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La pregunta por el Eurasianismo

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
miércoles 14 de diciembre de 2022, 20:00h

 La segunda reunión del Círculo Rébellion Aix-Marseille se ha llevado a cabo y ha versado sobre el eurasianismo y sus principales ejes temáticos. El eurasianismo es una doctrina que nacida entre las élites intelectuales y políticas del Imperio ruso que se hicieron la siguiente pregunta a todo lo largo del siglo XIX: ¿Es Rusia un país europeo o asiático? Los eurasiáticos (Nikolái Trubetskói, Petr Savitski, etc.) respondieron a esta pregunta a principios del siglo XX de la siguiente manera: ni lo uno ni lo otro, Rusia es un país euroasiático. Según los eurasiáticos Rusia debía rechazar el proceso de occidentalización forzada y abrazar la Tradición en un sentido no reaccionario. Además, Rusia tampoco podía ser considerada un Estado-nación, ya que esto provocaría movimientos separatistas, y debía abrazar una cierta forma de anticapitalismo. Los eurasiáticos también revalorizaron el elemento turaniano dentro de Rusia, considerando que la unidad territorial y civilizatoria de su inmenso territorio fue creada por Gengis Kan y sus descendientes, produciéndose cierta simbiosis entre los diferentes pueblos de su Imperio. Un ejemplo de esto lo encontramos en la elección del príncipe Alexander Nevski que eligió luchar contra los Caballeros Teutónicos y aliarse con los mongoles.

Rebellion


 

Rebellion

La segunda reunión del Círculo Rébellion Aix-Marseille se ha llevado a cabo y ha versado sobre el eurasianismo y sus principales ejes temáticos. El eurasianismo es una doctrina que nacida entre las élites intelectuales y políticas del Imperio ruso que se hicieron la siguiente pregunta a todo lo largo del siglo XIX: ¿Es Rusia un país europeo o asiático? Los eurasiáticos (Nikolái Trubetskói, Petr Savitski, etc.) respondieron a esta pregunta a principios del siglo XX de la siguiente manera: ni lo uno ni lo otro, Rusia es un país euroasiático. Según los eurasiáticos Rusia debía rechazar el proceso de occidentalización forzada y abrazar la Tradición en un sentido no reaccionario. Además, Rusia tampoco podía ser considerada un Estado-nación, ya que esto provocaría movimientos separatistas, y debía abrazar una cierta forma de anticapitalismo. Los eurasiáticos también revalorizaron el elemento turaniano dentro de Rusia, considerando que la unidad territorial y civilizatoria de su inmenso territorio fue creada por Gengis Kan y sus descendientes, produciéndose cierta simbiosis entre los diferentes pueblos de su Imperio. Un ejemplo de esto lo encontramos en la elección del príncipe Alexander Nevski que eligió luchar contra los Caballeros Teutónicos y aliarse con los mongoles.

El eurasianismo volvió a suscitar interés con el colapso de la URSS. El historiador Lev Gumiliov intentó hacer una síntesis entre el eurasianismo clásico y sus propias teorías sobre el ciclo de crecimiento y colapso de los imperios y los pueblos. El filósofo Alexander Dugin ha retomado estos conceptos y los de otros autores popularizando términos como multipolaridad, Noomajía, etnosociología, topogénesis, Sujeto Radical y Cuarta Teoría Política (una teoría que busca superar el callejón sin salida al que nos han llevado las ideologías políticas del siglo XX: el liberalismo, el fascismo y el comunismo). Dugin ha retomado algunas de las intuiciones de pensadores como Fernand Braudel (la gramática de las civilizaciones) y Samuel Huntington (El choque de civilizaciones) con la intención de analizar la hegemonía estadounidense actual después del colapso de la bipolaridad, cuando Estados Unidos y la URSS se repartieron el mundo desde 1945. Dugin sostiene que de la unipolaridad estadounidense debe ser reemplazada por una nueva forma de organización del mundo que girará alrededor de los Grandes Espacios civilizacionales. Estas ideas han sido retomadas por políticos rusos como el presidente del Partido Comunista de Rusia Guennadi Ziugáno y Serguéi Naryshkin. Por otro lado, las teorías euroasiáticas han tenido cierta influencia en los medios políticos y militares de los países exsoviéticos: Nursultán Nazarbáyev, el primer presidente de Kazajistán, fundó en Astana la Universidad Nacional Euroasiática Lev Gumiliov; mientras tanto, el expresidente de Kirguistán Askar Akáyev (derrocado en 2005 por una revolución de colores) y el general ruso retirado Alexander Vladimirov intentaron aplicar las teorías de Gumiliov a la geopolítica.

