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NÚMERO 104. El lenguaje propagandista y contradictorio del ‘Global Forum Spain’

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
domingo 09 de marzo de 2014, 17:58h

Recién salidos del tedioso debate del ‘estado de la Nación’, que por su irrealidad y vacuidad ya definimos en nuestra anterior Newsletter como el debate sobre el ‘estado de la Nada’, el Gobierno de Rajoy ha vuelto a sus andanzas propagandistas con otro instrumento de manipulación política e informativa, aplicando los poderosos recursos públicos a un nuevo tinglado denominado ‘Global Forum Spain’, sin otro objetivo que el de utilizarlo como plataforma electoral de cara a los comicios europeos del próximo 25 de mayo. O sea, enmascarando sin la menor sutileza con un acto de apariencia institucional mensajes políticos a favor de las tesis gubernamentales, que en el actual contexto de pre campaña en realidad corren a favor del PP y en contra de sus opositores.

Porque lo cierto es que el objetivo del evento no era otro que el de vender a la opinión pública (convocada a las urnas prácticamente a dos meses vista) la idea-fuerza de su propio slogan publicitario (‘España: de la estabilidad al crecimiento’). Es decir, el de utilizarlo como altavoz para vender urbi et orbi la bondad de la agenda reformista del Gobierno, en línea precisamente con el discurso de autocomplacencia que había pronunciado Rajoy apenas una semana antes en el Congreso de los Diputados.

Así, el pasado 3 de marzo el Ministerio de Economía y Competitividad, con el ICEX y el Club de Exportadores e Inversores como muletas de apoyo, organizó una jornada de ‘visibilidad’ internacional en el Museo Guggenheim de Bilbao, para que todos los participantes soltaran sus tesis de coyuntura en perfecta línea con la ortodoxia europea, sumisamente aceptada por el Gobierno español, en una especie de congresillo al estilo del Foro de Davos pero con menor representación de personalidades internacionales.

El ‘Global Forum Spain’ contó con la acreditación de casi 200 periodistas de medios internacionales, en el corte de otros foros internacionales situados también a medio camino entre la propaganda estatal encubierta y el debate internacional, como el ‘Foro de Ambrossetti’ en Italia o el ‘Global Irish Economic Forum’.

Entre los invitados institucionales, además de la presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, estuvieron presentes altos cargos de la Unión Europea y de otras organizaciones internacionales como el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem; el presidente del Banco Europeo de Inversiones, Werner Hoyer; el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría y los comisarios europeos Joaquín Almunia, Michel Barnier y Karel de Gucht. Sin olvidar la presencia estelar del rey Juan Carlos, que inauguró el Forum, y del presidente Rajoy, que lo clausuró…

LA REACCIÓN SOCIAL VIOLENTA DESLUCIÓ EL FORUM

Pero tanto aparato institucional quedó inmediatamente oscurecido por la aparatosa presencia policial que blindó el Guggenheim y sus aledaños para evitar las consabidas manifestaciones de los anti-sistema, aunque en esta ocasión fueran protagonizadas por todas las organizaciones sindicales y un gran número de asociaciones y movimientos de protesta ciudadana. Su recorrido por las calles de la capital vizcaína, que puso en evidencia el sesgo ‘empresarial’ y la utilización política del Forum, se pudo calificar de muy contundente, con algunas expresiones de violencia, de forma que, puestos a hacer un balance de la aceptación social del ‘Global Forum Spain’, valdría decir que ha sido mucho más perjudicial que beneficiosa, al menos en términos de percepción pública.

Desde primera hora de la mañana, miles de manifestantes salieron a las calles de Bilbao para protestar contra la celebración del evento, participando en varias marchas convocadas por los ocho sindicatos vascos, con la lógica preponderancia de los mayoritarios ELA y LAB, y cincuenta asociaciones de defensa de los intereses ciudadanos. A su término se produjeron diversos enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas policiales, mítines y charlas del foro alternativo convocado en la Universidad por sectores de la economía social y alternativa.

