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La geopolítica de África: el Sahel como corazón africano

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
viernes 11 de agosto de 2023, 12:00h

Muchas páginas y relatos que no habían escrito nada sobre el Sahel ni comentado los recientes procesos políticos africanos se están subiendo al carro del tema.

Raphael Machado

 

Raphael Machado

Muchas páginas y relatos que no habían escrito nada sobre el Sahel ni comentado los recientes procesos políticos africanos se están subiendo al carro del tema.

El resultado son explicaciones muy débiles que ignoran la geopolítica del Sahel, el lugar de África en los recientes conflictos internacionales y se centran únicamente en una u otra cuestión económica (una limitación derivada del origen marxista de estos repentinos análisis, pero al menos no son como otros análisis marxistas que califican las revueltas africanas de los siglos XX y XXI de "nacionalistas burguesas").

 

Sahel, el corazón de África.

Para remediarlo, recomiendo un análisis de Lucas Leiroz que ayer contextualizaba el fenómeno general a la luz de la promoción del caos por parte de Occidente mediante la instrumentalización del terrorismo, así como la confrontación rusa de esta amenaza a través de Wagner.

Añadiré algunas reflexiones.

África forma parte de la Isla Mundial, según la geopolítica de Mackinder, es decir, la supermasa de tierra que comprende Europa, Asia y África, correspondiendo esta última al flanco sur del supercontinente. Considerando el brocado de Mackinder sobre el Heartland, una idea importante de la geopolítica atlantista es impedir su acceso a los recursos africanos.

Inicialmente, esto no se haría en África sino en la propia Europa del Este mediante la fragmentación de las fronteras de la zona pivote. Pero en la medida en que el control soviético en el Heartland no resultara frágil, la talasocracia debía subyugar a la telurocracia a través del Rimland, en términos de Spykman, es decir, toda la franja territorial costera que abarca Europa, África del Norte, Oriente Próximo, India, el Sudeste Asiático, subiendo por la costa chino-coreana desde el Mar.

Así pues, incluso con el Heartland consolidado, el control del Rimland por una potencia hostil como EEUU, bastaría para asfixiar al Estado en cuestión. Es importante tener esto en cuenta porque ésta es la lógica geopolítica fundamental tanto de la presencia yanqui en Europa (Gran Bretaña como aeródromo), como de la guerra de Vietnam y de la Primavera Árabe.

El Sáhara aparece a finales de Mackinder como parte de un "cinturón de desiertos" cuyo control permite establecer una forma de "barrera natural". Para el atlantismo, representa una zona cuyo control facilita el control del Rimland. Para Rusia, representa una zona a través de la cual es posible reducir la presión sobre el Rin.

En Los fundamentos de la geopolítica de Dugin, los países del Sáhara aparecen en el contexto de la defensa de Eurasia como una frontera meridional en caso de alianza entre Rusia y las fuerzas árabe-islámicas.

Ahora bien, toda la región del conflicto en cuestión, que se extiende desde el Sahel hasta el delta del río Congo pasando por África Occidental, es caracterizada por Saul Cohen como un "cinturón de fragmentación", es decir, como una zona caótica de fragmentación, difícil de estabilizar y en la que las potencias tienen dificultades para aplicar cualquier línea de actuación debido a los conflictos étnicos, religiosos, etc., lo que en la práctica es también el resultado de los proyectos neocolonialistas franceses desde Vidal de la Blache, que pretendían imponer fronteras a África según criterios europeos.

Sin embargo, la creación de una alianza Malí-Guinea-Burkina-Níger, con apoyo argelino, y de un ramal desde la RCA hasta la RDC, con apoyo ruso, podría sacar a esta región de la categoría de "cinturón astillado" y convertirla en una región estratégica para la defensa de Eurasia mediante el control del Sáhara, así como para el control del Heartland africano, identificado por el difunto Mackinder como correspondiente a toda la zona africana por debajo del desierto.

También es importante señalar que, aunque los ríos Níger y Congo, por ejemplo, son extensos, su navegabilidad está limitada por varios saltos de agua, lo que dificulta los esfuerzos atlantistas por controlar la región desde el mar.

En resumen, Rusia se está proyectando en el Sahel en un movimiento que sirve tanto a los intereses rusos como a los africanos. Los intereses rusos se sirven defendiendo el flanco sur de Eurasia (que es donde encaja el artículo de Lucas Leiroz sobre la promoción del terrorismo en el Sahel por parte de Occidente como una amenaza para Rusia) y respondiendo a la disputa en el Rimland; los intereses africanos se sirven estabilizando la región en disputa (que corresponde aproximadamente a Francia-África), lo que hace posible que los Estados regionales integrados controlen el Heartland africano (en alianza con Rusia).