El eurasianismo es una doctrina nacida en Rusia que buscó responder la pregunta sobre su propia identidad, lo que sin duda ha contribuido a retrasar su difusión en el extranjero. La posición proturca de muchos eurasianistas también plantea varios interrogantes, especialmente en lo referente a Turquía y Azerbaiyán, países que promocionan redes mafiosas turcas en Europa o la invasión de Chipre y la ocupación del Norte de este país por parte de Turquía, la guerra de Nagorno-Karabaj contra los armenios, además de los acuerdos que estos países tienen con Estados Unidos y el Reino Unido… Dugin ha intentado establecer relaciones con personalidades y movimientos susceptibles de adherirse a las tesis eurasiáticas a lo largo de todos estos años, intentando difundir la idea de que la unión de Eurasia es la única manera de defender la Tradición en contra del atlantismo y el liberalismo. El país europeo donde más han arraigado las ideas eurasiáticas ha sido Italia: Maurizio Murelli (director de la editorial AGA, traduce regularmente los libros de Alexander Dugin) junto a Claudio Mutti (editor y director de la revista Eurasia) y Carlo Terracciano (que solía ser colaborador de Murelli) son las figuras más conocidas del eurasianismo italiano volcado hacia el Mediterráneo. Mientras tanto, la editorial Anteo publica regularmente textos de análisis geopolíticos sobre Eurasia, además el laboratorio de ideas CeSEM no sólo habla de la multipolaridad, sino que también organiza encuentros y cursos de formación en línea sobre estos temas. Cabe destacar el papel del medio de comunicación Idee&Azione, rama italiana del Movimiento Eurasiático Internacional de Dugin (1) que traduce sus textos sobre geopolítica al italiano y organiza regularmente podcasts sobre los mismos. En Bélgica, el eurasianismo se confunde con el europeísmo proalemán y los diversos intentos de este país de aliarse con Rusia. Jean Thiriart abogaba por la creación de una alianza entre Europa y la URSS, mientras que Robert Steuckers (mucho más europeísta, aunque toma en cuenta Asia y Oriente Medio) defiende la unificación de los pueblos europeos, siendo al mismo tiempo un prolífico traductor de artículos y entrevistas a varios idiomas.

Durante la jornada se planteó el lugar que ocupa Francia y, en general, Europa en la articulación de estos espacios civilizatorios con tal de construir una gran unión euroasiática. El eurasianismo ha suscitado muy poco interés en Francia debido a varias razones, especialmente por la epopeya histórica nacional de haber creado el primer Estado-nación del mundo, el férreo republicanismo, la enorme distancia geográfica que nos separa de Rusia y, más globalmente, de Asia, hace que los franceses manifiesten poco interés por esos temas. La editorial Ars Magna ha traducido varios libros de Alexander Dugin a nuestro idioma y ha vuelto a publicar los textos de Jean Thiriart. Por otro lado, Yohann Sparfell ha intentado construir una Cuarta Teoría Política desde una perspectiva francesa con su concepto de Res Publica Europae. Sin embargo, ha sido el escritor rumano francófono Jean Parvoulesco quien mejor ha abordado en Francia la necesidad de elaborar una teoría euroasiática refundada en la Tradición, incluso defendiendo la creación de un Gran Imperio Euroasiático y un Gran Gaullismo. Por su parte, Laurent James ve en Rusia y en la idea de la Tercera Roma una forma de que Europa vuelva a abrazar sus raíces cristianas. No obstante, es imposible sostener que haya surgido alguna clase de movimiento mediático o político eurasiático en Francia y todos los intentos que se han hecho fracasaron rápidamente. Paradójicamente, ha sido Francia donde surgió el primer intento de cooperación euroasiática desde un punto de vista geopolítico con la efímera constitución de un eje París-Berlín-Moscú representado por Chirac, Schröder y Putin en 2003 contra la invasión estadounidense de Irak.

