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NEWSLETTER 74. ¿Y dónde están los ‘brotes verdes’ de Rajoy…?

Elespiadigital | Domingo 11 de agosto de 2013

Rosa Díez se lo dijo a la Agencia EFE (28/07/2013) con toda sencillez y naturalidad: “Yo no veo los brotes verdes por ninguna parte. Observo que se secan menos ramas, pero se siguen secando ramas y no florece nada”. Y apostillaba que los seis millones de desempleados “que lo están pasando mal”, porque apenas pueden pagar lo básico, se pueden sentir “burlados” (y sin duda así será) por un Gobierno que, contra esa realidad, asegura que las cosas ya van “estupendamente”.

Así, con gran sensatez, a través de su entrevista periodística, la líder de UPyD pedía al Gobierno que no lanzara “las campanas al vuelo” sobre la mejora de la situación económica. No tuvo necesidad de ser mucho más explícita ni de aportar más datos al respecto porque su afirmación era, simplemente, un axioma; una verdad inconcusa, firme y sin contradicción; una proposición tan clara y evidente que no necesita demostración alguna.

Con esa visión comedida, Rosa Díez sostenía que la evolución de las cifras del PIB, que sigue siendo de signo negativo, y que según la opinión del Gobierno marca un frenazo de la recesión económica, no indica que se haya iniciado o vaya a iniciarse necesariamente la recuperación, porque, a su juicio, “llegará el momento en el que ya no decreces nada porque te has muerto”. Puro sentido común; el mismo con el que en un periodo de extrema sequía vamos reduciendo el consumo de agua antes de agotar las reservas y morir por deshidratación.

Díez, que hace un año era una firme defensora del ‘rescate completo’ de la economía española (más allá del evidente ‘rescate financiero’), subrayaba que nadie puede decir si ahora España está mejor o peor de lo que estaría en caso de haber sido rescatada formalmente. Y no dudaba en afirmar, que hoy por hoy, el país está “muy mal, en una situación crítica”, a la que hay que sumar la pérdida de imagen internacional, todo ello por culpa de la política de un Gobierno que merece “una durísima censura”.

La portavoz de UPyD cree que el Gobierno de Rajoy miente -buen ojo clínico- cuando dice que la actual situación es inevitable y que adopta medidas impopulares porque no le queda más remedio, dado que el Ejecutivo es el que, sin ir más lejos, decide de forma autónoma mantener “instituciones superfluas, como las diputaciones o fundaciones públicas”. Y denunciaba que, de hecho, “cada día dicen que las van a suprimir, pero prefieren mantener los chiringuitos que les dan poder partidario que resolver los problemas de los ciudadanos”.

Según Díez, los españoles saldremos de la crisis “endeudados hasta las cejas”, con un débito de 20.000 euros por ciudadano que habrá de ser pagado por las siguientes generaciones (la cifra se quedará corta), lo que significa que España seguirá en una situación “durísima” por muchos años. Todo ello sin dejar de denunciar que la desastrosa política que desarrolla el Gobierno también “está expulsando del país a muchos conciudadanos”.

EL PIB DECRECE MENOS, PERO SIGUE DECRECIENDO

Aparte de compartir esencialmente lo dicho por Rosa Díez, en relación con la contracción del PIB del 0,1% en el segundo trimestre del año (la del primer trimestre fue de un 0,5%), conviene advertir de entrada que su tasa de crecimiento sigue siendo obviamente negativa (-0,1%) y que equivale a un -1,8% de tasa interanual. Recesión que se debe seguir reputando de grave, sobre todo si se compara con las profecías oficiales que la daban por concluida en 2013 y porque la economía española acumula ya nada menos que ocho trimestres de crecimiento negativo (la tasa interanual acumula siete trimestres de retrocesos).

Pero es que, si en el mejor de los supuestos el PIB dejara de ser negativo en 2014, como supone el Gobierno, tampoco se puede convenir que eso signifique un cambio de ciclo hacia el crecimiento económico. Ni tampoco, como afirma el secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, que a partir de ahí se vaya a producir una inflexión y una recuperación “suave, pero sostenida en el tiempo”.

