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Huyendo de los demócratas. Las grandes empresas estadounidenses se van de California y Nueva York. Análisis

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
domingo 20 de diciembre de 2020, 17:00h

Esta noticia, por un lado, no tiene relación directa con la toma del poder en Estados Unidos por parte de los demócratas o con la resistencia de los republicanos a todo lo que sucede. Eso es política, pero aquí parece ser una economía pura: cada vez más grandes corporaciones estadounidenses cierran sus sedes en los estados demócratas y se trasladan a los republicanos por impuestos y por razones «técnicas» similares. Pero aquí hay una economía que puede influir en la política estadounidense y mundial durante toda una era por venir.

Los hechos son: se ha anunciado que el gigante financiero Goldman Sachs tiene la intención de mudarse de Nueva York a Florida. El gigante de la alta tecnología Oracle está a punto de huir del bastión demócrata de California siguiendo a Hewlett Packard y Elon Musk y su Tesla, que ya lo han hecho. Van a Texas, cuyo gobierno fue probablemente el más activo de todos los estados en los intentos de investigar las violaciones masivas de los demócratas en las elecciones presidenciales.

Y esta no es la lista completa. Credit Suisse , Morgan Stanley, Barclays, UBS, Citigroup , Alliance Bernstein y muchos otros se están moviendo lentamente de los veteranos financieros de Wall Street a Florida . Aunque todavía se están mudando a Carolina del Norte, Tennessee y otros lugares, con una condición: que sean estados republicanos.

Los gigantes empresariales son solo una parte del proceso. Solo el año pasado y solo en California, se fueron 653,000 personas. Hoy, todo esto ha comenzado a ser discutido en serio, también porque la fuga de Hewlett Packard es un símbolo. Érase una vez, allá por 1939, con esta empresa comenzó la transformación de California en el epicentro mundial de las altas tecnologías.

Estados Unidos, que se encuentra en un estado de guerra permanente entre demócratas y republicanos, todavía percibe este proceso en términos del balance de votos en cualquier elección; ya se están preparando para la próxima. Los que huyen de los demócratas son un poco temidos como un contagio ideológico, que además puede desviar las estadísticas electorales en la dirección equivocada. Por no hablar de lo que se creía tradicionalmente: si no todos los gigantes de la alta tecnología, al menos los monopolistas de Internet son el lobby que, junto con los médicos y otros, está detrás de los demócratas. Y luego, ustedes saben, vendrán en grandes cantidades a Texas.

Pero no todo es tan triste: no hay planes de trasladar a cientos o decenas de miles de empleados para la empresa. Muchos permanecerán en casa o en otras oficinas remotas. Quizás estas personas nunca hayan visitado los estados «azules» (republicanos) en toda su vida. Se trasladarán a los estados «rojos» (demócratas), en primer lugar, la sede de los gigantes, junto con su jurisdicción fiscal. Aunque el factor financiero influirá en el comportamiento de muchos empleados que durante mucho tiempo se han quejado de que vivir bajo el gobierno de los demócratas es caro y aterrador.

Y aquí está la esencia de la importancia del proceso en curso, y es importante, como ejemplo, para todos en el mundo. Estados Unidos es generalmente un país muy útil. Allí, dentro del marco de un estado, no solo hay dos ideologías diferentes, diferentes estilos de vida, también hay dos modelos económicos. Y es muy fácil compararlos, sobre todo si hay historias tan comprensibles como la de la fuga de gigantes consorcios de los demócratas. Aunque puede intentar determinar qué sucedió antes, la gallina o el huevo, la ideología o la economía, cómo se entrelazan aquí.

Aquellos que son considerados demócratas en los Estados Unidos han sido llamados socialistas, si no marxistas, por sus oponentes republicanos. La esencia de su modelo económico está en los altos impuestos y el enorme papel del estado en la economía y la vida social con una regulación total y mezquina de todo lo imaginable. Y este modelo no funciona. Como resultado, por ejemplo, los republicanos de California han llamado durante mucho tiempo (y con razón) el infierno en la tierra. El enorme costo de la vivienda y las colonias crecientes de personas sin hogar de muchos miles (aunque hay más migrantes entre ellos, a quienes los demócratas consideran que tienen derecho a todo en Estados Unidos, incluido el voto). Extorsión insoportable para los negocios y numerosas innovaciones ideológicas. Se cree que todo el mal en América viene de California: el terror de las minorías contra los blancos, el ultrafeminismo, la lucha por el clima hasta un cambio total en el consumo energético, fascismo sanitario (cuando una persona está obligada a estar sana y seguir todas las prescripciones, por ejemplo, de los farmacéuticos…). Y todo esto está sucediendo a través de campañas masivas para destruir a cualquier oponente ideológico.