Ahora bien, existen intelectuales y políticos fuera de Europa y Rusia interesados en el eurasianismo, en especial en Turquía donde existe incluso el Vatan Partisi, dirigido por Dogu Perincek, que se encuentra actualmente en prisión. Este partido político se opone a la intervención de Ankara en Siria y ha apoyado la invasión rusa de Ucrania. También ha lanzado campañas a favor de la salida de Turquía de la OTAN y el establecimiento de una alianza con Rusia y China. El eurasianismo turco sigue siendo una corriente marginal debido al neo-otomanismo de Erdogan y el panturquismo de los nacionalistas turcos.

Resulta urgente pensar en una alternativa factual a la hegemonía liberal-libertaria promocionada por la talasocracia estadounidense. El modelo del Estado-nación (westfaliano) se encuentra en crisis, víctima de la globalización, su propio centralismo jacobino y las múltiples reivindicaciones regionalistas. ¿Es acaso viable crear una unión supranacional e incluso imperial (no imperialista) que defienda la aspiración de los diferentes pueblos que rechazan el modelo hegemónico anglosajón? La necesidad de formar cuadros y élites capaces de poner en práctica un proyecto euroasiático antiliberal y arraigado en la Tradición parece indispensable, pero este debe estar ligado primero a un cambio interno en nosotros mismos. El primer paso es deshacerse de la estreches del nacionalismo pequeñoburgués y abrir nuestras perspectivas a una unión mucho más amplia tomando en cuenta la importancia de las civilizaciones como algo fundamental. La elaboración de una Cuarta Teoría Política adaptada al contexto de cada individuo y comunidad es otro reto que debemos abordar. Además, es necesario oponerse al discurso materialista y desarraigado de las élites actuales que siguen acríticamente la doxa liberal anglosajona como un dogma incuestionable.

Notas:

1. http://med.org.ru/article/1915

Fuente

La controversia de la oposición euroasiática en Rusia hoy

Aleksandr Duguin

En los últimos tiempos, el delicado equilibrio perceptible en el campo de la oposición política e ideológica en Rusia ha comenzado a verse perturbado por una creciente polémica entre «etnocentristas» y «eurasiáticos», «rojos» y «blancos», etc.

Por un lado, esta polémica ha aclarado los principios doctrinales de estas diversas tendencias, movimientos y partidos que antes eran demasiado vagos y formulados inconscientemente. Es un aspecto positivo. Por otro lado, este proceso es el signo de la entrada de la oposición en un esquema elaborado por el sistema, es decir su «convencionalización», su domesticación y su «castración» en «juegos» de parlamentarios y partidarios estériles. Cabe señalar que este proceso de eliminación de la oposición no a través de la represión, sino a través de la domesticación, la corrupción progresiva y la «esterilización» ha sido brillantemente trabajado en el occidente globalista. En palabras de Jean Thiriart: «Hay dos formas de destruir una ideología revolucionaria (especialmente el comunismo): la burocracia y el parlamentarismo».

Es bastante significativo que en las sociedades globalistas desarrolladas no haya una oposición que realmente cuestione los principios mismos del sistema. La derecha y la izquierda son solo partes de un juego engañoso y deliberadamente fabricado. Por otro lado, nuestra oposición a nosotros en Rusia, que tomó forma después de agosto de 1991, es una oposición real que encarna el profundo rechazo de ciertos segmentos de la sociedad, no sólo a las acciones específicas del grupo en el poder, sino también a los principios mismos de la cosmovisión que triunfó en el país tras la derrota del golpe de Estado.

