicio no sólo en los países Escandinavos, sino también en Australia, Japón, Singapur y Tailandia (Estados Unidos, dispone de un ‘Gotland’ para estudiar la tecnología de propulsión).

Pero los submarinos alemanes y suecos son pequeños; de hecho buques costeros (o de bolsillo): nada que se pueda comparar con los rusos Clase ‘Lada’, por sus características técnico-tácticas ni por la variedad y potencia de su dotación de armas. Los ‘Lada’ del proyecto 677 son, en todos los aspectos, únicos en esta clase, convertidos en paradigma de una nueva generación de submarinos (en la que de forma gratuita pretende competir la desacreditada Navantia).

El CDB ME ‘Rubin’, principal diseñador de submarinos en Rusia con una amplia experiencia que arranca en 1901, ha desarrollado una hidroacústica muy compleja y mejorada para el ‘Lada’ que permite una mayor distancia en la detección de los objetivos. El submarino puede sumergirse a 300 m, tiene una alta velocidad de crucero y una autonomía de 45 días. Para reducir la vibración y el ruido se utiliza un motor de magnetización permanente. El casco del barco está cubierto con un material que absorbe las señales del sonar.

Hasta el año 2020, la flota rusa recibirá no menos de 14 unidades de estos nuevos submarinos oceánicos de cuarta generación avanzada.

Modificando el equilibrio estratégico

Para comprender cómo los nuevos submarinos rusos convencionales con sistema VNEU pueden cambiar el equilibrio de poder estratégico entre Rusia y Estados Unidos, baste una cita. La del vicealmirante Viktor Patrushev al afirmar en una lejana entrevista concedida a RIA-Novosti a finales de 2010: “De cuatro a seis submarinos [‘Lada’] pueden cerrar completamente una zona como el mar Negro, el Báltico o el mar Caspio. Sus ventajas son evidentes para cualquier experto militar de la Armada”.

Y cabe añadir que las rutas de estos submarinos en el despliegue de la Armada rusa pueden adaptarse a las condiciones de los diferentes teatros de operaciones, siendo capaces de alterar de forma esencial la correlación de fuerzas no sólo en el Báltico, el Caspio y el mar Negro, sino también en el mar del Norte y en el Mediterráneo, en el Atlántico y el Océano Índico. En el mar del Norte y en el de Barents, los ‘Lada’ son capaces de garantizar todas las rutas de los submarinos estratégicos rusos con sus misiles nucleares ante cualquier ataque de Estados Unidos y de los países de la OTAN, lo que mejorará enormemente la capacidad de combate de la Armada rusa en relación con sus  fuerzas nucleares estratégicas.

En la actualidad, los submarinos estratégicos rusos están en su mayor parte posicionados en orden de alerta bajo el hielo del Ártico (el ‘Komsomolets’ K-278 batió el record de inmersión superando los 1.000 metros), donde son prácticamente inaccesibles para el enemigo. Los estadounidenses sólo pueden detectar, rastrear y sorprender a un submarino nuclear ruso en la fase de transición hacia la zona de combate. Pero los 677 ‘Lada’ son el arma ideal para combatir la acción antisubmarina americana, además de poder ‘escuchar’ a los buques estadounidenses a distancias mucho más grandes.

En tales condiciones, enfrentar la acción de los submarinos enemigos, ya sea la suya propia o mediante el uso de fuerzas suplementarias de aviación y buques de superficie, se convierte en una cuestión puramente técnica.

En cuanto al Mediterráneo, el Atlántico y el Océano Índico, un despliegue suficiente de estos submarinos en sus aguas, puede anular prácticamente el poder naval norteamericano, cuyo núcleo esencial son sus agrupaciones  de portaaviones (‘Task Force’). Ya en la época soviética, los submarinos del proyecto 641 se las ingeniaban para superar las defensas anti submarinas de estos grandes buques, llegando, en ocasiones, a emerger justo debajo de las narices de los mandos de esas flotas de la US Navy. Algo que se lograba tan sólo con una pequeña agrupación de submarinos, situada a gran distancia de sus bases, careciendo de sistemas de armas modernos y sin poder permanecer en superficie más de tres días.