Las marchas, que recorrieron las principales calles de Bilbao, exhibieron lemas como 'Troika Go Home' y ‘Troika Pitukara’, con pancartas en las que se podía leer consignas como ‘Menos ladrones en las instituciones’ o ‘Nos arrastran al empobrecimiento y la precariedad’. También se corearon gritos como “FMI Lapurrak alde hemendik” (FMI ladrones iros de aquí), “Menos recortes, más derechos”, “La calle es nuestra y no de la Troika”.

Dos columnas de manifestantes, acompañados por tractores y camiones en la cabecera, partieron simultáneamente desde las plazas del Teatro Arriaga y del Sagrado Corazón hasta la Plaza Moyua, donde se unieron. Allí se arrojó pintura contra las fachadas de varias sucursales bancarias y se destrozaron escaparates, disturbios que se reprodujeron en la Plaza de Euskadi, donde tres personas fueron detenidas acusadas de desórdenes públicos, según informó el Departamento Vasco de Seguridad; fuentes oficiales confirmaron también que grupos de personas encapuchadas atacaron el edificio de la subdelegación del Gobierno en Bilbao.

En un comunicado, el PSE-EE mostró su “más rotundo rechazo a la violencia vandálica desatada hoy en el centro de Bilbao por grupos violentos”. Y en él añadía: “Los destrozos causados contra los comercios, negocios y mobiliario público no solo desacreditan a sus autores, sino que contaminan las posturas expresadas pacíficamente por las miles de personas que ayer y hoy se manifestaron por las calles de Bilbao contra la 'Troika' y las medidas de austeridad a ultranza impuestas contra la crisis”.

Por su parte, el PP vasco condenó los disturbios callejeros lamentando que “los vándalos hayan actuado a sus anchas impunemente”. Los populares expresaron su apoyo a los comerciantes “víctimas de los violentos, que con la excusa del foro económico global se han dedicado a atacar comercios, destrozar escaparates, quemar contenedores y volcar coches”. A su vez, el PNV condenó las “tremendas” imágenes de los destrozos en la Gran Vía que calificó como “vandalismo puro y duro”

LAS CONTRADICCIONES DEL PROPAGANDISMO OFICIAL

Pero es que, entrando de lleno en el fondo contradictorio de la campaña propagandista del Gobierno (con efectos socialmente negativos), ese mismo día, en el que Rajoy ensalzaba en Bilbao la recuperación económica, la prensa difundía que en el mes de febrero la confianza del consumidor había bajado 6,2 puntos en relación al mes anterior, hasta situarse en 71,5 puntos, según el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) publicado por el CIS (el Centro de Investigaciones Sociológicas dependiente del Ministerio de Presidencia).

Esta caída del indicador, que regresa a la posición de finales de 2013, se debe tanto a la peor valoración que hacen los consumidores sobre la situación actual como de sus expectativas. En concreto, el indicador de situación actual empeoró 7 puntos en febrero respecto al mes anterior, hasta los 55 puntos, mientras que el indicador de expectativas retrocedió 5,4 puntos, hasta los 88 puntos.

El ICC recoge mensualmente la valoración de la evolución reciente y las expectativas de los consumidores españoles relacionadas con la economía familiar y el empleo, con el objetivo de anticipar sus decisiones de consumo. Sus valores se sitúan entre 0 y 200, considerándose que por encima de 100 la percepción es positiva y por debajo, negativa. Y aunque la valoración negativa de los actuales 71,5 puntos constatados por el CIS no sea peor que la de hace un año, tampoco deja de ser manifiestamente negativa y chocar con la manida tesis gubernamental de los ‘brotes verdes’ y de la falsa recuperación económica.

Y cierto es también que en la propia inauguración oficial del Forum, tras salmodiar las inevitables letanías gubernamentales afirmando que “España está acometiendo reformas con el objetivo de crear empleo e impulsar un crecimiento sostenido”, el rey Juan Carlos no pudo dejar de poner el dedo en la llaga de la crisis irresuelta: “En este sentido, aunque se confirma ese crecimiento con el gran impulso de nuestras exportaciones y la confianza de los inversores internacionales en nuestra economía, el paro sigue siendo nuestro principal desafío”. Reconociendo acto seguido que “se trata de un problema que afecta dolorosamente a millones de españoles y que preocupa profundamente a todos”...

