Opinión

Una vacuna contra la modernidad

Administrator | Miércoles 28 de febrero de 2024
Anastasia Korosteleva
Reseña de la monografía Postfilosofía. Tres paradigmas en la historia del pensamiento de Aleksandr Duguin
“La sabiduría es conocerlo todo como uno”.
- Heráclito
“¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el hombre debe ser para el superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa”.
- F. Nietzsche
El libro de Post-filosofía. Tres paradigmas en la historia del pensamiento de Aleksandr G. Duguin recientemente publicado en el 2020, es una reedición de un trabajo más antiguo que vio la luz en el 2009. Este libro es una serie de importantes conferencias pronunciadas por Aleksandr G. Duguin en el 2005 en la Facultad de Filosofía de la Universidad Estatal de Moscú donde se expone sistemáticamente el método tradicionalista. El libro de Postfilosofía pretende proporcionar a los lectores, de forma exhaustiva, las claves de comprensión del proceso filosófico desde una perspectiva histórica. Con tal de lograr tal objetivo, A. G. Duguin recurre al concepto de paradigma en la filosofía, identificando al menos tres grupos o categorías en la historia del pensamiento: el Paradigma de la Tradición (Premoderno), el Paradigma de la Modernidad y el Paradigma de la Postmodernidad. El objetivo de esta clasificación es desarrollar de forma coherente un discurso que permita comprender la diversidad de todo panorama filosófico. Recordando la máxima de Heráclito, que sirve de epígrafe del libre, podemos decir que Duguin hace uso de los paradigmas como un reflejo del Logos. Heráclito intentaba dar a entender que la verdadera sabiduría residía en reconocer la unidad básica y la interconexión entre los diferentes sistemas filosóficos mediante categorías, por lo que Duguin, en lugar de considerar los procesos filosóficos como realidades aisladas e inconexas, anima a los lectores a buscar la unidad subyacente en todas las formas de pensamiento.
En su libro de Postfilosofía, A. G. Duguin intenta examinar la historia de los paradigmas del pensamiento, ovo usque ad mala, desde sus aspectos antropológicos, ontológicos y epistemológicos, intentando arrojar luz sobre las “post-epifanías” que les dieron origen, una especie de post-antropología, post-ontología y post-gnoseología. Lo anterior significa que el autor examina las ideas que han surgido después de que las ideas tradicionalistas han sido criticadas y reinterpretadas por la Modernidad, que a su vez serán reinterpretadas por la Postmodernidad. Duguin explora el desarrollo y las transformaciones de estos paradigmas, ofreciendo una excursión crítica de los valores postmodernos y citando a sus referentes destacados para explicar tal fenómeno. Es de esa manera que estructura, analiza, sintetiza, compara y generaliza las ideas postmodernas con tal de demostrar que es un paradigma unificado. Explicando como son las ideas postmodernas Duguin intenta crear una vacuna en contra de la Modernidad, vacuna que podemos encontrar al analizar con cuidado estos paradigmas. Cada época, cultura y sistema de valores tiene sus propios rasgos característicos de lo que considera correcto, constituyéndose de ese modo las normas de una época y un lugar determinados. Cada época tiene sus propios valores y “cada nación habla su propio lenguaje sobre el bien y el mal (1): por ejemplo, algunas formas de sufrimiento son consideradas como naturales en una época determinada, mientras que en otra son vistas como patologías. La época de intersección y cambio de paradigmas, es decir, la transición de lo premoderno a lo moderno y luego de lo moderno a lo postmoderno, ha sido un periodo doloroso y desconcertante de la historia humana. A menudo ha acontecido que generaciones enteras se han visto arrastradas a este proceso, perdiendo toda continuidad, naturalidad e impecabilidad. Friedrich Nietzsche, “un filósofo que se resiste a cualquier categorización”, habiendo afirmado el carácter nihilista del mundo moderno experimentó de antemano la catástrofe que se sobrevenía mucho antes que otros, lo que impidió que fuera comprendido por sus contemporáneos. Hoy miles de personas experimentan el mismo sentimiento que él tuvo que sobrellevar solo. Probablemente tenemos un pie en la Postmodernidad, pero la Modernidad sigue influyendo en nuestras vidas. El punto de transición en el que nos encontramos nos permite comprender mucho mejor los cambios que se están produciendo en todos los ámbitos de nuestra vida y es necesario que estudiemos la dinámica y la esencia histórica de la Modernidad.
