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Pedro Merry Gordon

Por Elespiadigital
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domingo 26 de febrero de 2012, 11:42h

Un militar mítico en la senda de la tradición legionaria

(...) en 1979, mientras ETA asesinaba implacablemente a militares y civiles, los altos mandos de las Fuerzas Armadas ya comenzaron a manifestar su malestar no sólo contra el terrorismo, sino haciendo también declaraciones muy severas contra la clase política del nuevo sistema democrático, a la que, de forma indirecta, culpaban de la situación del país. Fue precisamente Pedro Merry quien, con motivo de la muerte del coronel Pérez Zamora y del comandante Ezquerro Serrano, asesinados por ETA en Bilbao, pronunció un duro discurso del que destacaba este párrafo: “Los miserables terroristas nos atacan por la espalda para hacernos perder los nervios. Pero van a ser ellos quienes acaben perdiéndolos, porque si nos dan la orden de atacar, cuando lo hagamos no va a haber alpargatas ni pelucas para que corran como los que son: unos cobardes”...

 

Un militar mítico en la senda de la tradición legionaria

PEDRO MERRY GORDON nació el 21 de mayo de 1917 en Jerez de la Frontera (Cádiz), en el seno de una familia de larga tradición militar. Su padre, Francisco Merry Ponce de León (1872-1971), que ostentó el título de Conde de Benomar y llegó a alcanzar el empleo de teniente general del Arma de Caballería, fue gentilhombre de cámara de Alfonso XIII y caballero de la Orden de Carlos III, interviniendo en la guerra de Cuba como ayudante de campo del general Valeriano Weyler.

Pedro Merry ingresó en la Academia de Infantería el 21 de enero de 1936, sorprendiéndole el inicio de la Guerra Civil española, el 18 de julio de ese mismo año, cuando se encontraba de vacaciones en Sevilla, momento en el que se puso a las órdenes del general Queipo de Llano. De inmediato, se trasladó a Talavera de la Reina (Toledo) donde se incorporó a La Legión con el grado de alférez, en cuyas unidades ocupó diversos destinos prolongados a lo largo de su dilatada carrera militar. Fue herido en combate de forma sucesiva, primero formando parte de la X Bandera, de la que fue destacado fundador, y a continuación integrado en la XIV.

En 1937 ascendió a teniente y tres años después, en 1940, a capitán, empleo con el que se alistó como voluntario en la denominada “División Azul” (encuadrada en la 250 División del Ejército alemán). En ese destino ascendió a comandante por los méritos de guerra adquiridos en la sangrienta batalla de Krasny-Bor (arrabales  de Leningrado).

Alcanzó el empleo de teniente coronel en 1952 y en 1961 el de coronel, siendo puesto al mandó del Regimiento de Infantería “Granada” nº 34, con el cargo adjunto de gobernador militar de Huelva. El 15 de julio de 1966 alcanzó el generalato, momento en el que fue designado jefe de la Brigada de Infantería Mecanizada nº 21 y gobernador militar de Badajoz. En aquellos momentos fue el general más joven del Ejército español, con 49 años, cuando precisamente su padre era el general retirado más veterano.

Pedro Merry ascendió a general de división en 1970, ocupando la jefatura de la División “Guzmán el Bueno” nº 2. En marzo de 1973 alcanzó el empleo de teniente general con él fue designado capitán general de la VII Región Militar (Valladolid). Dos años más tarde, en 1975, cambió ese mando por el de la II Región Militar, con sede en Sevilla.

En este último destino afrontó los sucesos del 23-F, haciendo dejación absoluta de sus funciones por el efecto que el alcohol provocaba ya en su precaria salud (a cuyo consumo fue arrastrado por las muertes de sus hijos Alfonso y Francisco, ocurridas ambas en trágicas circunstancias). A pesar de los muchos comentarios y versiones circuladas en torno a su actitud en aquellos momentos, la realidad es que la Capitanía General de Sevilla estuvo prácticamente en manos de su jefe de Estado Mayor, el general Gustavo Urrutia (el primer oficial de la Academia General Militar ascendido al generalato), quien se mostró efectivamente cauto y en todo momento a las órdenes del rey Juan Carlos. Y sin encontrar resistencia alguna por parte de su jefe inmediato, que deambulaba con alguna dificultad por el pabellón vistiendo uniforme legionario y calado con gorra “tanquista”.

