Tras la tregua de tres días, las armas volvieron al combate en Sudán. Sigue la destrucción y el éxodo de personas en busca de refugio.
La situación militar en Sudán sigue confusa. Cada parte del conflicto está empeñado en eliminar al otro y no hay un pronóstico de cuál saldrá vencedor en la contienda.
En el teatro de operaciones se emplea fuego artillero, bombardeos aéreos y a civiles como escudos humanos.
Hasta ahora, los combates han causado más de 420 muertos, de ellos 273 civiles no beligerantes, y cerca de cuatro mil heridos, según reportan las autoridades sanitarias.
Las estadísticas, al parecer, no son tenidas en cuenta, pues no se avista negociación alguna que propicie dialogar entre las partes, a pesar de la advertencia reciente del secretario general de la ONU, António Guterres, de que Sudán “está al borde del precipicio”.
Después de la tregua, entre los primeros blancos de la artillería está un hospital de la ciudad gemela de Omdurmán, en la ribera este del río Nilo, zona de operaciones, junto a otras ciudades del interior del país.
El desafío entre los generales Abdel Fattah al-Burhan y su exaliado, Mohamed Hamdan Dagalo parece interminable. Al-Burhan preside el Consejo de Lucha de Transición (CST, Gobierno provisional) y Hamdan Dagalo lidera la milicia Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), de turbia notoriedad desde su creación, con el apoyo del derrocado expresidente Omar al Bashir.
En el origen de la conflagración sudanesa aparece el tema de la incorporación de los efectivos de las RSF al Ejército regular, controlado por el CST, lo que dejaría a Hamdan Dagalo sin su instrumento de poder y por ende en una posición débil a pesar de su cargo de vicepresidente.
Según el secretario general de la ONU, "la lucha por el poder en Sudán no solo está poniendo en riesgo el futuro de ese país. Está encendiendo una mecha que podría detonar a través de las fronteras, causando un sufrimiento inmenso durante años y retrasando el desarrollo por décadas".
Todo indica que no hay solución a plazo mediato. Aparte de la destrucción ya notoria, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó el martes sobre elevados riesgos biológicos tras la ocupación por uno de los beligerantes del Laboratorio Nacional de Salud, en el cual hay almacenados agentes patógenos del sarampión, cólera y poliomielitis.