Si consideramos la Modernidad como un proceso de destrucción deliberada de la sistematicidad y el holismo de las épocas anteriores, entonces el proceso de transición en que nos encontramos puede compararse a la transición de un todo organizado a un estado de descomposición. La Modernidad trató de dividir, destruir y disgregar todos los conceptos y estructuras establecidos con el fin de crear un nuevo espacio ilimitado donde poder afirmar sus valores. Para explicar esto, Duguin usa una metáfora en donde habla de como se derrite el hielo en una hoya que se calienta: a pesar de que queden algunos trozos de hielo flotantes, no tiene importancia, porque al final la transformación se ha producido. En los periodos de transición tales transformaciones no se han producido de forma definitiva y por lo tanto somos testigos de como se producen estos procesos. Podemos decir que estas transformaciones se produjeron en el Renacimiento “cuando colapso el paradigma tradicional – creacionista y premoderno – de la sociedad europeo y se produjo la transición hacia el mundo moderno” (3). En los Nuevos Tiempos se ha producido una transición similar donde la “bonne raison” cartesiana, con su cogito ergo sum, y la “razón pura” kantiana se han visto desbordados: “La razón pura se corresponde a las operaciones matemáticas abstractas y no es casualidad que sea el pensamiento matemático el que se convirtiera en el paradigma epistemológico de la Modernidad” (4). Esto quiere decir que la filosofía de la “razón pura” y el mecanicismo intrínseco al racionalismo cartesiano son los fundamentos del paradigma de la Modernidad. La filosofía como disciplina independiente de la religión, tal y como la conocemos hoy, surgió en la Modernidad. Descartes y Locke fueron los pilares que dieron forma a este paradigma. Kant cuestionó la existencia del mundo externo y posteriormente Nietzsche predijo la Postmodernidad con la muerte de Dios. Los textos de Nietzsche, Jünger y Evola hablan sobre los aspectos heroicos de la Modernidad, incluido el tradicionalismo, porque esta última no ha roto por completo con la Tradición. Sin embargo, la Modernidad impide cualquier posibilidad de volver al tradicionalismo, mientras que la postmodernidad llama a la creación de rizomas, esquizonálisis, subsistemas y reinos de signos donde las personas entran en un mundo donde solo consumen simulacros y marcas en una posrealidad sin contenido.
Frente a tal vacío espiritual donde se han producido la ruptura de todos los paradigmas emerge la figura del Sujeto Radical. Este proceso de cambio de paradigma se vuelve interesante para nosotros en el sentido de que el Sujeto Radical es separado de cualquier entorno sacral, incluido el componente antropológico en el que existía originalmente. A. G. Duguin escribe que durante la Edad de Oro el Sujeto Radical era indefinible porque estaba presente en todas partes como “sujeto espiritual” detrás del cual se ocultaba. El Sujeto Radical era prácticamente idéntico a la Edad de Oro y difería de tal paradigma únicamente por un leve matiz. Tras el fin del paradigma de la Tradición y el inicio del paradigma posthumano de la Modernidad, el Sujeto Radical permanece inalterado como “anima stante et non cadente”, siendo aquel “que ve el paradigma desde el otro lado” (5) e idéntico al “superhombre” de Nietzsche en el contexto de colapso de todo paradigma. El Sujeto Radical no es simplemente un sujeto producto del actual paradigma, se encuentra al otro lado de los paradigmas y no encaja en el esquema de ninguno de ellos, podríamos decir que se trata de una anomalía. El ser independiente de todos los paradigmas es una propiedad básica del Sujeto Radical, por lo que una vez deshechos los revestimientos externos de lo sagrado el Sujeto Radical es el encargado de liderar los cambios de paradigma con tal de revelarse al mundo después de haberse ocultado. Es de este modo que la Postfilosfía nos proporciona una amplia caja de herramientas para tratar de comprender la Modernidad y nos facilita una “llave” para entender la Postmodernidad. Es este anhelo “transitorio” lo que lleva a los seres humanos a lanzar una “flecha de anhelo” por encima y más allá de cualquier paradigma, “hacia ese otro lado”. Aunque la postfilosofía niega el paradigma de la Modernidad, no plantea un regreso a la Premodernidad. Este es un aspecto clave de la Postmodernidad, pues todos los demás aspectos del fenómeno se derivan de esta afirmación y la única salida frente a este problema es la figura del Sujeto Radical descrita por A. G. Duguin.
Notas:
1 — Ницше Ф. Сочинения в 2-х томах. Т. 2. – М.: Мысль, 1990. 829 с.
2, 3, 4, 5 — Дугин А. Г. Постфилософия. Три парадигмы в истории мысли. – М.: Евразийское Движение, 2009. 744 с.

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