Dejando a un lado las afirmaciones de Su Majestad sobre ‘el gran impulso de nuestras exportaciones y la confianza de los inversores internacionales en nuestra economía’, que no son estrictamente ciertas aunque sí se pueda comprender su inclusión en un discurso institucional como el suyo, está claro que la contradicción entre la supuesta bondad de las medidas gubernamentales y la realidad de los resultados que se consiguen (un nivel de paro insufrible que en 2015 seguirá siendo el mayor de la Unión Europea), llama sin duda la atención de cualquier observador imparcial de la realidad y deja en evidencia la política económica gubernamental. Dicho de otra forma, pone de relieve la falta de sintonía entre sus fines y los medios aplicados para alcanzarlos.

Una contradicción que, por encima de cualquier declaración triunfalista, no dejaron de apuntar todas las autoridades europeas invitadas al Forum. Y, si la piedra en el zapato de la recuperación económica es el paro, que dígase lo que se diga va a continuar disparado, ¿qué política económica de tres al cuarto es la nuestra…? ¿Cómo se puede decir que ya estamos en fase de recuperación económica y acto seguido reconocer de forma unánime que nuestra insoportable tasa de paro sigue y seguirá sin parangón en el mundo occidental, dando palos de ciego para combatirla…?

Durante su intervención en el Forum, el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, aseguró que España está dando “los pasos necesarios” para salir de la crisis (pero, claro está, sin salir de la crisis), afirmando al mismo tiempo que todavía quedan retos para consolidar la recuperación y que uno de los principales problemas es el “elevado” nivel de paro, especialmente entre la juventud (aunque sea más grave el paro en edades laborales medias), siendo preciso adoptar medidas al respecto (es decir, que las tomadas no han servido a ese objeto). En su opinión, es necesario alcanzar un crecimiento económico “sostenible y sólido” para poder solventar el problema, “lo cual no es fácil de conseguir”; ello supone, cuando menos, que todo lo que se está haciendo es insuficiente o que, simplemente y sin que quiera reconocerse, se sigue una política equivocada.

“Hay que ser valientes en lo político”, sostuvo Dijsselbloem, añadiendo que es preciso -ahí es nada- “convencer a los electores de que hay que hacer más ajustes”. En opinión del responsable del Eurogrupo, España es uno de los países que han adoptado reformas de calado para solucionar los problemas (“España ha modernizado sus políticas del mercado laboral, ha reformado los sistema de prestaciones y el sistema de contratación”), pero dejando bien claro que para recuperar el potencial de crecimiento a nivel europeo será preciso adoptar nuevas medidas que a corto plazo “no serán populares”: dígase entonces para qué han servido esas ‘reformas de calado’ y los tremendos recortes sociales del Gobierno y, de paso, por qué razón esas otras posibles medidas un tanto ‘milagrosas’ no se adoptaron ya hace dos años.

Michel Barnier, comisario europeo para el Mercado Interior y los Servicios, aseguró por su parte que las “dolorosas” reformas que se han impulsado en España “empiezan a tener impacto positivo”, haciendo que el país sea más competitivo (cosa más que discutible). Pero abundó igualmente en que “todavía quedan retos críticos que abordar” porque “el paro está a niveles inaceptables”.

MÁS DEBERES PARA RAJOY EN MATERIA LABORAL E IMPOSITIVA

Pero antes de esas dos intervenciones (las de Dijsselbloem y Barnier), justo después de las palabras de bienvenida al Forum que de forma sucesiva pronunciaron Ibon Areso (sustituto del alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, por razones de salud), Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, e Iñigo Urkullu, lehendakari del País Vasco, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, lanzó un mensaje estelar conectado directamente con el último pronunciamiento que la propia institución hizo sobre España el pasado 20 de febrero, al presentar su Informe Final del programa de ayuda al sistema bancario español por parte de la UE (41.300 millones). Un ‘rescate’ bancario en toda regla iniciado en julio de 2012, cuando “España presenciaba una crisis del sector financiero sin precedentes en su historia moderna” y cuyo mérito se debió a Europa, y no al Gobierno de Rajoy, aunque éste cumpliera de forma precisa las exigencias del mismo.