Pocos profesionales de la economía, incluyendo a los que trabajan en el Servicio de Estudios del Banco de España, se prestarían a asegurar que después de llegar al ‘crecimiento económico cero’, la economía nacional entre acto seguido en una fase de recuperación paulatina, con aumentos interanuales del PIB crecientes durante los trimestres sucesivos. Mucho más verosímil es la hipótesis de que, una vez superado el estadio de recesión, la economía se siga arrastrando durante varios trimestres en crecimientos próximos a ‘cero’, prolongándose por tanto la mala situación del consumo, la inversión y el empleo, en una mejora estadística nada resolutiva y vacía de contenido para los ciudadanos.

De hecho, en su último boletín, el Banco de España sólo se ha limitado a confirmar que la economía española moderó su contracción por segundo trimestre consecutivo, entre los meses de abril y junio. Y atribuyendo la desaceleración en la caída del PIB a la “fortaleza” de la demanda exterior neta, sustentada en el repunte de las exportaciones, propiciado a su vez por un dinamismo mayor de los mercados mundiales (es decir, por impulsos externos) tras la ralentización registrada en los meses iniciales del ejercicio.

Por otra parte, la autoridad monetaria también estima que la demanda interna “suavizó muy ligeramente” su contracción en el segundo trimestre, con una caída del 0,6%, una décima menos que en el trimestre anterior, acusando el gasto de familias y empresas la presión contractiva de las condiciones financieras adversas, el desendeudamiento y la consolidación presupuestaria, así como la incertidumbre sobre la evolución de la economía que afecta a las decisiones de consumo e inversión.

En este contexto de mejoría relativa, el Banco de España destacaba que la evolución de los indicadores coyunturales apreciada recientemente, apunta hacia una situación “algo más favorable” a corto plazo que la proyectada hace unos meses, si bien advirtiendo que la persistencia de los anteriores efectos sobre el gasto de los agentes consumidores “no han cambiado sustancialmente” las perspectivas económicas de medio plazo.

Y la misma fuente afirmaba que el consumo de los hogares prolongó su tónica de debilidad en el segundo trimestre del año, estimando que habría experimentado un descenso inter-trimestral del 0,4% en este periodo, en línea con el registrado en el primer trimestre. Al mismo tiempo, la inversión de bienes de equipo habría registrado en el segundo trimestre una “cierta suavización” del ritmo de descenso inter-anual, creciendo en términos inter-trimestrales un 0,3%, mientras que la inversión en construcción se habría reducido nuevamente por el mayor impacto de los planes de austeridad sobre los proyectos de obra civil.

LOS RECORTES Y LA REFORMA LABORAL CASTIGAN EL CONSUMO

El consumo interno (gasto por hogares), que es el principal motor del crecimiento económico, mide en su evolución la dinámica real de la crisis, mejor por supuesto que la cacareada capacidad de exportación, que no siempre es consecuencia de una mayor competitividad nacional sino de una activación de las importaciones por parte de otros países ajena a nuestra política económica.

Por ello, es poco comprensible que se pueda hablar de ‘brotes verdes’ en una economía contraída en la que se sigue desplomando el consumo, el crédito bancario brilla por su ausencia y el crecimiento del turismo (que se ha penalizado con un torpe aumento del IVA) viene determinado por la inestabilidad coyuntural de otros mercados. De hecho, desde el inicio de la crisis, hace casi seis años, el gasto de las familias españolas ha decaído hasta la fecha en más de un 12%, siguiendo un proceso continuo y sin que se pueda percibir ningún tope de estabilización al respecto.