Aquí entra en juego otro posible elemento, que es el control del Sahel y la deconstrucción de África como mecanismos para acelerar el colapso de la OTAN, haciendo que la talasocracia pierda su avanzada occidental por una presión meridional añadida al propio inconformismo europeo.

Temas como el uranio, el oro, el petróleo, etc. son relevantes, pero son más del orden de los "premios" que de la esencia de la geopolítica.

Entender el golpe de estado en Burkina Faso en el contexto de la política francesa poscolonial en África

Halim Genço?lu 

El periodo poscolonial en África fue testigo de una serie de golpes de Estado que dejaron una huella indeleble en el panorama político del continente. Emergiendo de las cenizas del dominio colonial, muchas naciones africanas recién independizadas se enfrentaron a la inestabilidad política, los retos económicos y las luchas por el poder. Los golpes de Estado se convirtieron en un fenómeno recurrente, reflejo de la compleja interacción de fuerzas internas y externas que forjaron el destino de estas naciones. De hecho, a mediados del siglo XX África experimentó una oleada de descolonización, a medida que las potencias europeas renunciaban a sus colonias. Sin embargo, la nueva independencia vino a menudo acompañada de una falta de experiencia institucional y de tensiones étnicas y regionales sin resolver. Junto con las rivalidades de la Guerra Fría y las influencias neocoloniales, estos factores crearon un terreno fértil para el arraigo de los golpes de Estado[i].

En muchos casos, los golpes estuvieron impulsados inicialmente por aspiraciones de modernización y desarrollo rápidos. Los líderes militares creían que eran los más indicados para conducir a sus naciones hacia el progreso. Sin embargo, la realidad a menudo divergía de estas aspiraciones, ya que las secuelas de los golpes solían desembocar en represión política y mala gestión económica[ii].

Luchas étnicas y regionales en África

Las fronteras poscoloniales ignoraban a menudo las divisiones étnicas y regionales preexistentes, lo que provocaba tensiones y conflictos. Algunos golpes de Estado fueron el resultado de grupos étnicos o regiones que buscaban mayor poder político o autonomía. El mundo bipolar de la Guerra Fría intensificó las luchas por la influencia. Las superpotencias, como Estados Unidos y la Unión Soviética, apoyaban a menudo a diversas facciones, exacerbando los conflictos existentes y a veces incluso precipitando golpes de Estado para instalar a líderes afines a sus intereses. Inmediatamente después de los golpes, las promesas de estabilidad y desarrollo a menudo dieron paso a un gobierno autoritario, abusos de los derechos humanos y purgas políticas. La mala gestión económica y la corrupción obstaculizaron aún más el progreso[iii].

En lugar de resolver los problemas subyacentes, algunos golpes exacerbaron los problemas existentes o desencadenaron nuevos conflictos. Los frecuentes ciclos de inestabilidad obstaculizaron el desarrollo a largo plazo y disuadieron la inversión extranjera. Los frecuentes golpes de Estado obstaculizaron el establecimiento de normas e instituciones democráticas. Las repetidas intervenciones de los militares en la política erosionaron el gobierno civil y la gobernanza, perpetuando una cultura de inestabilidad política. Con el tiempo, muchas naciones africanas reconocieron la necesidad de romper el ciclo de golpes e inestabilidad. Los esfuerzos de transición hacia una gobernanza más democrática y responsable cobraron impulso. Los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil de varios países africanos presionaron en favor de las reformas democráticas y el respeto de los derechos humanos, lo que condujo a transiciones que abandonaron el régimen militar. Las organizaciones africanas, como la Unión Africana (UA), desempeñaron un papel fundamental en la mediación de conflictos y la promoción de soluciones pacíficas a las crisis políticas. Muchas naciones se embarcaron en la diversificación económica y en reformas para reducir la dependencia de un único sector, promoviendo un crecimiento más integrador y la estabilidad[iv].