En su intervención en el Forum, Lagarde presentó el consabido balance positivo sobre la marcha de la crisis y las no menos preceptivas tareas pendientes: noticias buenas y otras menos buenas que obviamente marcan el margen para mejorar, poniendo más deberes a España en algunos ámbitos sin duda conflictivos, como los relativos a la presión laboral y fiscal. Tras subrayar que los avances que se atisban en la economía del país se deben a las medidas adoptadas tanto en el sector financiero como en el sistema impositivo y con la reforma del mercado laboral (el ministro De Guindos habló en su bienvenida de una recuperación “tenue y suave” que requería mantener las reformas), advirtió que la misión está muy lejos de haberse concluido, reafirmando la evidencia de que el crecimiento sigue siendo demasiado bajo y el desempleo demasiado alto como para declarar el vencimiento de la crisis.

Por eso, la directora del FMI marcó al Gobierno de Rajoy nuevas directrices para fomentar el crecimiento económico y solventar el drama del paro, con una agenda y unas prioridades concretas que, entre otras cosas, evidencian el déficit de la política económica seguida hasta ahora, lo no hecho y lo pendiente de hacer hasta el momento. Estas son las referencias concretas de su discurso a la situación española:

Una hoja de ruta para el crecimiento y el empleo en España

Permítanme ahora referirme a España. Nuevamente, tenemos noticias buenas, y otras no tan buenas. En primer lugar, las buenas noticias.

España ha comenzado a recuperarse. Se ha reanudado el crecimiento en el segundo semestre de 2013 después de más de dos años. Las cifras de desempleo y empleo ahora están mejorando paulatinamente.

Las condiciones económicas y financieras han mejorado considerablemente. En efecto, desde la crisis, las exportaciones españolas han crecido a un ritmo más rápido que las de Alemania, lo que contribuyó a registrar un superávit en cuenta corriente por primera vez en 20 años. De hecho, aun si esto se debiera en parte a la debilidad de la economía, no deja de ser cierto que se trata de una de las mayores recuperaciones de la cuenta corriente registradas por una economía avanzada importante sin que medie una depreciación del tipo de cambo.

El programa de reformas de España

Esta recuperación puede atribuirse en gran parte al programa de reformas firmes y de amplio alcance que España ha puesto en marcha desde que estalló la crisis financiera mundial. Este programa se centra en tres pilares principales.

El primer pilar es el programa del sector financiero. Este programa ha sido un factor clave para el saneamiento de los bancos españoles.

En el marco de este programa, se evaluaron de manera transparente las necesidades de recapitalización de los bancos, que se vieron obligados a cubrir sus deficiencias, entre otras formas, a través de una línea de crédito de €1.000 millones abierta por Europa, y se reforzó la regulación financiera para asegurar que una serie de instituciones, como las cajas, no operen sin ningún control.

El segundo pilar de este programa es la reforma del mercado de trabajo. La crisis puso en evidencia una serie de problemas persistentes en el mercado de trabajo español. La reforma laboral de 2012 constituyó un importante avance, y contribuyó a la recuperación del empleo incluso en un momento en que la economía está comenzando a crecer.

El tercer y último pilar del programa es la reforma fiscal. El presupuesto pasó de un superávit en 2007 a un enorme déficit en 2009. Ante esta situación, se adoptaron una serie de medidas difíciles, junto con un control más riguroso sobre las finanzas regionales, que han permitido una mejora apreciable de la posición fiscal, a pesar de la recesión.