Ahora, con las características de los ‘Lada’, capaces de permanecer bajo el agua hasta un mínimo de 25 días, con sistemas de armas que incluyen misiles anti-buque hipersónicos, con equipos de inteligencia y control estratificados que permiten la acción agrupada y coordinada de varios submarinos, las posibilidades de anular el potencial de los grandes portaaviones se convierte en una realidad más que plausible. Y esto puede significar que toda una época de ‘dominación oceánica estadounidense’ pase a ser una historia del pasado. De hecho, si Washington pierde su principal herramienta de ‘proyección de fuerza’ en las regiones remotas, finalmente, perdería su papel hegemónico en la geopolítica mundial.

La guerra submarina perdida por Navantia

Como decíamos al principio, el ‘Lada’ ya soporta pruebas del mismo sistema de propulsión AIP súper-avanzado previsto para el submarino Clase ‘Kalina’ de quinta generación, que también podrán incorporar algunas de las versiones de la Clase ‘Amur’ destinadas a la exportación. Esto significa que la tecnología rusa de submarinos continúa en constante desarrollo (y no precisamente al estilo ‘corta y pega’ de Navantia).

El nuevo submarino ‘Kalina’, cuya existencia ha trascendido a los círculos de opinión informada a principios de 2014, pasará a sustituir a la Clase ‘Lada’ como desarrollo estratégico ruso enmarcado en la colaboración bilateral con China. Y, en efecto, incorporará la última versión de un nuevo sistema de propulsión anaerobio basado en hidrógeno altamente refinado, que no se almacena a bordo sino que se obtiene a partir del combustible diésel de acuerdo con las necesidades del momento, lo que le permitirá una mayor permanencia en sumergido y aumentar su capacidad furtiva, además de disminuir el riesgo de accidentes.

La colaboración ruso-china en el ámbito de la industria naval militar, que incorpora un alto grado de disposición, prevé la transferencia por parte de Rusia de tecnologías vinculadas a las nuevas generaciones de submarinos, dado que en el Kremlin no se teme perder posiciones en el mercado de las plataformas navales de guerra. En el futuro, los mares del este y del sur de China podrían transformarse en zonas de tensión apropiadas para desplegar el arma submarina, momento en el que el país necesitaría el apoyo técnico ruso para afrontar un eventual contencioso frente a Estados Unidos y Japón.

Según lo declarado por el almirante Viktor Chirkov, actual comandante-jefe de la Armada rusa, está previsto que el último desarrollo de los innovadores motores ‘Kalina’ concluya todas sus pruebas entre los años 2015 y 2016. La siguiente etapa, que es la construcción y puesta a flote del primer submarino ruso de quinta generación (no-nuclear), que llevará estas instalaciones anaerobias a bordo, se completará a finales del año 2017. Mucho antes incluso de que pueda estar operativo el primer submarino S-80 de Navantia, que en cualquier caso ya nacerá técnica y tecnológicamente obsoleto.

Como plataforma de guerra naval, el actual S-80 ruso Clase ‘Lada’ supone mucho más de lo que teóricamente se ha querido que fuera el ‘submarino español’, que sólo es un ilusorio sueño quijotesco para epatar al mundo sin la menor base realista que, además, ha hundido para siempre la imagen de nuestra industria naval militar a nivel internacional.

La evolución de los submarino S-80, que ya están pasando a desarrollos de quinta generación, ha acabado de golpe y porrazo -como decimos en nuestro titular- con las expectativas comerciales del armatoste diseñado por Navantia (a base -insistimos- del ‘corta y pega’), convertido en un bodrio experimental obsoleto antes de nacer, que debería ser abortado cuanto antes y redirigido hacía socios europeos (alemanes, suecos o franceses) con tecnologías compartibles y sistemas de cofabricación. Esa sería la forma más inteligente de superar el escandaloso ‘caso Navantia S-80 y de poder asegurar un futuro digno para el Arma Submarina española.

