Militares

Ángel Liberal Lucini

Elespiadigital | Domingo 29 de marzo de 2015

El marino incansable y prestigioso que fue primer JEMAD

(...) Durante su colaboración con Gutiérrez Mellado en política de Defensa, fue especialmente reconocida su intervención en los trabajos de la adhesión de España a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que era firme partidario, culminada en Bruselas el 10 de diciembre de 1981.



El marino incansable y prestigioso que fue primer JEMAD

ÁNGEL LIBERAL LUCINI nació el 19 de septiembre de 1921 en Barcelona. Ingresó en la Escuela Naval Militar el 17 de junio de 1938 a los 16 años de edad, sin tener ocasión de intervenir en la Guerra Civil.

Siempre mantuvo resguardada en su memoria la triste circunstancia del fallecimiento de su padre, Ángel Liberal, comandante del Ejército que en 1936 se encontraba destinado en Valladolid como ayudante del capitán general Nicolás Molero Lobo. En la madrugada del día del Alzamiento Nacional (18 de julio), el general Saliquet, acompañado de un grupo de militares sublevados y de varios miembros de Renovación Española, accedió al edificio de Capitanía por su puerta trasera, iniciándose un tiroteo en sus dependencias en el que resultó herido de muerte el comandante Liberal, primer militar caído en aquella ciudad al iniciarse la contienda.

Casado con Ana María Fernández Núñez, tuvo tres hijas y un hijo, Ángel Liberal Fernández, que siguió su misma carrera militar en la Armada. Su esposa era hija del almirante Pedro Fernández Martín, que murió siendo capitán general de la Zona Marítima del Cantábrico, con tres hermanos profesionales de la Armada y seis hermanas, cinco de ellas casadas con marinos. Una notable referencia de entorno familiar también prolongada a través de su hermano, Eduardo Liberal Lucini, que, como él, alcanzó, el empleo de almirante.

Ángel Liberal Lucini obtuvo su primer mando a flote a los 23 años de edad, desarrollando una brillante carrera militar. Ascendió a capitán de corbeta en 1950, a capitán de fragata en 1960 y a capitán de navío en 1968. Fue promovido al empleo de contraalmirante en 1974, al de vicealmirante en 1977 y al de almirante en marzo de 1982.

Cursó la especialidad de Electricidad y Transmisiones y obtuvo el diploma de Estado Mayor de la Marina. En alguna ocasión recordó públicamente que le hubiera gustado cursar también una carrera universitaria complementaria a su formación militar, deseo incumplido por sus constantes cambios de destino y domiciliarios.

Hombre callado, seco y distante en el trato, fue considerado un militar “duro”, aunque durante la época que estuvo al frente del Mando de Escoltas, con 17 buques a sus órdenes, nunca arrestó a nadie a pesar de las fuertes exigencias que imponía en el servicio. A esa imagen de frialdad y dureza profesional contribuyó sin duda la sobriedad de su comportamiento personal, influido, según militares próximos a él, por la pérdida de un riñón y su consiguiente disciplina sanitaria.

Entre sus destinos más significativos figuran los de jefe de la Base Naval de Baleares, profesor de la Escuela de Guerra Naval, jefe durante cuatro años de la secretaría del ministro de Marina (almirante Nieto Antúnez), agregado naval en la Embajada de España en Washington, secretario general de la Marina y secretario general para Asuntos Económicos del Misterio de Defensa. En noviembre de 1977 fue nombrado subsecretario en el mismo Departamento a propuesta del teniente general Gutiérrez Mellado, entonces Vicepresidente Primero del Gobierno para Asuntos de la Defensa.

En aquel cargo afrontó los sucesos del 23-F formando parte de la denominada “Comisión Permanente de secretarios de Estado y de subsecretarios” presidida por Francisco Laína, un gobierno interino formado por indicación del rey Juan Carlos I con el fin de evitar un vacío de poder que hubiera podido facilitar la asonada militar.