A este dato, hay que añadirle el factor del incremento del IPC (imposible de enmascarar por mucho que el Gobierno manipule los criterios de medición), la rebaja del salario medio (en 2012 ya se registró la primera caída absoluta de los costes laborales desde la Transición) y el aumento del coste de la sanidad, la educación y otros bienes y servicios esenciales (debido a los recortes y ajustes presupuestarios afectos a la reducción del déficit público). Dicho de otra forma, antes que la aparición de ‘brotes verdes’, lo que se evidencia es un deslizamiento progresivo hacia una ‘economía de supervivencia’ en la estela de lo que ha sucedido ya en Grecia o en Portugal, incluyendo su deriva hacia la ‘economía sumergida’.

Claro está que una cosa es la España oficial y otra la real, con escenarios y protagonistas significadamente distintos y tan dispares unos de otros que pueden llegar incluso a ser invisibles e inasimilables entre sí. ¿O es que, por ejemplo, alguien cree comparable la situación de millones de funcionarios públicos con estabilidad laboral (aunque por supuesto también sufran las duras consecuencias de la crisis), con la de 1.821.000 familias que tiene a todos sus miembros en el desempleo…? ¿Y cómo se les puede hablar a estos últimos de ‘brotes verdes’ en la solución de la crisis…?

OTRA FALSEDAD DE RAJOY: “MEJOR QUE HACE UN AÑO”

El pasado 28 de julio, es decir en los prolegómenos de su comparecencia en el Congreso de los Diputados para dar la cara sobre el ‘caso Bárcenas’, que se produjo el 1 de agosto, el presidente Rajoy lanzó un mensaje triunfalista de la evolución de la economía desde que llegó a La Moncloa en diciembre de 2011, hasta el punto de afirmar que la situación es “claramente mejor que hace un año”. Para ello aprovechó una reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP que, aun celebrada a puerta cerrada, terminaría filtrada a la prensa en un claro intento de endulzar el doloroso debate parlamentario sobre la financiación ilegal de su partido, introduciendo de forma gratuita componentes de interés económico poco convincentes y, por supuesto, ocultando otros a todas luces negativos.

Entre los primeros, destaca la exagerada valoración gubernamental de la reducción del paro en el segundo trimestre del año, fenómeno inédito desde 2008. En los primeros cinco meses del año, el desempleo registrado en el INEM ha bajado en 340.000 personas, con un descenso adicional de otras 68.000 en el mes de julio; situación que, en esencia, sólo significa no empeorar más el letal escenario laboral existente.

Porque esa caída del desempleo debe ser matizada con el carácter estacional que tiene un alto porcentaje de las contrataciones. De hecho, el paro baja de forma habitual en el mes de julio (74.000 personas en 2010, 42.000 personas en 2011 y 28.000 en 2012…), volviendo a aumentar al final del verano, siendo igual de cierto que se sigue destruyendo empleo, aunque ahora caiga al 3% y no a más del 13% como ha venido cayendo.

Además, el Gobierno oculta que la afiliación a la Seguridad Social (cotizantes) no crece en paralelo, lo que significa que unos 550.000 parados han ido tirado la toalla y desistido de buscar trabajo porque creen -con toda la razón- que no la van a encontrar; sin reconocer tampoco que la contratación a tiempo parcial ha aumentado un 62%...

En su balance de lo que va de legislatura, situados ya prácticamente en su ecuador, Rajoy insistió, como buen maniqueo, en que al asumir el cargo se encontró con una “herencia envenenada” de “claros desequilibrios” en la economía, afirmando que, no obstante, el Gobierno ha sabido invertir la situación con las medidas adoptadas mes tras mes. Al parecer, gracias a ellas, el Gobierno tiene previsto que en el último trimestre de 2013 se ponga fin al crecimiento negativo; sin dejar de soltar otras afirmaciones ciertamente poco afinadas como que, gracias a su gestión, se ha reducido la deuda exterior, se han arreglado muchos de los problemas de los bancos, se está corrigiendo la inflación, la prima de riesgo está por debajo de los 300 puntos y ha aumentado la inversión extranjera (claro que sin llegar a compensar ni mucho menos la fuga previa de capitales iniciada bajo la presidencia de Rajoy)…