En relación con aquellos momentos, conviene aclarar en cualquier caso la alteración de la realidad introducida en la declaración judicial, escrita, realizada por el teniente general Merry Gordon. En ella, y exponiendo una narración cronológica de cómo se desarrolló la jornada del 23-F, se dice que “sobre las 18,40” recibió la llamada de Milans del Bosch, avisándole de las medidas por él adoptadas en la III Región Militar. Sin embargo, la realidad es que aquella conversación se produjo antes de las 18,23 horas, momento en el que fue asaltado el Congreso de los Diputados (dos minutos antes de la “hora h” fijada a las 18,25). Con esa alteración en el minutado de los hechos, se eludía una eventual imputación en el procedimiento, ya que, tras la llamada de Milans, que efectivamente se produjo sobre las cinco de la tarde, Merry no dio cuenta de la operación al Jefe de Estado Mayor del Ejército, ni tampoco al Rey, a pesar de los graves acontecimientos que se avecinaban.

Su declaración oficial ante la Justicia Militar sobre los sucesos del 23-F, obligada también para el resto de capitanes generales y otros mandos militares, fue muy medida y estuvo supervisada por su Estado Mayor y por el coronel Auditor Gómez Calero. Fechada el 17 de marzo de 1981, tuvo el siguiente contenido literal:

 Don Pedro Merry Gordon, Teniente general del Ejército y Capitán General de la II Región Militar, de 63 años de edad, casado, natural de Jerez de la Frontera y vecino de Sevilla, con domicilio en Plaza de España s/n, evacuando las preguntas formuladas por el Juzgado Militar Especial que instruye la Causa s/n, con motivo de los hechos acaecidos los pasados días 23 y 24 de febrero en ocasión del asalto al Congreso de Diputados:

 

CERTIFICO:

 

Que la primera noticia, sobre los sucesos en cuestión la recibí a través de mi Jefe de Estado Mayor, el general Urrutia, cuando me encontraba en mi residencia particular dedicado a la lectura, serían las 18,30 horas.

 

Que inmediatamente me incorporé a mi despacho oficial para hacerme cargo de la situación, dándose la circunstancia en aquellos primeros momentos, de que las unidades, centros y dependencias de la Región solo se encontraba el personal de servicio, y de acuerdo con el calendario previsto, las unidades a las que correspondía efectuar ejercicios y maniobras fuera de sus respectivas plazas, así lo hacían.

 

A partir de las 18, 45, los cuadros de mando, teniendo conocimiento de los sucesos a través de los medios de difusión, se van presentando sucesiva y espontáneamente en los respectivos lugares de destino, cosa que así mismo hace todo el personal perteneciente al Cuartel General de esta Capitanía General.

 

Que sobre las 20,00 horas, se recibe en esta Capitanía llamada telefónica de la Sección II de la DI, anticipando la decisión de la superioridad en el sentido de que debería adoptarse por la región la situación de Alerta 2, si bien, queda condicionada en su ejecución a que se reciba la correspondiente comunicación del JEME por vía telex.

 

Que sobre las 21,15 horas se recibe por la Red TAC telex Nº 169 del jefe del Estado Mayor del Ejercito en el que se ordenaba “Poner en marcha BERTA 2. Acuartelamiento de unidades”.

 

Que en cumplimiento de dicha orden, mi Estado Mayor dio traslado de la misma a las distintas guarniciones de la Región, incluidas la Capitanía General de la Zona Marítima del Estrecho, Capitanía General de la II Región Aérea, Coronel Jefe de la 2ª Circunscripción de la Policía Nacional y General Jefe de la 2ª Zona de la Guardia Civil.