Es lo mismo en la otrora hermosa ciudad de Nueva York. La historia más interesante que existe está relacionada con el coronavirus. La ciudad estaba marcada por bloqueos y reglas completamente delirantes, que, sin embargo, no preocupaban a las multitudes de alborotadores y manifestantes que aterrorizaban a los republicanos. El resultado son registros nacionales de infección y mortalidad; en general, está relacionado de alguna manera con ellos: si el estado pertenece a los demócratas, entonces hay al mismo tiempo prohibiciones, pogromos e infecciones más terribles. Nueva York ahora es una ciudad fantasma. Pero no olvidemos los impuestos típicos de los demócratas, ellos también se escapan de ellos.

Esta perspectiva, a través del cambio de jurisdicción de las grandes corporaciones, ayuda a visualizar diferentes opciones para el futuro de Estados Unidos. En las elecciones que acaban de celebrarse, las fuerzas de derecha del país claramente no estaban preparadas para una lucha sistémica contra la insolente toma del poder por parte de los demócratas. Pero si la comunidad empresarial, por no mencionar millones de pequeñas empresas, sigue abandonando a los demócratas, si los estados «rojos» se enriquecen y los «azules» continúan convirtiéndose en un infierno, entonces … Por otro lado, los demócratas intentarán destruir los Estados «rojos», por ejemplo, mediante la legalización federal de inmigrantes ilegales y de otras formas.

La historia con las corporaciones también es útil para imaginar mejor lo que le sucedió a los Estados Unidos, y no solo a ellos, de ahí estas salvajes campañas para cambiar la ideología nacional de un patriotismo inmoderado a un odio inmoderado a su país, y mucho más, ¿qué pasó para destrozar su economía con cuarentenas y hacer trampas tan descaradamente en las elecciones?

¿Quizás el punto es que alguien, con el ejemplo de California o Nueva York, se dio cuenta de que este sistema no funcionaba y decidió ganar el juego quitando todas las piezas y rompiendo el tablero?

Análisis: Veleidades de secesión en Texas: el 'texit'

Alfredo Jalife-Rahme

Los dos estados con el mayor PIB de EEUU, California y Texas, han expresado su proclividad a la secesión con el 'calexit' y el 'texit', que se intensifica con la migración de Tesla/Oracle/HP de California a Texas y con el malestar del triunfo del presidente Biden que fue impugnado por Texas junto a otros 17 estados y 126 legisladores republicanos.

Desde la elección presidencial pasada de hace cuatro años hasta la actual, la fractura doméstica de EEUU se ha acentuado y hoy sus principales polos se sitúan en California —con 55 votos electorales, a mayoría mexicana que carece de un genuino liderazgo propio— y en Texas, con 38 votos electorales y una supuesta mayoría también mexicana que ha sido diluida por los trucos de redistritación de la discriminativa Oficina del Censo de EEUU.

Las fuerzas centrífugas desde California —feudo demócrata y con una vicepresidenta, Kamala Harris, oriunda del estado dorado— hasta Texas, bastión republicano, se han acentuado con el triunfo del presidente Joe Biden, ungido oficialmente por el Colegio Electoral, y a quien, según sus detractores republicanos, presuntamente beneficiaron los "algoritmos de Soros" con DominionSmartmatic.

La fractura entre California, con la agenda más liberal del país, y Texas, uno de los estados más conservadores y paleobíblicos de la hoy desunida Unión, se escenifica también en su postura frente al manejo de las energías. El estado dorado, presa de una severa carestía de agua, sequías e incendios, ha optado por las energías renovables y el cambio climático, frente al estado de la estrella solitaria (en alusión a la República de Texas) que tuvo su auge durante el siglo XX gracias a la explotación estatal/trasnacional de su petróleo que profundizó con el polémico fracking (fracturación hidráulica).

California y Texas constituyen el yin y el yang demócrata/republicano de EEUU y hoy cada quien ostenta la luz del día su propio proyecto secesionista: el calexit y el texit.

Ken Paxton, el fiscal general de Texas, entabló un juicio ante la Corte Suprema de Justicia en nombre del estado de la estrella solitaria en contra de Pensilvania con el alegato de que —además de Georgia, Michigan y Wisconsin—, había trastocado los procedimientos electorales, lo cual invalidaba sus votos en el Colegio Electoral.

A la demanda de marras se sumaron el mismo presidente Trump y 126 legisladores republicanos.

La demanda fue desechada por la Corte Suprema, lo cual dio pie a dos situaciones antagónicas:

  1. La votación incólume del Colegio Electoral que oficializó el triunfo de Biden.
  2. El llamado al texit por los republicanos estatales: la secesión de Texas de la Unión.