El surgimiento de tan amplias polémicas dentro de la oposición podría conducir a su fragmentación y posterior integración en nichos políticos especialmente preparados por el propio régimen. Por ello, es muy importante esclarecer aquí y ahora las diferencias de perspectiva que están surgiendo en el seno de la oposición y formular hipótesis sobre la lógica de su desarrollo potencial.

El inicio de la polémica: eurasianistas y etnocentristas

La principal línea de división que está surgiendo en la oposición opone a los «eurasistas», los «estatistas» y los «nacional-comunistas» por un lado, y los «nacionalistas», los «paneslavistas» y los «monárquicos» por otro. El criterio principal y el motivo central de este debate es la cuestión de nuestro enfoque del estado y de la etnia. Es precisamente esta concepción la que divide a la oposición hoy, y no la cuestión de la actitud hacia el comunismo, la religión, el marxismo, etc.

En ambos lados hay una extrema derecha (compuesta por antimarxistas, ortodoxos, fascistas, etc.) y una extrema izquierda (compuesta por ex miembros del aparato del partido, comunistas, socialistas, etc.). Los euroasiáticos y los «estatistas» afirman la superioridad del estado sobre la etnicidad. Su nacionalismo es abiertamente imperial, supraétnico y geopolítico y, a menudo, se combina con el mesianismo tradicionalmente ruso, ortodoxo y estatal, específico del pueblo portador de Dios (theophorus). Para este sector, el desmembramiento de la Unión Soviética es un mal absoluto, y los autores de esta aberración deben ser claramente identificados como criminales nacionales con los que no es posible el diálogo, la conciliación o el compromiso constructivo. Se trata de una «oposición radical e irreconciliable», dotada de una fuerte determinación política para luchar contra el Sistema hasta el final. En esta lucha, los euroasiáticos están dispuestos a unir fuerzas con todas las fuerzas religiosas, nacionales y geopolíticas, tanto en Oriente como en Occidente, que puedan ayudar en la lucha contra la globalización y contribuir a la reconstrucción del mundo. En términos geopolíticos, los «estatistas» ven el globalismo y los Estados Unidos talasocráticos como el principal enemigo.

Los «nacionalistas eslavófilos», por su parte, afirman la primacía del factor étnico. Este nacionalismo se limita a la etnia de la Gran Rusia o la defensa de una unión paneslava. Este campo alberga dos polos: el polo «étnico minimalista», encarnado por los proyectos de la organización ROD con sede en Petersburgo, que propone establecer un estado monoétnico de la Gran Rusia, y el polo «étnico maximalista», que a veces incluso propone restaurar la Unión Soviética, pero solo en el contexto y durante la expansión militar y económica nacional de Rusia en las repúblicas separatistas (por ejemplo, con el pretexto de defender a la población rusa). Los nacionalistas eslavófilos no excluyen la posibilidad de diálogo y cooperación con el gobierno con la condición de limitar la influencia de los rusófobos abiertos y odiosos y los pueblos no rusos. En todo caso, para ellos, el principal enemigo son los demás pueblos, los judíos, etc. Para ellos, los factores geopolíticos son secundarios y tienen un valor puramente práctico.

