Opinión

El Imperio como sinónimo de civilización

Administrator | Viernes 20 de octubre de 2023
Aleksandr Duguin
La llegada el Imperio
La conceptualización del Imperio ha pasado a ser un tema muy relevante, especialmente si tenemos en cuenta conceptos como el de “Estado-civilización” que fue introducido por mi amigo el pensador chino Zhang Weiwei [1], siendo este un sinónimo de Imperio. En su último discurso en el Club de Valdai, pero también en otros lugares anteriores, Putin dijo que Rusia es un “Estado-civilización”, con lo que declaró abiertamente que hemos emprendido el camino hacia el Imperio, aunque no se trata de una reivindicación histórica, sino técnica. Por Imperio debe entenderse una organización política supranacional que tiene un único centro de toma de decisiones estratégicas (el Emperador) y dentro del cual existe una amplia gama de entidades locales – desde comunidades étnicas hasta pueblos diferenciados con alto nivel de desarrollo – unidos por un “Gran Espacio” con fuertes connotaciones civilizaciones, sean estas religiosas, culturales o ideológicas. Uno se puede integrar al imperio de forma pacifica o violenta, aunque los Estados que existen en las fronteras del Imperio pueden conservar cierta autonomía o formar parte de él. De cualquier forma, pertenecen al “Gran Espacio” imperial y esto es lo que realmente importa. En la medida en que estos Estados limítrofes sigan ciertas directrices, pueden mantenerse como Estados-nación independientes, en caso de que se rebelen en contra del Imperio y comiencen a trabajar para agentes exteriores, su destino estará sellado. Este último caso se aplica a Ucrania, los Estados postsoviéticos, Taiwán y muchos otros.
El Imperio unipolar
La unipolaridad concibe el mundo como parte de un único Imperio dominado por los Estados Unidos, sus satélites, la OTAN y el resto de organizaciones a su servicio. Niall Ferguson, un politólogo estadounidense contemporáneo que es financiado por la familia Rothschild [2], introdujo de contrabando en el discurso político de su país la palabra Imperio [3]. Anteriormente, los Estados Unidos solía concebirse como una República, mientras que el Imperio era identificado con Gran Bretaña [4] como una realidad extremadamente negativa y contra la que los estadounidenses, como amantes de la libertad y mártires de la Guerra de Independencia, lucharon. No obstante, la idea de crear un Imperio Mundial fue calando poco a poco al interior de las élites estadounidenses hasta que los neoconservadores hablaron abiertamente de él. Estados Unidos se declaró de ahora en adelante como un “Imperio” que gobierna a toda la humanidad y las élites globalistas liberales terminaron por estar de acuerdo con tal idea. Pero este imperialismo abierto provocó el rechazo de otra parte de la élite estadounidense que comenzó a atacar la idea hegemónica de Imperio global y más bien declararse a favor del “Estado-civilización”, algo en consonancia con la multipolaridad. Existen varias interpretaciones de la idea de Imperio desde la izquierda en Occidente, como, por ejemplo, la de transhumanistas en la onda de Negri y Hardt [5], sociólogos como Emmanuel Todd [6] o la del inclasificable Alain Soral [7].
La heptarquía imperial o la multipolaridad real
La multipolaridad implica la existencia de varios imperios soberanos al mismo tiempo, no solo frente a las pretensiones universalistas y univocas de los Estados Unidos, sino también entre sí. Actualmente se puede hablar de siete imperios distintos que están tomando forma frente a nuestros ojos:
  • El Imperio de Occidente (EE.UU. + UE + sus vasallos).
  • El Imperio Euroasiático (Rusia + espacio postsoviético, junto a sus respectivos territorios). Este sería el intento de nuestra sociedad de reconstruir nuestro propio Estado-civilización del que Putin se ha hecho eco en Valdai.
  • El Imperio Chino (China continental + Taiwán y una serie de Estados que se extiende por toda la “Franja y la Ruta”).
  • El Imperio Indio (Bharat + Nepal + Bangladesh + los estados del sudeste asiático en su órbita).