Golpes de Estado en los países coloniales franceses de África

El legado del colonialismo francés en África dejó una huella indeleble en el panorama político del continente, y los golpes de Estado se convirtieron en un tema recurrente en la era posterior a la independencia. La lucha por la autodeterminación y la soberanía chocó a menudo con los vestigios de la influencia colonial, creando un entorno propicio para las convulsiones políticas. La experiencia colonial bajo dominio francés dejó un complejo legado en África, caracterizado por disparidades socioeconómicas, trastornos culturales y fronteras a menudo divisorias trazadas sin tener en cuenta los límites étnicos o tribales. Cuando las naciones africanas accedieron a la independencia, heredaron un legado de desigualdad que provocó tensiones internas. A pesar de su independencia, muchos países africanos siguieron lidiando con influencias neocoloniales, como dependencias económicas, acuerdos militares e injerencias políticas de antiguas potencias coloniales. Estas dinámicas influyeron en la aparición de golpes de Estado como medio para desafiar a las élites atrincheradas y afirmar la soberanía nacional. Aunque no era una antigua colonia francesa, el golpe de 1966 en Ghana bajo Kwame Nkrumah sirvió como ejemplo temprano de una nación africana poscolonial que luchaba contra los retos económicos y de gobernanza. El golpe derrocó al gobierno de Nkrumah y puso de manifiesto la vulnerabilidad de los nuevos Estados independientes ante las presiones internas y externas[v].

Del mismo modo, Togo experimentó una serie de golpes de estado que culminaron con el ascenso de Gnassingbé Eyadéma, que mantuvo el poder durante casi cuatro décadas. La intervención militar francesa, tanto abierta como encubierta, influyó en la trayectoria política de Togo. La República Centroafricana fue testigo de numerosos golpes de Estado, con líderes derrocados y reinstaurados en rápida sucesión. Los lazos históricos de Francia con esta antigua colonia influyeron en sus políticas de intervención y en su enfoque de los cambios de liderazgo. Madagascar sufrió golpes de Estado en 1972 y 2009. Este último estuvo marcado por el derrocamiento del Presidente Marc Ravalomanana con apoyo militar, y puso de manifiesto la complejidad de la política poscolonial y las luchas de poder. Los golpes de Estado a menudo provocaron ciclos de inestabilidad, retrasaron el progreso democrático y debilitaron las instituciones. Los frecuentes cambios de liderazgo obstaculizaron el establecimiento de una gobernanza responsable y transparente. Los golpes perturbaron el desarrollo socioeconómico, ya que los recursos se desviaron hacia la consolidación del poder en lugar de mejorar la vida de los ciudadanos. Los efectos indirectos de los golpes se extendieron más allá de las fronteras nacionales, afectando a la estabilidad y las relaciones regionales[vi].

Golpes de Estado en Burkina Faso

La nación de Burkina Faso, en África Occidental, ha sido testigo de una serie de convulsiones políticas a lo largo de su historia, y los golpes de Estado han desempeñado un papel destacado en la configuración de la trayectoria del país. Desde el derrocamiento del Presidente Thomas Sankara en 1987 hasta las posteriores luchas por el poder, la tumultuosa trayectoria de Burkina Faso refleja las complejidades de la gobernanza, la dinámica social y las influencias externas en una era poscolonial. El golpe más notable de la historia de Burkina Faso se produjo en 1987, cuando el Presidente Thomas Sankara, un líder carismático e idealista, fue derrocado en un golpe militar. La visión de Sankara de un Burkina Faso autosuficiente y socialmente justo había atraído la atención internacional, pero sus políticas radicales y su postura de confrontación con los intereses nacionales y extranjeros provocaron su caída. Blaise Compaoré, estrecho colaborador de Sankara y figura clave en el golpe, asumió el poder. Bajo el liderazgo de Compaoré, Burkina Faso experimentó una relativa estabilidad y crecimiento económico, aunque las acusaciones de abusos contra los derechos humanos y de gobierno autoritario ensombrecieron su régimen. El gobierno de Compaoré duró casi tres décadas, pero el descontento con su liderazgo siguió latente bajo la superficie.

En 2014 estallaron protestas contra su intento de prolongar su presidencia más allá de los límites constitucionales. Ante la creciente presión, Compaoré dimitió y huyó del país, poniendo fin a su largo mandato. Tras la marcha de Compaoré se abrió un periodo de transición, durante el cual Burkina Faso intentó emprender el camino hacia la gobernanza democrática[vii] Sin embargo, este viaje no estuvo exento de dificultades. En septiembre de 2015, una facción de la guardia presidencial dio un golpe de Estado, intentando tomar el poder e interrumpir el proceso de transición. La comunidad internacional condenó el golpe y, tras días de negociaciones y presiones, los golpistas acabaron por echarse atrás, permitiendo la continuación de la transición[viii].