Reproches mutuos

Los dos polos de oposición tienen una serie de reclamos fundamentales entre sí que son fácilmente distinguibles. Los euroasiáticos han hecho una serie de afirmaciones contra los etnocentristas. Acusan a este último: a) haber facilitado el colapso de la Unión Soviética al exigir la soberanía de Rusia y la creación de bases estatales dentro de la RSFSR (que solo les hizo el juego a los demócratas y los globalistas); b) provocar tensiones dentro de la población rusa en las repúblicas (ya que limitar la nación rusa a un marco étnico estrecho solo puede conducir a su alienación de los demás pueblos del imperio); c) privar al movimiento patriótico de la conciencia geopolítica de la estrategia estadounidense de conquista de Eurasia (que los estadounidenses aprovechan para extender sus manos a las regiones que los rusos dejan desprotegidas al decidir «centrarse en sus propios problemas»); d) haber reducido el nacionalismo «universal», «imperial» y «mesiánico» de los rusos al nivel de fronteras puramente étnicas (haciendo así que el nacionalismo ruso sea impotente, pasivo e incapaz de cumplir su misión como Estado); e) haber promovido un compromiso conformista en el diálogo con el gobierno ruso antinacional, globalista y pro estadounidense cada vez que hace gestos hipócritas hacia las tradiciones rusas (folclore nacional-religioso arcaico e inofensivo); f) haber idiotizado las tradiciones rusas defendiendo la restauración de los aspectos arcaicos y sombríos de la Rusia prerrevolucionaria y renunciando a los logros tecnológicos, estratégicos e industriales del período soviético; g) por haber defendido con demasiada frecuencia la propiedad privada (capitalismo nacional), que está en contradicción con las tradiciones sociales de Rusia; h) finalmente, por ser los principales artífices de la escisión en la oposición, por haber rechazado la alianza que constantemente les proponían los euroasiáticos, de acuerdo con la apertura y el pragmatismo de su ideología, que se fijaba como principales objetivos la reconquista del Estado y la restauración del Imperio.

En este contexto: ¿Quiénes son los bolcheviques? ¿Quiénes son los mencheviques?

Estas son las razones fundamentales de la creciente polémica dentro de la oposición, que difícilmente puede detenerse al nivel de líderes autoritarios que llaman a la concordia y la unidad y ofrecen advertencias y simpatías personales. En esta cuestión, sin embargo, estas contradicciones son de carácter fundamental y pueden compararse circunstancialmente con la disputa entre bolcheviques y mencheviques. Los euroasiáticos son los bolcheviques que se niegan a comprometerse con el corrupto gobierno globalista, se rebajan a la demagogia parlamentaria, buscan la conciliación con el sistema y no están dispuestos a optar por compromisos limitados y ambiguos. Los etnocentristas son los mencheviques que se contentan con llevar a cabo reformas incrementales a nivel nacional y abandonar la revolución nacional planetaria a cambio de pequeñas concesiones de los globalistas, que están dispuestos a presentar a los rusos un «ser nacional» folclórico en las reservas euroasiáticas.

Además, es extremadamente importante que el campo euroasiático se involucre en un proceso de creatividad ideológica que conduzca a la formación de nuevos conceptos, como el «futurismo eslavófilo» y la gran idea del «Imperio euroasiático», que, en futuro, será capaz no sólo de recuperar el poder geopolítico perdido de Rusia, sino también de convertirse en un centro de doctrina antiglobalista capaz de estimular el proceso planetario de liberación ideológica y geopolítica de la dominación bancaria estadounidense. Esta ideología es ofensiva, virulenta y de aplicación universal, tanto en Europa como en el tercer mundo.

Los «nacionalistas» se centran únicamente en la resistencia pasiva y defensiva. Miran hacia atrás con nostalgia apasionada y nostalgia sentimental por el pasado. Son fieles no tanto al espíritu y la esencia de la tradición rusa como a sus formas externas. Sin embargo, el modelo monoétnico de Rusia es, sin duda, una idea totalmente «modernista», ya que nunca ha existido nada parecido en Rusia en toda su historia.

Sin embargo, sería erróneo asociar a los «bolcheviques» de la oposición (los euroasiáticos) con el «modernismo» ya los «mencheviques» con el «arcaísmo». En realidad, ambos polos contienen elementos modernos y tradicionales, aunque combinados de diferente manera. Orientación imperial, apertura a grupos étnicos no rusos, elitismo y tradiciones económicas comunales contra constituyen los aspectos profundamente tradicionales del lado euroasiático. Sin embargo, los euroasiáticos son modernistas en términos de proyectos industriales, tecnológicos y militar-industriales y en el apoyo a la creación de sistemas informáticos y sistemas de comunicación globales modernos. Los «nacionalistas» puros son modernistas en su «monoetnicidad», en su aversión a las élites (que es evidencia de individualismo e igualitarismo) y en su simpatía por el capital nacional. Por otro lado, su rechazo a la industrialización y al desarrollo tecnológico es una característica puramente arcaica.