  • El Imperio Islámico (un bloque potencial de Estados islámicos cuyos polos más importantes son Arabia Saudí, los países árabes suníes, el Irán chiíta, Pakistán, Turquía, Indonesia, los países del Magreb y muchos otros).
  • EL Imperio Latinoamericano (que tiene su centro en la alianza entre Brasil y Argentina con la adhesión del resto de países, como los estados del Caribe y México).
  • El Imperio Africano (que gravita alrededor de la Meseta de Manden en torno a Mali, junto con la ecúmene bantú de África central y meridional, además de Etiopía y el mundo cusita).
  • El primer Imperio, el occidental, sigue pretendiendo ser el único que existe, ya que el colapso de la URSS permitió su ascenso y, aunque su hegemonía se debilita cada vez más, sigue siendo muy fuerte. El solo tiene mucho más poder que cada uno de sus otros rivales por separado, pero es inferior a la alianza de todos los otros imperios no occidentales en términos económicos, demográficos, recursos naturales e incluso ideológicos. Los otros tres Imperios, el ruso, el chino y el indio, tienen una historia de siglos e incluso milenios y actualmente están activamente construyendo sus mecanismos de poder. De hecho, ya son polos soberanos e independientes de facto, por lo que es muy probable que aumente su influencia en los próximos años. Por su parte, el Imperio Islámico, cuyo centro lógico sería Bagdad – sede del califato abasí – se encuentra unido por una religión y una ideología basada en ella, pero esta políticamente fragmentado. Los Imperios africano y latinoamericano todavía no existe, aunque están dando pasos concretos en esa dirección. Todos estos Imperios, tanto reales como potenciales, con la excepción del Imperio de Occidente, hacen parte de los BRICS después de la cumbre de Johannesburgo. Rusia presidirá el próximo año los BRICS con tal de promover la multipolaridad y reforzar su posición ideológica, económica, energética, financiera, político-militar y estratégica. Para que la multipolaridad nazca es necesario que todos trabajen juntos para ponerle fin a la unipolaridad Occidental. Esto no significa la destrucción de Occidente, sino sus pretensiones de universalidad, algo que Rusia ya esta haciendo hoy en Ucrania. La Operación Militar Especial es un enfrentamiento abierto entre la unipolaridad y la multipolaridad.
    Otros tres posibles polos imperiales
    Completaremos nuestro análisis planteando la existencia teórica de otros tres “Grandes Espacios”. Occidente puede dividirse en dos polos: uno americano y otro europeo, en tal caso la UE, una vez se expulse a los globalistas atlantistas del poder y se impongan los continentalistas de la línea del general De Gaulle, podría convertirse en un polo independiente. Tal polo europeo todavía no existe. Otro posible polo que puede aparecer sería una civilización budista autónoma bajo la tutela de Japón, pero el Japón actual, al igual que Europa, no tiene independencia política y sigue al pie de la letra a Occidente. Finalmente, podemos hablar de un hipotético “Gran Espacio” de Oceanía que se esta convirtiendo en una zona de enfrentamiento político-militar entre los Imperios chino y estadounidense. Esta situación puede cambiar, pero resulta improbable que los valientes pueblos melanesios, papúes, aborígenes australianos y maoríes puedan por sí solos levantarse al unísono y expulsar a los anglosajones por medio de una serie de guerras anticoloniales, al menos de que los ayuden como ha sucedido con África. Es muy improbable que esto suceda, pero no deja de valer la pena intentarlo con tal de que se forme otro polo.
    Hola al Imperio
    Si los Imperios están volviendo entonces es hora de comprender sus orígenes históricos e ideológicos. Es un tema sumamente fascinante que ayudaría a los rusos a comprender quienes son. Nosotros somos un pueblo imperial: lo hemos sido en el pasado, lo somos ahora y lo seremos en un futuro llamémonos como nos llamemos o pensemos como pensemos. Llegará el momento en que nos demos cuenta de eso, al fin y al cabo, la URSS fue un “Imperio” en el sentido técnico de la palabra como lo hemos subrayado muchas veces. Justa ahora nos estamos convirtiendo en un “Estado-civilización” y comprendiendo nuestro destino. Para comenzar a profundizar en este tema invito a los lectores a abordar los tres volúmenes del libro Imperio [8] de Konstantin Malofeev y mi obra filosófica Génesis e Imperio [9]. Se pueden agregar libremente muchas otras obras exhaustivas y detalladas para seguir trabajando esta cuestión, tanto de Occidente como de Oriente, del pasado o del porvenir.
