Opinión

Del sueño americano a la depresión americana

Elespiadigital | Sábado 06 de mayo de 2023

Los mitos que contribuyeron al nacimiento de un culto mundial a Estados Unidos, el sueño americano y el American way of life, están agonizando. El asesino es el propio Estados Unidos, cuyo corpus de valores salubres ha sido sustituido por las degeneraciones del liberal-progresismo y cuyo modelo capitalista, antaño punto de referencia para las naciones e imán para los emigrantes de todo el mundo, vive en la agonía de crisis intermitentes.

Emanuel Pietrobon

 



Emanuel Pietrobon

Los mitos que contribuyeron al nacimiento de un culto mundial a Estados Unidos, el sueño americano y el American way of life, están agonizando. El asesino es el propio Estados Unidos, cuyo corpus de valores salubres ha sido sustituido por las degeneraciones del liberal-progresismo y cuyo modelo capitalista, antaño punto de referencia para las naciones e imán para los emigrantes de todo el mundo, vive en la agonía de crisis intermitentes.

El sueño americano y el American way of life agonizan y con ellos el homo americanus, cada vez más deprimido, enfermo y solo. Las drogas tradicionales y digitales -pornografía y redes sociales-, la comida basura, los fármacos psiquiátricos y los estilos de vida autodestructivos están acabando con él.

La clase dominante conoce y es consciente de la Gran Depresión, emblematizada por las epidemias de suicidios, la crisis de los opiáceos y las masacres generalizadas, y sabe que de la resolución de este intrincado conjunto de problemas dependen, más que la erosión del poder blando, la seguridad y el futuro de Estados Unidos. Porque el riesgo es que, según lo que se murmura en los pasillos que conducen a las salas de control, Estados Unidos llegue ya derrotado al redde rationem con la República Popular China.

En los orígenes de la Gran Depresión estadounidense

El sueño americano se ha convertido en una pesadilla. Una combinación de factores materiales e inmateriales ha suplantado el optimismo cristiano sobre el que se fundó Estados Unidos, una solitaria superpotencia huntingtoniana que, embriagada por los vapores embriagadores del Momento Unipolar, no escuchó la parénesis de Zbigniew Brzezinski sobre los peligros que emanaban del advenimiento de una sociedad moldeada por ateísmos mesiánicos, cornucopias permisivas, hedonismos colectivos y valores autodestructivos.

Una vez vencido el desafío contra las utopías coercitivas, advertía el clarividente Brzezinski ya en 1993 -año de la profética El mundo fuera de control-, Estados Unidos entraría en el año 2000 con un cuadro clínico deteriorado y el principal obstáculo para su hegemonía mundial, más que la inevitable aparición de potencias revisionistas, sería su proceso de decadencia. Un proceso moldeado por una violencia sin precedentes, desde las masacres misantrópicas hasta la radicalización de las tensiones interétnicas, que probablemente repercutirá en la capacidad de gobierno mundial de Estados Unidos y en su poder blando, ya que los pueblos se sienten atraídos por los imperios en asombro, no por los que están en decadencia civilizatoria.

La oracular voz de Brzezinski pasó desapercibida como un grito en el desierto, pero la historia no tardó en darle la razón. Seis años después de la sombría advertencia, en 1999, la masacre del instituto de Columbine abrió el camino al siglo de las masacres, mientras que las 3.442 muertes por sobredosis de opiáceos marcaron el inicio de la epidemia de opiáceos. Pródromos (ignorados) de la materialización del presagio de Brzezinski.

El malestar es el mayor enemigo de Estados Unidos

Estados Unidos corre el riesgo de llegar al redde rationem con Rusia y China, deseosas respectivamente de reescribir el final de la Guerra Fría y de tomar represalias por el Siglo de la Humillación, con el jardín en llamas y la casa en ruinas.

El revisionismo del eje Moscú-Pekín es el desafío de época al sistema internacional centrado en Occidente, pero es el malestar del homo americanus solitario, enfadado, enfermo y deprimido la espada de Damocles que pende sobre la cabeza de Estados Unidos. Tan delgada es la melena que la sostiene, y que una mezcla de indiferencia (de los responsables estadounidenses) e interferencia (de los estrategas híbridos sino-rusos) está adelgazando, que podría caer cualquier día de estos.