Soy plenamente consciente de que este programa de reformas fue difícil de aplicar. Requirió una gran capacidad de resistencia y determinación por parte de la población española. Sin embargo, no hay duda de que este conjunto de reformas que se refuerzan mutuamente está dando ahora sus frutos, y vemos cómo ha mejorado la confianza, la competitividad y, lo que es de fundamental importancia, el empleo y el crecimiento.

Agenda pendiente

Sin embargo, como en el caso de Europa, también en España las heridas de la crisis son profundas y tardarán varios años en cicatrizar.

Tal vez la herida más notable es la del desempleo. Durante la crisis, el desempleo pasó del 8% en 2007 al 26% en 2013.

Casi 6 millones de personas a las que les gustaría trabajar no tienen trabajo. La mitad de ellas -3 millones- no trabajan desde hace más de un año. Y cada día que pasan sin trabajar son menores sus posibilidades de conseguir un empleo en el futuro.

También es profundamente angustiante ver que el desempleo entre los jóvenes está muy por encima del 50%. No hay nada peor para los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo que ver socavados sus sueños y su potencial por la lacra del desempleo. Un largo período de desempleo durante la juventud deja cicatrices personales, sociales y económicas a largo plazo, entre ellas una reducción del ingreso vitalicio.

Prioridades de cara al futuro

Por lo tanto, ¿qué necesita España para iniciar también una trayectoria de mayor crecimiento y empleo de forma permanente?

Pienso ahora en lo que dijo el Presidente Rajoy en una ocasión: “España ha salido de la recesión pero no ha salido de la crisis, la tarea ahora es lograr una recuperación vigorosa que nos permita crear puestos de trabajo”.

Estoy totalmente de acuerdo: Crear puestos de trabajo debe ser el objetivo primordial para España.

¿Qué significa esto en términos prácticos? Significa que no se puede relajar el impulso de la reforma. Debe mantenerse el fuerte impulso de la reforma, y consideramos que será crucial seguir avanzando en tres ámbitos clave.

En primer lugar, las reformas del mercado de trabajo, que deberán profundizarse para que sean beneficiosas para todos.

Tanto las empresas como sus trabajadores deberán tener la seguridad de que podrán llegar a acuerdos adecuados sobre condiciones laborales y salarios. Este factor es esencial para la protección y la creación de empleo.

También es necesario apoyar directamente a los trabajadores, proporcionándoles capacitación para mejorar sus conocimientos profesionales y asistencia a los desempleados para conseguir un puesto de trabajo. Además, al reducir los costos tributarios de contratar trabajadores, en especial los de baja remuneración, los desempleados se enfrentarían a menos obstáculos para encontrar trabajo.

El segundo ámbito está relacionado con la deuda, que debería reducirse.

Para las empresas, esto significa ayudar a las que son insolventes pero reestructurar la deuda de las que son viables, de manera que puedan seguir operando y continuar invirtiendo y contratando a trabajadores.

Para el gobierno, esto significa seguir reduciendo el déficit fiscal de manera gradual y favorable al crecimiento, especialmente apoyándose más en los impuestos indirectos.

Por último, el tercer ámbito es el clima empresarial, que debe reforzarse.

Es necesario facilitar la creación y el desarrollo de nuevas empresas, lo que fortalecerá su capacidad para crear empleo. Es preciso mejorar la competitividad de las empresas, lo que también fomentará el empleo y la productividad.

Los planes del gobierno para liberalizar los servicios profesionales y fomentar el libre comercio entre las regiones españolas apuntan en gran medida en esa dirección.

En la conclusión de su discurso, la directora del FMI reiteró que las reformas necesarias para España que había descrito, supondrán años de grandes esfuerzos por parte del gobierno y la sociedad. Y describió su premura con una cita del Quijote: “La diligencia es madre de la buena ventura”.

Finalmente, instó a España (al igual que a Europa) a comprometerse con la aplicación de su ambicioso programa de reformas, porque la responsabilidad “no solo es restablecer un crecimiento vigoroso, sino también lograr que millones de personas puedan volver a trabajar”.