En enero de 1983 fue nombrado capitán general de la Zona Marítima del Mediterráneo, con base en Cartagena. Un año después, el 11 de enero de 1984, fue designado Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), un cargo inédito hasta entonces en la cadena de mando de las Fuerzas Armadas que ocupó hasta octubre de 1986, momento en el que pasó a la reserva siendo relevado por el teniente general Gonzalo Puigcerver. Ángel Liberal Lucini compatibilizó también durante un año, entre 1984 y 1985, el cargo de JEMAD con el de presidente del Comité Militar de la OTAN, máxima autoridad militar de esta organización.

Durante su colaboración con Gutiérrez Mellado en política de Defensa, fue especialmente reconocida su intervención en los trabajos de la adhesión de España a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que era firme partidario, culminada en Bruselas el 10 de diciembre de 1981. No menos brillante sería también su labor en las negociaciones previas a la firma del Convenio de Amistad, Defensa y Cooperación Hispano-Norteamericano de 1982, rubricado el 2 de julio por el titular español del Ministerio de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, y el embajador de Estados Unidos en Madrid, Terence Todman.

En marzo de 1987 fue nombrado miembro electivo del Consejo de Estado, cargo para el que sería designado de nuevo en febrero de 1996.

Tras pasar a la reserva, participó en numerosas conferencias y foros de debate y colaboró en el informe sobre el contencioso de Gibraltar, auspiciado por el Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior (INCIPE), en el año 1997.

A pesar de su reconocido prestigio profesional, Liberal Lucini protagonizó, ya sin cargo militar, una polémica en relación con la política de viviendas del Ministerio de Defensa que deterioró gratuitamente su imagen dentro de las Fuerzas Armadas. El 21 de marzo de 1992 publicó un artículo de opinión en el diario “ABC”, titulado precisamente “Viviendas militares”, en el que defendía sin justificación alguna la “coherencia” del Real Decreto 1.751/1990 y los arbitrarios desahucios que conllevaba, fijando una posición bien antagónica con las resoluciones judiciales que, a la postre, obligaron a reconducir aquella indeseable práctica mediante la Ley 26/1999 denominada “de medidas de apoyo a la movilidad geográfica de los miembros de las Fuerzas Armadas”.


Su postura, sin duda poco solidaria, fue contestada con la publicación en el mismo periódico (“ABC” 14/04/1992) de otro artículo titulado “Señor Almirante”, firmado por el abogado y coronel de Artillería DEM en la reserva Manuel García Campos, ciertamente demoledor, que marcaba todo un hito de “respuesta al mando” casi sin precedentes en el silencioso mundo de la “trágala” militar. Él almirante Liberal replicó todavía con mayor torpeza y argumentos más mezquinos (“ABC” 19/04/1992, en la sección de Cartas al Director), circunstancia que, a su vez, le supuso recibir otro varapalo del coronel José Conde Monge, presidente de la asociación entonces denominada HEPERMISA, publicado en su órgano de expresión (revista “Militares”, Mayo de 1992) que, desvelando las prebendas recibidas por almirantes y generales, le dejó lamentablemente a las patas de la profesión militar.

El almirante Ángel Liberal y otros cuatro antiguos mandos que estuvieron al frente de la cúpula militar (Ignacio Alfaro, Álvaro Lacalle, Gonzalo Puigcerver y José Rodrigo), recibieron el fajín de generales de “cuatro estrellas” el 14 de junio de 1999, de manos del General del Aire Santiago Valderas, entonces jefe del Estado Mayor de la Defensa. El discutido ascenso con carácter “honorífico” de estos cuatro predecesores del JEMAD, así como el de los demás jefes de Estado Mayor nombrados desde 1977 (que sumaron un total de veintinueve ascensos, nueve de ellos a título póstumo), se produjo el 21 de mayo de 1999 y era consecuencia de lo establecido al respecto en la Ley 17/1999, de 18 de mayo, de Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas.

Hombre de profunda convicción religiosa y miembro del Opus Dei, falleció en la Clínica Ruber de Madrid el 2 de octubre de 2006, a los 85 años de edad. Entre las numerosas condecoraciones con las que fue distinguido figuran la Gran Cruz y Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la Gran Cruz de Carlos III, la Gran Cruz de Isabel la Católica, las Grandes Cruces del Mérito Naval y del Mérito Aeronáutico, la del Mérito Civil y la Legión al Mérito en el Mando de Estados Unidos.

FJM (Actualizado 02/02/2009)

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