Pero diga lo que diga Rajoy para asedar al personal y ganar tiempo en espera de que los hados de la UE o la economía cosmogónica resuelvan la crisis española, más que para engañarse a sí mismo, lo cierto e indiscutible es que el objetivo de déficit para este año no se va a cumplir, como no se cumplió el de 2012, so pena de nuevos y urgentes recortes de momento oficialmente desmentidos. Y ello con la circunstancia agravante de que se esté queriendo reducirlo mínimamente a costa de incrementar mucho la deuda pública, que es un marcador de la mala salud económica bastante significativo y que con la gestión de Rajoy se ha venido disparando de forma aterradora, pronto a alcanzar el 100% del PIB en esta misma legislatura (nadie habla de ello, de que España sea el país europeo donde más está creciendo ni de su directa influencia en la quiera económica del Estado).

Lo que indica la aritmética presupuestaria es que el déficit de la Administración central ya alcanzó en junio su techo anual, con un desequilibrio del 3,81% del PIB, superando en una centésima el objetivo fijado para el conjunto de 2013. Y que el déficit pactado con la Comisión Europea en un 6,5% del PIB para el conjunto de las Administraciones en 2013 se terminará situando en torno al 8%, incluso por encima del 7,1% alcanzado el año pasado.

¿Y esto es estar de verdad “mejor que hace un año” como sostiene Rajoy…? ¿Estos son los ‘brotes verdes’ que nuestro inepto Ejecutivo percibe en la economía española…?

La cuestión de fondo es que la verborrea gubernamental sobre las tasas de crecimiento y las proyecciones económicas sigue condicionada a nuevos ajustes adicionales para cumplir con el objetivo de déficit marcado para este año por la Comisión Europea. Si no se producen más recortes y vueltas de tuerca sobre la ya agónica economía española, puede afirmarse sin temor a equívoco alguno que el déficit público se desbordará otra vez en 2013; y si el Gobierno pretende cumplir con el compromiso del déficit, las medidas que habrá de tomar (más recortes de gasto, congelaciones salariales y subidas de impuestos) tendrán su repercusión negativa sobre el crecimiento.

Dicho de otra forma, el Gobierno tiene montada una buena. De forma que se mueve entre el incumplimiento del objetivo de déficit, la esperanza de que, una vez más, éste y la deuda pública no se disparen hasta volúmenes imposibles de maquillar con una contabilidad creativa ‘marca de la casa’ e inasumibles por las autoridades europeas y que, en todo caso, Bruselas haga de nuevo la vista gorda con las cuentas de 2013. Y esto es lo que Mariano Rajoy entiende como estar “mejor que hace un año”

LA POLÍTICA ECONÓMICA DEL GOBIERNO, PÓLVORA MOJADA

Frente al discurso engañoso del Gobierno, es necesario insistir en que, aún sin aplicar mayores ajustes, es muy difícil que la economía remonte el vuelo a finales de este año. Bien al contrario, cada vez es menos descartable que el crecimiento promedio en 2014 llegue a ser próximo a ‘cero’, como nos ha venido advirtiendo el FMI a ‘oídos sordos’ de Rajoy y de todo su equipo económico. Lo que conlleva una situación y un modelo de gestionar la crisis que se deben reconsiderar con urgencia, tanto en lo que afectan al Estado como a las comunidades autónomas; lo que obviamente exige una amplia remodelación del Ejecutivo, incorporando gente de mayor peso político y técnico que aporte ideas y capacidades más eficientes.

Porque, mientras tanto, lo que está pasando es que el Gobierno de Rajoy, por ejemplo, ha metido otro sartenazo al bolsillo de los contribuyentes nada más y nada menos que de 36.000 millones de euros, correspondientes a la parte de los 52.000 millones canalizados por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) como ayudas a las entidades de crédito (el ‘rescate financiero’), que ya se han dado por perdidos y convertidos en deuda pública dura y pura. La cifra puede aumentar y, como es de prever, aumentará; pero ¿acaso podemos olvidar que el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, pregonó a los cuatro vientos que esas ayudas a la banca se recuperarían sin costarle un solo euro a los españoles de a pie…?