Con todo, y descontando algunas aseveraciones de su intervención más que discutibles, lo cierto es que la directora del FMI también dejó flotando en el ambiente las contradicciones entre el lenguaje propagandista del Forum y la insuficiente eficacia de la política con la que se está combatiendo la crisis, al margen de regalarle al Gobierno alguna loa como impulsor del acto. O, dicho de otra forma, Lagarde no dejó de ocultar la contradicción entro lo hecho y lo que Rajoy ha dejado de hacer hasta ahora.

LAS CRÍTICAS MÁS DURAS Y REALISTAS

Lo cierto es que, frente al apoyo dado al Gobierno por los empresarios que participaron en el Forum de Bilbao (que es el que suelen dar a todos los gobiernos), unidos en un clamor interesado por ampliar la reforma laboral, tampoco han faltado duras críticas a su formato y contenidos. Así, Caritas, que es la mayor organización caritativa y humanitaria de la Iglesia católica, echó en falta a través de su representación vizcaína la presencia en los debates de agentes sociales y personas comprometidas en la lucha contra el desempleo y la precariedad ciudadana.

El lehendakari Urkullu aprovechó su turno de bienvenida al Forum para defender el modelo económico vasco, con clara preponderancia industrial (y por ello con un nivel de paro mínimo), y el Concierto Económico, haciendo un alegato en favor de una economía “más humana” al tiempo que arremetía contra “la tiranía” de un mercado financiero “sin alma” que ha puesto en jaque al estado de bienestar.

También exigió a los bancos una contrapartida para que devuelvan el esfuerzo público recibido y dediquen parte de la ayuda a engrasar la economía real a través del crédito. La ayuda (léase ‘rescate’) al sector financiero español, que superó los 40.000 millones de euros, fue necesaria -dijo-, aunque sin dejar de provocar la incomprensión ciudadana, razón por la que en su opinión ha llegado el momento de que los ‘rescatados’ sean responsables y pasen a actuar ahora como ‘rescatadores’.

Por su parte, el también vizcaíno Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Competitividad, mantuvo en una entrevista previa a su intervención en el Forum, emitida en Radio Euskadi, que “no es sensato, ni razonable, ni justo” que la directora del FMI pidiera en el mes de febrero rebajar los sueldos españoles un 10% (ella se ha subido el suyo un 1,5%), afirmando: “Los sacrificios deben estar bien distribuidos y los economistas no podemos pedir algo que, en la práctica, es inviable: esa disminución de salario solo se puede aplicar en empresas en crisis y para evitar despidos”. La confrontada posición entre la CE y el FMI se debe a que este organismo es un “instrumento económico y financiero”, mientras que aquél lo es político y, como tal, “debe pensar en la gente”.

Y, apuntando a los errores de la política económica actual, en su turno como ponente de la Mesa Redonda titulada ‘Productividad, innovación y competencia: claves para la competitividad’, Almunia no dejó de advertir sobre el error que supone dar por hecha la recuperación económica, como algunos hacen, cuando en realidad todavía no ha llegado (la verdad es que nadie la puede ver por ningún lado), alertando sobre los proteccionismos en tiempos de crisis…

Pero las críticas más duras y realistas (veladamente dirigidas al Gobierno de Rajoy y al propio FMI) estuvieron en boca del secretario general de la OCDE, Ángel Gurría. En una jornada caracterizada por las buenas palabras sobre la dudosa reactivación de la economía española (el propagandismo gubernamental), plagada de ‘peros’, el balance general de Gurría fue tan claro como rotundo: los niveles de crecimiento mundial -y en especial en la zona euro- son bajos, el medio y largo plazo resulta poco halagüeño, a los bancos centrales les quedan pocos cartuchos de política monetaria y los gobiernos carecen de más gasolina fiscal para impulsar la economía.

Y denunció de forma descarnada el legado de esta devastadora crisis: una creciente desigualdad y una desconfianza en las instituciones creadas en el pasado siglo XX. Una crisis interminable de la que, en su opinión, sólo se puede salir aplicando nuevas reformas.