Allen West, mandamás del partido republicano en Texas, fustigó la decisión de la Corte Suprema y comentó que ello iniciaría el advenimiento de una "nueva unión de los estados que respetan las leyes y la Constitución".

Como era de esperarse, los legisladores demócratas fulminaron la insurgencia texana que "había enloquecido".

Otros legisladores republicanos, primordialmente de Texas —símbolo de sus pugnaces cowboys—, no han ocultado sus veleidades secesionistas, como Kyle Biedermann, quien arremetió que "el Gobierno federal está fuera de control y no representa los valores de los texanos", por lo que tenía la intención de introducir la enmienda sobre el referéndum de independencia de Texas para recuperar su independencia.

El locutor Rush Limbaugh, muy popular con los supremacistas blancos WASP y galardonado con la Medalla de la Libertad por el presidente Trump, con todo y su enfermedad terminal, se pronunció en contra de la secesión, cuya tendencia vislumbra como inevitable.

La República de Texas fue proclamada en 1836 cuando obtuvo bélicamente su independencia de México y fue reconocida por lo que era entonces EEUU en 1837 que la anexó a la Unión ocho años más tarde, en 1845.

Ya desde 1861 —17 años después de su anexión— los texanos votaron en un referéndum cuatro a favor y uno en contra para abandonar la Unión.

En 1861, Texas practicó su primera secesión y se fusionó a los Confederados del Sur durante la guerra civil. Luego Texas regresó a la Unión con plenos derechos en 1870.

En la década de los noventa del siglo pasado tanto un grupo de milicianos de la Organización de la República de Texas, fundada por Richard Lance McLaren, como el Movimiento Nacionalista Texano, encabezado por Daniel Miller, han amagado con sus veleidades secesionistas.

Ya hace seis años una encuesta de Reuters/Ipsos informó que el 34% de los estados suroccidentales deseaba su independencia.

Daniel Miller aboga sin tapujos la secesión de Texas que epitomiza en su libro Texit.

El historiador y periodista Richard Kreitner en su libro Break It Up (Romperlo) aborda la "secesión, división y la historia secreta de la imperfecta unión de EEUU" donde destaca los movimientos secesionistas contemporáneos en California y Texas que pueden fracturar a EEUU.

Un temor de los texanos radica en la masiva migración que penetre en sus 2.018 kilómetros que tiene de frontera con México. No fue nada casual que el principal componente de la erección del muro Trump —que en realidad inició Bill Clinton en la frontera sur de California y luego prosiguió George Bush— se haya construido en la frontera con Texas.

Mitch McConnell, de Kentucky, líder de la todavía mayoría saliente del partido republicano en el Senado, aceptó el veredicto del Colegio Electoral y felicitó a Joe Biden, con quien, por cierto, mantiene una óptima amistad.

En el Senado todavía se consigue auscultar a lo lejos la protesta del muy influyente Lindsey Graham, íntimo de Trump y quien aduce que todavía les queda un "estrecho margen legal" de impugnación electoral.

La doble elección de desempate en Georgia del próximo 8 de enero significará un punto de inflexión. Con solo ganar uno de los escaños, el Partido Republicano tendría la mayoría en el nuevo Senado, lo cual quizá podría apaciguar la furia del texit.

En caso de que los demócratas descuelguen las dos senadurías, pues obtendrían la mayoría gracias al voto de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris, lo cual excitaría más la insurgencia del texit.

Nada menos que el católico Pat Buchanan, anterior jefe de prensa del presidente Nixon, comenta la encuesta de Gallup de que 83% de los republicanos "no cree en los reportes de la derrota de Trump" y se pregunta en forma un tanto cuanto fatalista "¿qué sigue?". No es menor la cifra perturbadora del 83% de asépticos escépticos.

En su libro Las guerras de la Casa Blanca con Nixon Buchanan, un republicano moderado, enuncia que la eyección de Nixon "dividió a EEUU para siempre" y contesta su pregunta: "Algunos vislumbran la secesión. Aunque la secesión es improbable, una sucesión en los corazones ya se dio en EEUU. Somos dos naciones, dos pueblos en apariencia separados indefinidamente. ¿Puede un país tan dividido como el nuestro racialmente, ideológicamente, religiosamente, todavía operar juntos grandes cosas?".

Nadie desea, menos los mexicanos a quienes dañaría tal eventualidad, un shadenfreude (el placer que ocasiona el daño al prójimo) que lleve a la secesión de Texas, pero para el rigor analítico y la supervivencia transfronteriza habría que tenerla en el radar geopolítico.