Un ‘palo’ por otra parte ajeno a que toda la deuda de la SAREB (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria), el ‘Banco Malo’ que según el mentiroso Rajoy nunca iba a existir en España y que él mismo terminó creando en noviembre de 2012, también esté, a la postre, avalada por los contribuyentes. Y ello sin buscar más complicaciones hablando de otras cosas que ponen los pelos de punta, como la Deuda Contingente de la banca (más de 400.000 millones de euros)…

Lo cierto es que la crisis, con origen indudable en la mala gestión del sector bancario, está siendo soportada casi exclusivamente por la ‘masa laboral’, mientras los ejecutivos con contratos de ‘alta dirección’ en las entidades responsables mantienen sus privilegiados salarios y sus accionistas sus pingües dividendos (salvo los estafados de las ‘preferentes’). Es más, todavía no se ha visto a ninguno de sus máximos ejecutivos condenado a pena de prisión, mientras los delincuentes de poca monta llenan las cárceles españolas.

Lo cierto es que las grandes empresas y corporaciones han huido de España para invertir en mercados exteriores (con la consiguiente creación de empleo también exterior más que interior), con sociedades instrumentales domiciliadas en paraísos fiscales y sin demostrar la más mínima solidaridad con la creación de empleo nacional… Sin ir más lejos, Telefónica invierte en el exterior cantidades multimillonarias mientras monta EREs locales cada tres por cuatro (el último de 6.500 trabajadores).

Lo cierto es que las grandes constructoras ya facturan en el extranjero el 84% de la totalidad de sus obras, aumentando también de forma galopante sus participaciones en proyectos internacionales de diversificación, sin que el Fisco español vea prácticamente ni la calderilla de los beneficios.

Lo cierto es que ha sido en la época de Rajoy, y no con Rodríguez Zapatero, en la que se ha producido una fuga de capitales sin precedentes en nuestra historia, que todavía muestra un flujo de desinversión de 40.000 millones de euros.

Lo cierto es que -las gallinas que salen por las que entran- los gastos del Estado siguen creciendo en vez de decrecer, lo que muestra un ejercicio de austeridad absolutamente falso, realmente inexistente.

La cierto es que Rajoy va a concluir su segundo año de mandato al frente del Ejecutivo sin haber adoptado ninguna medida eficaz para reducir el tamaño elefantiásico del sector público, a todas luces imposible de sostener para el más tonto de la clase.

Lo cierto es que su decisión de subir los impuestos directos e indirectos para equilibrar las cuentas públicas -en línea justamente contraria a lo prometido en su campaña electoral-, recaudando más dinero a costa de aumentar la deuda y lastrar el crecimiento económico, tampoco ha permitido controlar el déficit.

Lo cierto es que la política económica del Gobierno ha convertido la Ley de Estabilidad Presupuestaria en pólvora mojada, tanto para la Administración central como para las comunidades autónomas (asimetrías y déficits a la carta aparte)…

¿A santo de qué viene entonces la reciente afirmación del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, de que los datos de la contabilidad nacional marcan el punto de inflexión de la crisis…? ¿Por qué tanta pedantería, tanta petulancia y tanta falsedad gubernamental…? ¿Es que acaso Rajoy pretende superar la crisis económica ganando la batalla de los titulares periodísticos…?

LA CRISIS Y EL DESEMPLEO VAN PARA LARGO

El irresponsable triunfalismo del Gobierno es tal que, cuando se comparan las falaces afirmaciones del presidente Rajoy y sus ministros responsables del área económica con los estudios, conclusiones y recomendaciones de los organismos más acreditados en el ámbito de la política económica a nivel mundial sobre el caso español, producen verdadera vergüenza ajena.

El secretario general de UGT, Cándido Méndez, llevaba razón al afirmar en la inauguración de la XII Escuela de Verano organizada por su sindicato en Extremadura, acto que tuvo lugar el pasado 23 de julio cuando ya se habían filtrado los datos semestrales del paro, que los portavoces del Gobierno “están autosugestionados por sus propias ideas” al hacer declaraciones como las que han hecho, por ejemplo, en relación con la caída del desempleo. Allí puntualizó que, para el sindicato, de los datos que se conocen no se deduce de ninguna forma “que se está produciendo ya un cambio de tendencia en la situación del mercado laboral y de la economía” del país.