    Notas:
    [1] Zhang Weiwei. The China Wave: Rise of a Civilizational State. Beijing: World Century Publishing Corporation, 2012.
    [2] Niall Ferguson, The House of Rothschild: The World's Banker, 1849–1999. Nueva York: Viking.
    [3] Niall Ferguson, Colossus: The Rise and Fall of the American Empire. NY.: Penguin Press, 2004.
    [4] Niall Ferguson, Empire: How Britain Made the Modern World. Londres: Allen Lane.
    [5] Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, Buenos Aires: Paidós, 2002
    [6] Todd, E., Après l’empire - Essai sur la décomposition du système américain est un essai. P.: Gallimard, 2002.
    [7] Alain Soral, Comprendre l'Empire. Demain la gouvernance globale ou la révolte des Nations, Éditions Blanche, 2011.
    [8] Малофеев К.В. Империя. В 3 т. М.: АСТ, 2020-2021.
    [9] Дугин А.Г. Бытие и Империя. М.: АСТ, 2022.
    La civilización judeocristiana no existe
    La escalada de la guerra palestino-israelí sin duda esta consolidando la independencia del mundo islámico. Mientras tanto, los conservadores occidentales han vuelto a hablar de la defensa de la “civilización judeocristiana en contra de los musulmanes”, siendo la ideología islámica radical de Hamás la excusa perfecta para ello. Sin embargo, una civilización que hace tiempo dejó de lado la teología y los valores tradicionales, que promueve el ateísmo, el materialismo y legaliza toda clase de perversiones no puede ser considerada ni como cristiana ni como judía. Si Occidente hoy en día se dedica a apoya a Israel tal y como es ahora, no puede ser sino una gran ironía. Al fin y al cabo, la actual civilización occidental esta del lado del diablo, por lo que hablar de un mundo judeo-cristiano inexistente no tiene sentido. El mundo islámico, por el contrario, sí existe y sigue teniendo muchos elementos tradicionales, por lo que la actual lucha no puede entenderse en una especie de confrontación entre el mundo judeocristiano contra los musulmanes, sino más bien del mundo islámico en contra de la civilización satánica creada por el Dajjal. La idea de Biden de apoyar tanto a Ucrania como a Israel deja claro este punto, pues Occidente solo ayuda a quienes se someten a su hegemonía. El mundo musulmán, salvo países escatológicamente despiertos como Irán y Siria, no eran enemigos de Ucrania o aliados de Rusia, aunque es probable que todo esto cambie de ahora en adelante.
    Rusia es uno de los polos del mundo multipolar y el mundo islámico también lo será. Ambos tienen en común su oposición a los desesperados intentos occidentales de preservar la unipolaridad y su dominio global a cualquier precio, incluso a costa de desatar una nueva guerra mundial. El conflicto palestino-israelí no había adquirido una dimensión de guerra entre civilizaciones, ahora sí lo es. Lo mismo sucedía con el conflicto regional entre Rusia y Ucrania, que hoy ha adquirido tal dimensión desde que Occidente comenzó a apoyar a los nazis de Kiev, convirtiendo a la guerra de Ucrania en la primera gran confrontación entre la multipolaridad contra la unipolaridad. La dimensión de estas confrontaciones no deja de crecer y la situación se torna cada vez más ominosa. Hoy en día miles de millones de personas en todo el mundo consideran que el Occidente colectivo y sus aliados son la encarnación del mal absoluto al servicio del Anticristo. Quizás solo el regreso de Trump al poder o el estallido de una guerra civil en Estados Unidos puede detener el inicio del Apocalipsis, o al menos posponerlo. Los demócratas, globalistas y neoconservadores están llevando a la humanidad directamente al abismo y, como muchos saben, allí habitan los demonios.

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