Desde el intento de golpe de 2015, Burkina Faso se ha enfrentado a múltiples crisis, entre ellas un aumento de los atentados terroristas y de la inseguridad. Estos retos han puesto a prueba los esfuerzos del país por consolidar la gobernanza democrática y lograr un desarrollo sostenible. El gobierno, junto con los socios regionales y la comunidad internacional, ha trabajado para abordar los problemas de seguridad sin dejar de centrarse en el progreso económico y social. En la actualidad, Burkina Faso, dirigido por un gobierno de transición resultante de un golpe de Estado, deseaba el jueves una "cooperación más estrecha" con el vecino Níger, donde los soldados derrocaron al presidente elegido democráticamente, Mohamed Bazoum, en el poder desde 2021[ix].

En Burkina Faso, nada más llegar al poder mediante un golpe de Estado en septiembre de 2022 -el segundo en ocho meses-, el capitán Ibrahim Traoré y su gobierno expresaron su deseo de diversificar sus alianzas en la lucha contra el yihadismo, en particular con Rusia, tras haber pedido a mediados de enero la salida de las tropas francesas en nombre de la "soberanía"[x]. [Bamako también ha expulsado a las tropas francesas presentes en Malí desde 2013 y ha recurrido a Rusia para que le ayude a luchar contra estos grupos, en particular con la presencia de instructores rusos que, según los países occidentales, son mercenarios del grupo paramilitar Wagner. Sin embargo, como en los anteriores, hay manos sucias del mundo occidental en estos golpes militares que nunca abandonan África[xi].

Conclusión

El legado de los golpes de Estado en el periodo poscolonial en África es un complejo tapiz de desafíos, oportunidades perdidas y lecciones aprendidas. Aunque estos golpes dejaron profundas cicatrices, también catalizaron los esfuerzos hacia una gobernanza más democrática, la resolución de conflictos y el desarrollo sostenible. El camino hacia la estabilidad y el progreso sigue su curso, ya que las naciones africanas continúan luchando por un futuro definido por instituciones fuertes, un liderazgo responsable y el progreso socioeconómico. La historia de los golpes de Estado en los países coloniales franceses de África es un testimonio de la compleja interacción entre las aspiraciones posteriores a la independencia, las influencias neocoloniales y las luchas de poder internas. Aunque los golpes surgieron como respuesta a problemas muy arraigados, sus secuelas a menudo provocaron una inestabilidad prolongada, obstaculizaron el desarrollo y retrasaron el progreso hacia la gobernanza democrática. Mientras las naciones africanas siguen recorriendo sus caminos, las lecciones de estos acontecimientos históricos subrayan la importancia de fomentar sociedades inclusivas, un liderazgo responsable y un desarrollo sostenible para forjar un futuro más estable y próspero. La serie de golpes de Estado en la historia de Burkina Faso refleja una nación que se enfrenta a problemas de liderazgo, gobernanza y búsqueda del desarrollo socioeconómico. Cada golpe ha dejado su huella en el paisaje político del país, configurando su identidad e influyendo en su trayectoria. A medida que Burkina Faso avanza en su camino, las lecciones de su historia le sirven de recordatorio.

Notas:

 

[i] Rabinowitz B. (2018). Coups rivals and the modern state: why rural coalitions matter in sub-Saharan Africa. Cambridge University Press.
[ii] Seely J. C. (2009). The legacies of transition governments in Africa: the cases of Benin and Togo (1st ed.). Palgrave Macmillan.
[iii] Dwyer M. & Molony T. (2019). Social media and politics in Africa: democracy censorship and security. Zed Books.
[iv] Venter A. J. (2014). Portugal’s guerilla wars in Africa: Lisbon’s three wars in Angola Mozambique and Portuguese guinea 1961-74. Helion & Company.
[v] Harkness K. A. (2018). When soldiers rebel: ethnic armies and political instability in Africa. Cambridge University Press.
[vi] Wacker E. Becker U. & Crepaz K. (2019). Refugees and forced migrants in Africa and the eu : comparative and multidisciplinary perspectives on challenges and solutions. Springer.
[vii] Roessler P. G. (2016). Ethnic politics and state power in Africa: the logic of the coup-civil war trap. Cambridge University Press.
[viii] Kalu K. A. (2013). Territoriality citizenship and peacebuilding: perspectives on challenges to peace in Africa. Adonis & Abbey Publishers.
[ix] Carbone G. & Pellegata A. (2020). Political leadership in Africa: leaders and development south of the sahara. Cambridge University Press
[x] Kieh G. K. & Kalu K. A. (2021). Democratization and military coups in Africa: post-1990 political conflicts. Lexington Books.
[xi] Anyangwe C. (2012). Revolutionary overthrow of constitutional orders in Africa. Labngaa Research & Publishg CIG : Distributed by African Books Collective.

 

Fuente: https://unitedworldint.com/