Así, reclamó bastante más prudencia gubernamental a la hora de hacer “deducciones” sobre el descenso del paro, ya que, en su opinión, no hay ningún dato que permita asegurar que entramos “en el camino de la recuperación”. Y así lo avalan -sostuvo Méndez- “instituciones de análisis de nuestro país o mundiales como la OCDE, que dicen lo contrario”.

El dirigente sindical anticipó su opinión de que “no vamos a pasar de la recesión a la recuperación, vamos a pasar probablemente a una etapa de estancamiento económico, con crecimientos muy débiles”. Una hipótesis, compartida por la mayoría de los analistas económicos, sobre la que matizó  que “la incógnita está en cuánto tiempo” permanecerá el país en ese “estancamiento”, con “el paro creciendo, un aumento de las desigualdades y un deterioro de los servicios públicos”.

Cándido Méndez denunció también -con toda razón- la existencia de “cierta contradicción” en el Gobierno, dado que, mientras por un lado exige a la UE que la política económica “se ponga al servicio del crecimiento económico y de la creación de empleo”, por otro no predica con el ejemplo en su propio país…

GRAN REVOLCÓN DEL FMI AL GOBIERNO DE RAJOY

Cierto es que los comentarios del secretario general de UGT pueden sonar a carcunda sindical. Pero es que, a la salida de la comparecencia de Rajoy en sede parlamentaria para aliviarse del ‘caso Bárcenas’ -que no se alivió-, el Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzó un varapalo a las previsiones y alharacas gubernamentales de los que hielan la sangre a cualquier político con dos dedos de frente (Anexo: Informe del FMI sobre España – Agosto 2013).

Paréntesis: El FMI es una institución internacional creada formalmente en 1945 que reúne a 188 países, cuyo papel es “fomentar la cooperación monetaria internacional, garantizar la estabilidad financiera, facilitar el intercambio internacional, contribuir a un nivel elevado de empleo, a la estabilidad económica y hacer retroceder la pobreza”. En consecuencia, tiene como función sustancial asegurar la estabilidad del Sistema Monetario Internacional (SMI) y la gestión de las crisis monetarias y financieras, proporcionando para ello créditos a los países con dificultades financieras que ponen en peligro su propia organización gubernamental, la estabilidad de su sistema financiero o el flujo de intercambio del comercio internacional con el resto de países.

De hecho, frente al optimismo gubernamental, las previsiones del FMI presentadas públicamente el pasado 2 de agosto señalan que la crisis va para largo, con una recuperación efectivamente lenta y penosa en la que la economía española no crecerá más del 1% hasta el año 2018 y sin atisbarse verdadera creación de empleo hasta dentro de tres años. Situación que llevaría a Rajoy y al PP a concluir la actual legislatura de forma sin duda descalabrada.

Las proyecciones del FMI en los parámetros básicos de la economía española, indican que en 2013 el PIB seguirá en decrecimiento; que el crecimiento ‘cero’ se podrá alcanzar en 2014 y que durante tres años más, hasta el 2018, se arrastrará un crecimiento no superior al 1%, lo que en términos prácticos seguirá impidiendo la creación de empleo. Así, la tasa de desempleo sobre población activa, con su record del 27,2% alcanzado en 2013 -siendo Rajoy presidente del Gobierno-, apenas se reducirá en un punto y medio a lo largo de los próximos 4/5 años, sin bajar del 25,3% hasta el 2018.

Pero, además de empeorar sus anteriores previsiones del empleo y el paro en España, el FMI también pronostica que el Gobierno incumplirá de forma irremisible sus previsiones de déficit y deuda. El déficit público seguirá en valor negativo a lo largo del próximo quinquenio, pasando del -6,7% del PIB en 2013 (ya superior al porcentaje pactado con las autoridades de Bruselas) al -2,3% del PIB en 2018.