 

Que sobre las 21,40, di la orden, que cumplimentó mi Estado Mayor, de comunicar a las distintas unidades, de que las disposiciones logísticas que contempla la Alerta 2 se realizarán durante la noche del 23 al 24 solo por lo que respecta a los niveles existentes en el interior de los acuartelamientos, y que a partir de las primeras horas de la mañana se cumplimentarán cuantas disposiciones logísticas dicta el Anexo 3 de la Operación Diana, según las instrucciones que al respecto dictarían las Jefaturas de Armas y Servicios de coordinación con mi Estado Mayor.

 

Que sobre las 23,41 horas recibí un teletipo de S.M. el Rey en el que literalmente se me ordenaba lo siguiente:

 

“Ante situación creada por sucesos desarrollados Palacio Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo he ordenado autoridades civiles y Junta Jefes Estado Mayor tome todas medidas necesarias para mantener orden constitucional dentro de la legalidad vigente. Cualquier medida de carácter militar que en su caso hubieran de tomarse, deberá contar con la aprobación de la JUJEM.

Ruego me confirme que se retransmiten a todas las autoridades del Ejercito”.

 

Que sobre las 9,30 horas del día 24, y como continuación a la orden remitida a las distintas unidades de esta Región, a las 21,40 horas del día anterior --a que antes se hace referencia--, dispuse que aquellas que estaban afectadas por la Operación Diana se municionasen en los centros de entrega correspondientes, hasta completar la dotación permanente que figura en ficha aprobada por mi autoridad, y solamente en lo que respectaba a las armas señaladas en el apartado 1.2 Anexo 3 de la citada Operación.

 

Al mismo tiempo, ordenaba a los distintos gobernadores militares me dieran cuenta de las necesidades de carburante y medio de transportes para completar los niveles señalados en dicha operación.

 

Que por último el día 25 a las 15,50 horas, recibí un telegrama del Jefe del Estado Mayor del Ejercito ordenándome de que a partir de las 18,00 horas de dicho día, se suspendieran las medidas adoptadas en relación con la Operación BERTA 2, orden que fue inmediatamente transmitida a los distintos gobernadores militares, por mi Estado Mayor.

 

SEGUNDO:

 

Que quiere hacer constar el declarante, con independencia de lo que anteriormente relata, que sobre las 18,40 horas del día 23, recibí una llamada telefónica del General Milans del Bosch, Capitán General de la III Región Militar, en la que me relató las medidas que había pensado adoptar en el ámbito de su Jurisdicción, a lo que yo contesté que quedaba enterado de ello.

 

Que pocos momentos después, sobre las 18,45 horas del mismo día, recibí una llamada telefónica de S. M. el Rey, preguntándome si en esta Región ocurría alguna novedad, a lo que contesté, que en absoluto y que estaba a sus incondicionales órdenes.

 

Que sobre la 1,30 hora del día 24, recibí nueva llamada telefónica, esta vez de un ayudante de S. M., desde la Casa Real, quien me manifestó, en nombre del Rey el agradecimiento de éste por el comportamiento de esta Región Militar.

 

Y que por último, S. M. el Rey, en persona, me llamó a las 8,30 horas del día 24, dándome las más expresivas gracias por el comportamiento de las fuerzas a mis órdenes.

 

Y para que conste en el procedimiento de referencia, conforme a lo prevenido en los artículos 581, 583 y concordantes del Código de Justicia Militar y oficio de dicho Juzgado del 9 del corriente, extiendo y firmo el presente en Sevilla a 17 de marzo de 1981. Firmado y rubricado.

Cuestión desde luego no menos importante en el contexto de la Transición Española, fue la significación de Pedro Merry como uno de los tenientes generales en activo más beligerantes con el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, a raíz de que éste instara la legalización del PCE.

Es conocido que cuando en ese entorno de tensión político-militar el Rey llamó a Adolfo Suárez al palacio de la Zarzuela, contemplando ya la conveniencia de ejercer su capacidad legal de relevarle al frente de la Presidencia del Gobierno, y éste es introducido a su presencia, le encontró acompañado de los capitanes generales de Valencia, Valladolid, Sevilla y Zaragoza, todos ellos “vencedores” en la Guerra Civil y curtidos en la División Azul. En ese momento, Su Majestad abandonó de forma bien oportuna la estancia con la excusa de una llamada telefónica, momento que los generales conminaron a Suárez para que presentara su dimisión dada su incapacidad para gobernar.