De hecho, muchos países situados en el Mediterráneo (como Italia, Grecia, Turquía, Israel, Argelia… o la aledaña Portugal) ya disponen de superioridad submarina sobre España, que lógicamente mantendrán con la evolución de la tecnología adquirida. Pero el caso de Marruecos puede ser realmente sangrante. Tras repudiar también a Navantia y echarse en manos de los astilleros franceses para dotarse de plataformas navales de superficie, el vecino ‘país amigo’ evalúa ahora la posibilidad de adquirir un primer submarino S-80 de factura rusa o francesa, lo que en cualquier caso dejaría a nuestra Armada en una posición de inferioridad submarina manifiesta, ridícula y ‘acongojada’…

El ejemplo evolutivo de lo que ha sido la industria aeronáutica española, que primero llevó a CASA a integrarse en el Consorcio Airbus Industrie y después en EADS, es bien elocuente y marcó la senda por la que debería haber caminado Navantia.

Lo evidente y objetivo es el continuo tejemaneje que se traen sobre todo los ministros de Defensa del PP para convertir nuestra Armada en una mini sucursal de pacotilla de la US Navy, en una ‘Yankilandia’ supeditada al embargo tecnológico -e incluso operacional- del Tío Sam. Como sucedió en la Guerra de Ifni-Sáhara de 1957 con los aviones F-86 ‘Sabre’ (designados C-5) y los carros de combate M-47 y M-48 ‘Patton’, que no pudieron entrar en combate. O, peor todavía, con las limitaciones para acceder al soft-ware de los F/A-18 ‘Hornet’ adquiridos precisamente a la US Navy por razones de su propia conveniencia, como sistema de armas ya integrado en la VI Flota destacada en el Mediterráneo, o para la mera fabricación nacional de la munición de sus cañones ‘Vulcan’ de 20 mm con cápsula eléctrica.

Y no digamos nada de lo que podría suceder con el sistema de combate ‘Aegis’, de la norteamericana Lockheed Martin, si las Fragatas F-100 de la Armada española que lo incorporan tuvieran que activarlos sin el nihil obstat de la Casa Blanca. Un sistema de combate rechazado en toda Europa (solo se le pudo endilgar a la Armada Real de Noruega en las fragatas Clase ‘Fridtjof’ construidas por Navantia), que ahora los mismos conniventes con la industria militar de Estados Unidos, no con la europea, han vuelto a integrar en el S-80 español que nadie comprará nunca jamás (entre otras muchas cosas por esa dependencia tecnológica).

Hace poco advertíamos en otra Newsletter (02/11/2014) que el submarino de Navantia sigue esquilmando las arcas públicas. Un derroche continuado de gran irresponsabilidad que hipoteca los presupuestos de defensa hasta límites de auténtico desastre nacional, agotando la futura viabilidad de las Fuerzas Armadas. Y decíamos que, más pronto que tarde, habrá que pedir responsabilidades por el descalabro que ya ha supuesto -y que sin la menor duda seguirá suponiendo- la torpe aventura submarina de Navantia.

De momento, la ingenua e inconsistente pretensión de que el S-80 de Navantia se vendiera como churros en el mercado internacional, acaba de diluirse como azúcar en el agua. Esa aspiración ya estaba cuestionada por los nuevos desarrollos avanzados europeos, pero el golpe definitivo se lo ha dado desde luego el ‘submarino sorpresa’ de Putin. Y ya veremos si este inacabado e inacabable artefacto submarino de la Armada española termina sirviendo para algo más que para exhibirse en las paradas navales y -esa es otra- a qué precio.

Fernando J. Muniesa