Los Freddy Kruegers que pueblan la Pesadilla Americana, y que responden a los nombres de depresión, trastorno mental, obesidad, drogadicción y ultraviolencia, están llevando a la sociedad estadounidense hacia la licuefacción. Un panorama oscurecido por los procesos simultáneos de extremismo de las fuerzas políticas y de radicalización de las minorías. El espectro del autoapocalipsis perturba el sueño de la Ciudad de la Colina.

El Pentágono tiene un enemigo llamado Generación Z

Las fuerzas armadas luchan por cumplir los objetivos anuales de reclutamiento debido a la desconfianza y a la inelegibilidad. El problema radica en los atributos encontrados por término medio entre los miembros de la Generación Z, que básicamente se resisten al encanto del uniforme o, cuando están interesados, son en gran medida incapaces de superar las pruebas psicofísicas y de aptitud.

En 2022, debido a la falta de receptividad y a la baja calidad de los candidatos, el Ejército no alcanzó el objetivo de 60.000 reclutas, finalizando el alistamiento de unos 45.000, es decir, un 25% menos de lo previsto. Números indicativos de un "desafío sin precedentes", en palabras de la cúpula militar, y que pesan sobre la sostenibilidad de la competencia estratégica con China. La credibilidad militar de Estados Unidos se está viendo erosionada por la posesión de un ejército numéricamente reducido y cualitativamente pobre, ya que está compuesto por soldados y militares físicamente no aptos e intelectualmente mediocres.

El Pentágono está tratando de invertir la tendencia de diversas maneras: campañas de concienciación sobre la utilidad de las fuerzas armadas, flexibilización de las barreras de entrada, por ejemplo, sobre los tatuajes, el peso -la posibilidad de superar el peso máximo permitido hasta en un 6%- y la inteligencia -la rebaja en diez puntos de la puntuación mínima para acceder al test de psicoaptitud-, prórrogas de contratos, retiradas del servicio y aumentos de las primas perceptibles.

La estrategia del Pentágono es un arma de doble filo. Podría funcionar cuantitativamente, es decir, elevar la tasa de reclutamiento, pero causaría daños cualitativos, ya que las fuerzas armadas estarían compuestas principalmente por individuos no aptos. Es cierto, al mismo tiempo, que el problema de la calidad no puede ser resuelto por el Pentágono, ya que requiere una solución polifacética a nivel del sistema: cultural, educativo, sanitario.

A falta de una solución global, que vaya a la raíz de la cuestión, el expediente de las fuerzas armadas está abocado a ser cada vez más problemático. Por la disminución constante del cociente intelectual, emblematizada por los 130 millones de estadounidenses con baja capacidad de lectura. Por la capilarización de la obesidad, simbolizada por la cuadruplicación de las personas con sobrepeso: 13% de la población en 1960, 41,9% en 2020. Y por el aumento de la proporción de jóvenes no aptos, dadas las circunstancias anteriores y otras -desde el antimilitarismo hasta los trastornos depresivos y mentales-, que pasó del 71% al 77% del total sólo en 2017-20.

Estadounidenses: depresivos y destructivos

Los trastornos mentales, al igual que los trastornos alimentarios, son la otra arruga que aflige al homo americanus, perturbando el sueño del Pentágono y de la Casa Blanca y avivando las fantasías de victoria de los rivales de Estados Unidos. Escribir sobre la Gran Depresión en cifras equivale a decir: una sobredosis letal cada cinco minutos, las sobredosis letales en el grupo de edad de 15 a 19 años aumentaron un 150% entre 2018 y 2021, las sobredosis la principal causa de muerte entre los estadounidenses menores de 45 años, los estudiantes de secundaria con "sentimientos persistentes de tristeza y abatimiento" aumentaron del 26% al 44% entre 2009 y 2021, y una de las tasas más altas del mundo de consumidores de antidepresivos: 110 por cada 1.000 personas.