Suárez les contestó extáticamente: “Dénme una razón para que yo dimita”. Entonces fue Pedro Merry Gordon quien, sacando una pistola y colocándola sobre la mesa, le respondió: “¿Le parece bien esta razón?”. El Rey se incorporó de inmediato a la reunión, como si nada hubiera pasado. Tras aquella lamentable entrevista, Suárez terminó presentando su dimisión, filtrando más tarde el suceso a personas de su confianza.

Dos años antes, en 1979, mientras ETA asesinaba implacablemente a militares y civiles, los altos mandos de las Fuerzas Armadas ya comenzaron a manifestar su malestar no sólo contra el terrorismo, sino haciendo también declaraciones muy severas contra la clase política del nuevo sistema democrático, a la que, de forma indirecta, culpaban de la situación del país. Fue precisamente Pedro Merry quien, con motivo de la muerte del coronel Pérez Zamora y del comandante Ezquerro Serrano, asesinados por ETA en Bilbao, pronunció un duro discurso del que destacaba este párrafo: “Los miserables terroristas nos atacan por la espalda para hacernos perder los nervios. Pero van a ser ellos quienes acaben perdiéndolos, porque si nos dan la orden de atacar, cuando lo hagamos no va a haber alpargatas ni pelucas para que corran como los que son: unos cobardes”. La alusión apuntaba sin duda alguna al diputado Santiago Carrillo, secretario general del PCE.

Pedro Merry permaneció al frente de la II Región Militar, hasta el 3 de agosto de 1981, momento en el que pasó a la recién creada situación de “reserva activa”, siendo sustituido por el teniente general Saavedra Palmeiro.

En el acto del relevo, pronunció un brevísimo parlamento: “Poco voy a decir, pues con ello digo bastante. Ya dijo Quevedo, y no es que me pongan preso por no hablar. Con esto ya digo bastante”.  A continuación indicó que, “después de cincuenta años de servicio, ya os podéis suponer mi estado de ánimo. Emociones tras emociones, grandes emociones…, he nacido en un cuartel y soy hijo, nieto, bisnieto de militares”. Concluyó con un “¡Viva España!”, mientras los oficiales presentes permanecían en silencio esperando el tradicional ¡Viva el Rey!, que nadie llegó a pronunciar.

Con motivo del fallecimiento del general Franco, el entonces teniente general Pedro Merry manifestó lo siguiente: “Nuestro fallecido Caudillo es una de las figuras políticas y militares más importantes del siglo XX. Sacó a España de la ruina y la colocó en vanguardia de las naciones más importantes de Occidente. Con esto está dicho todo”.

En abril de 2009 se produjo una significativa anécdota sobre el ya fallecido Pedro Merry, cuando el Ayuntamiento de Sevilla cambió el nombre de la “Avenida General Merry” por el de “Avenida Pilar Bardem”, argumentando el cumplimiento de la Ley 52/2007 (conocida como Ley de la Memoria Histórica). Es decir, identificando al titular original de aquella céntrica vía capitalina con un “repudiable” símbolo franquista.

Lo lamentable del caso, porque ponía de relieve el analfabetismo histórico de los grupos municipales del PSOE y de IU que lo instigaron, es que aquel reconocimiento del callejero municipal no se hizo en memoria del general Merry Gordon, quien efectivamente nunca ocultó su simpatía y admiración hacia el general Franco, sino en la de su padre, el también general Francisco Merry Ponce de León, persona muy querida y respetada en la ciudad que ya se encontraba retirado mucho antes de estallar la Guerra Civil, como consta en el “Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla” editado por el propio Ayuntamiento hispalense en 1993.

Casado con Rosario Coronel, matrimonio que tuvo cuatro hijos, fue distinguido con numerosas decoraciones (Medilla Militar Individual, Cruz de Hierro de primera Clase, dos Cruces Rojas del Mérito Militar, Medalla de Campaña, Gran Cruz de la Orden del Mérito Aeronáutico…). Falleció en Sevilla a los 73 años, el 25 de octubre de 1993.

FJM (Actualizado 05/09/2011)

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