Centrado en el caso de España, el máximo representante de la OCDE recalcó la necesidad de mejorar la productividad (cosa distinta de la ‘competitividad’), más allá del manido recorte de los salarios: “Hay una cuestión de productividad que no tiene que ver con el nivel absoluto de los salarios, tiene que ver con la remuneración del trabajo y lo que ese trabajo produce en una hora. La mejor forma de mejorar los salarios es mejorar la productividad. Hay que enfocar la atención en eso y no en unos niveles altos o más bajos de salarios” (su disconformidad con las tesis de reducción salarial del FMI y con la praxis seguida en España fue evidente).

Gurría aseguró que “vivimos en un contexto muy complejo, las cifras de crecimiento son modestas y el medio-largo plazo deja mucho que desear en las economías del mundo y en especial en Europa, y los instrumentos tradicionales los hemos agotado”. Y añadió de forma concluyente: “Los tipos de interés son cercanos a cero en Estados Unidos, Europa, Japón Reino Unido… Y la política fiscal la gastamos toda para salir del agujero, los ratios de deuda con relación al PIB han aumentado en 30 puntos porcentuales en los países de la OCDE, hasta el 100%. Así que, ¿qué nos queda…?”.

A su entender, la respuesta a esa pregunta es “lo estructural, las reformas en educación, impuestos, mercado de trabajo, regulación I+D, crecimiento verde, innovación…”, insistiendo en que “esas son las cosas que nos van a salvar”. Y lamentó que, si bien la economía española ya ha equilibrado su cuenta corriente con Europa y sus exportaciones evolucionan positivamente (las medidas del Gobierno parece que empiezan a funcionar), “muchas de estas medidas se han empezado a tomar tarde”.

RAJOY EN SU PAPEL: NINGUNA APORTACIÓN Y A VERLAS VENIR

Con todo, la actitud adoptada por el presidente Rajoy en el Forum fue típica del personaje: total autocomplacencia, ignorar los problemas reales y ver de qué forma alguien se los arregla sin su aplicación personal.

Autocomplacencia porque la satisfacción que le produce el balance de su medio mandato presidencial ya consumido, quedó bien patente en el propio lema del ‘Global Forum Spain’ (‘España: de la estabilidad al crecimiento’). Toda una falacia conceptual, con funciones de falso slogan publicitario.

Desprecio de la realidad porque, tras sacar pecho por el éxito de su plan de reformas, todavía invisible o con logros realmente pírricos, en su esperado discurso de clausura Rajoy pasó de puntillas por la gran lacra española: el paro con todo lo que arrastra. ¿O acaso dio alguna respuesta a las cruciales cuestiones planteadas en los debates…? ¿Aclaró las dudas latentes…?

Y quedarse a verlas venir porque lo suyo fue endosar las nuevas reformas a la UE, diciendo que las medidas ya tomadas -no habló de ninguna adicional- han sido “esfuerzos a nivel nacional que deben ser complementados con actuaciones a nivel europeo”. En muy pocos minutos, con extrema rapidez y mucha menos explicación, el presidente Rajoy pidió que Europa moviese ficha, remarcando la necesidad de avanzar en la unión bancaria y fiscal y reclamando a corto plazo, sin que nadie llegase a tener conciencia cierta de a quién se dirigía, “medidas para favorecer la liquidez en las economías que se están viendo más afectadas en su acceso a los mercados”.

Porque, ¿de qué crédito a España se puede hablar, y quién y a qué precio lo podría dar, con una deuda pública que el Gobierno de Rajoy ha elevado a casi el 100% del PIB…?

Total: un discurso presidencial que entremezcló vanaglorias y logros más que discutibles con irrealidades, análisis erróneos y exigencias sin destinatario cierto, en un marco propagandista y contradictorio por partes iguales y rebosante de comparsas decorativos, agendas y deberes pendientes, cosas por hacer, muchos flecos sueltos... A la postre, ‘marianismo’ en estado puro. ¡Dios nos guarde!