Según los últimos datos disponibles para 2019-20, uno de cada cinco adultos estadounidenses sufrirá un trastorno mental, es decir, más de cincuenta millones de personas de una población de 331,9 millones. Durante el mismo periodo, según los CDC y Harvard, uno de cada cuatro adultos de entre 18 y 24 años experimentaría pensamientos suicidas y el 51% de los adultos de entre 18 y 29 años viviría momentos depresivos semanalmente.

La epidemia de depresión que azota Estados Unidos, y que China está aprovechando para exacerbar la crisis de los opiáceos - 841.000 muertes entre 1999 y 2022 -, ha convertido el suicidio en una de las principales causas de muerte: la segunda en los grupos de edad de 10 a 14 años y de 25 a 34 años, la tercera en el grupo de 15 a 24 años y la cuarta en el grupo de 35 a 44 años. En 2020, según las estimaciones de los CDC, habrá 1,2 millones de intentos de suicidio y el doble de suicidios con éxito que de homicidios: 45.979 frente a 24.576.

Un telón de fondo de la Gran Depresión, de la que sin duda es un componente ignorado, es la cuestión de las masacres de civiles con armas de fuego: 4.040 sólo en 2014-22. En el 53% de los casos de masacres escolares y no escolares, el identikit del asesino en masa incluía trastornos mentales graves, o trastornos neurológicos, o trastornos psiquiátricos no psicóticos, o trastornos por consumo de sustancias.

En total, entre 1999 y 2022, la Gran Depresión, entendida como la epidemia de suicidios y sobredosis letales de analgésicos y antidepresivos, se cobró la vida de algo más de dos millones de personas, tres veces la población de Alaska. Números que hablan de una sociedad en proceso de zombificación, que se dirige, salvo un giro radical, hacia la licuefacción total.

La crisis de Estados Unidos vista por Rusia y China

Una democracia en proceso de desdemocratización, una sociedad en guerra civil molecular, una economía próxima a la sobredosis; esto es América según los dos grandes retadores del sistema internacional occidental-céntrico, el Oso y el Dragón, que confían en superar el momento unipolar readaptando el guión utilizado por Estados Unidos para imponerse al bipolarismo, acciones de contención, diplomacia triangular y guerras trampa, con la esperanza-esperanza de lograr el mismo epílogo: la implosión del otro polo de poder.

La atomización social, la depresión generalizada, la intoxicación colectiva y la radicalización de las minorías son los mejores amigos de los guerreros mentales rusos y chinos que dirigen y guionizan las operaciones de desestabilización híbrida en Estados Unidos. Los primeros llevando a cabo operaciones bélicas en la quinta dimensión -la red- en detrimento de la sexta dimensión -la mente-. Los segundos desarrollando drogas letales, tanto para la mente como para el cuerpo, que luego distribuyen en tiendas digitales, con la ayuda de Silicon Valley, y en las calles estadounidenses, en concierto con los narcotraficantes mexicanos.

Para Rusia y China, los males del hombre estadounidense contemporáneo son serpientes venenosas a las que hay que alimentar. La atomización social es enemiga de los individuos, cuya soledad, frustraciones y resentimientos agrava, y de las comunidades, a las que escinde en compartimentos estancos en los que luego es posible construir cámaras de eco para uso y consumo de agendas polarizadoras y radicalizadoras -enseña Internet Research Agency. La embriaguez colectiva es un inhibidor de la creatividad, la inventiva y la productividad, que son los cimientos del poder y también los cortafuegos de las operaciones cognitivas, informativas y psicológicas - ahora más que nunca, la era de las redes sociales, perniciosas y omnipresentes. Y ambos, atomización e intoxicación, actúan contra la cohesión nacional y el patriotismo.

El Oso y el Dragón tratarán de ganar la partida del siglo contra el Águila sin combatirla directamente, sino atontándola, dividiéndola y drogándola, con la esperanza de que los dramas domésticos la obliguen a revisar su agenda global o la priven del aliento que necesita para llegar al minuto 90. Todo estará permitido por una noche, incluso y especialmente lo ilícito, en el enfrentamiento entre el Momento Unipolar y la Transición Multipolar.

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