De forma correlativa, este déficit público (muchos analistas estiman que será mayor) conllevará un crecimiento de la deuda pública desde el 93% del PIB en 2013 hasta el 106% del PIB en 2018. Un record sin parangón en Europa cuyo mérito es exclusivo de Mariano Rajoy (el anterior gobierno socialista lo mantuvo en los límites de la media europea).

Este desolador panorama, edulcorado a duras penas por la taimada retórica gubernamental, sino por la mentira, no queda ahí. Porque las propuestas de reconducción que plantea el FMI producen todavía más escalofrío.

Básicamente, se trata de establecer un gran pacto entre empresarios y sindicatos por el que los trabajadores acepten más rebajas salariales a cambio de que las empresas se comprometan a crear empleo de forma significativa. Un acuerdo difícil, y en todo caso tardío (pudo plantearse al inicio de la legislatura), que se vería acompañado por un giro radical en la política fiscal, con rebajas en las cotizaciones a la Seguridad Social a cambio de subidas en los impuestos indirectos.

El FMI ha realizado una simulación del impacto que tendría una medida de esa naturaleza y en su informe pone un ejemplo, “a efectos ilustrativos”, de una bajada nominal de sueldos del 10% en dos años acompañada por una reducción de las cotizaciones a la Seguridad Social de 1,7 puntos, seguida dos años después por una subida del IVA (por la vía de pasar productos del tipo reducido al general). Pero, aun así, advierte: “Una gran respuesta del empleo y la reducción de la inflación serán fundamentales para que el poder adquisitivo de los hogares en su conjunto no sufra. Tal acuerdo debe complementar, no sustituir, a las reformas estructurales. Los retos para todas las partes involucradas son enormes, y será crucial evitar un acuerdo que descarte o retrase las necesarias reformas estructurales”

Los técnicos del FMI señalan que, pese a los considerables esfuerzos realizados, los ajustes del déficit solo están a mitad de camino. Y subrayan que la consolidación presupuestaria debe ser gradual y que la senda de ajuste debe ser más concreta y favorable al crecimiento, reprochando a las autoridades españolas: “La falta de medidas específicas suficientes en el plan presupuestario a medio plazo del Gobierno y, en menor medida, la falta de colchones en el marco macro socava la credibilidad, fomenta medidas ad hoc, y aumenta la incertidumbre”.

Pero, a falta, pues, de un plan del Gobierno más afinado y creíble, el FMI no se limita a proponer medidas a corto plazo (subir el IVA, subir los impuestos especiales, bajar los salarios…). También propone que en los futuros Presupuestos Generales del Estado se revisen de nuevo las partidas del gasto en educación y sanidad y dar otra vuelta de tuerca a la reforma de las pensiones, no solo aplicando el factor de sostenibilidad propuesto por los expertos, sino ampliando también el periodo de cómputo para el cálculo de la pensión.

De momento, el vicepresidente y comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea, el finlandés Olli Rehn, cuya nómina mensual en el cargo supera los 25.000 euros mensuales, se ha mostrado de forma inmediata firme y entusiasta partidario de las recomendaciones del FMI sobre España y rebajar hasta un 10% el salario de sus trabajadores; una posición por ahora personal pero ‘en línea’ con la oficial de Bruselas. Ahí es nada…

Lo dicho por activa y por pasiva: los “brotes verdes” de Rajoy no existen. Dependemos de un Gobierno legítimo pero incompetente, vendido a intereses externos, cuando no al poder económico -la banca y las grandes empresas-, torpemente distraído en reformitas de chicha y nabo, empeñado en arruinar cualquier idea o propuesta política sensata y, finalmente, encantado con que la gente más preparadas del país tome el tole y se apunte a lo que define como “movilidad exterior”. Todo ello, con la oposición momificada.

Atentos a los ‘brotes verdes’… y ¡sálvese quien pueda!

(Leer: Informe del FMI sobre España – Agosto 2013)