Jesús Millán Alejos
Jesús Millán Alejos
Para entender la realidad actual ucraniana y su conflicto, debemos remontarnos en la historia y hacer un esfuerzo por desdibujar las fronteras actuales europeas.
La civilización occidental, tiene su frontera natural hacia su par en el este como es la civilización ortodoxa, en los límites mismos de lo que fue conocido entre los años 962 hasta 1806 como el sacro Imperio romano germánico, una entidad político territorial única en su estilo, de carácter supranacional, que mantuvo el equilibrio de poder entre las potencias europeas de Europa Occidental y Central, de confesión netamente cristiana apostólica romana, era igualmente llamado el Primer Reich o Imperio antiguo, pretendió ser el heredero legítimo del Imperio romano de Occidente caído en el año 476 de nuestra era y albergó como idioma principal el latín, así como el alemán, italiano, francés, checo, polaco, esloveno entre otras lenguas y dialectos menores.
En contraposición, en la Europa Oriental entre los siglos IX y XIII se configuró una confederación de tribus eslavas y finoúgrias, llamada la Rus de Kiev, la cual sería el origen de las actuales Ucrania, República de Bielorrusia y la Federación de Rusia; esta última se configuró a través de la sucesión del Principado de Moscú, hasta la fundación en el siglo XVI por parte de Iván IV, el Terrible, del llamado zarato ruso, asimismo, esta entidad territorial fue sucedida por el Imperio ruso fundado en 1721 por Pedro I el Grande de la dinastía Románov, de confesión religiosa cristiana ortodoxa y el ruso como idioma oficial.
Ahora bien, la línea que separa a estas dos civilizaciones empieza entre la actual frontera entre Finlandia, las repúblicas bálticas (Lituania, Estonia y Letonia) con Rusia, pasa por parte del territorio de Bielorrusia y por el centro de Ucrania, la cual la divide en dos:
Por esta razón histórica, la actual Ucrania es en realidad dos civilizaciones bajo una misma entidad político-territorial, la cual para haber mantenido su unidad —la cual ya no existe—, debió optar por una solución parecida a la 'finlandización' o una neutralidad militar, económica y política.
En vista de que sus compatriotas rusohablantes no iban a seguir el camino extraño a sus intereses de la Unión Europea y las Instituciones Globales Occidentales, cerrando filas con sus pares civilizatorios, que los han socorrido desde tiempos del Tratado de Pereyáslav, cuando los cosacos pidieron ayuda al zar Alejo I en contra de la República de las Dos Naciones, formada por las actuales Polonia y Lituania.
Asimismo, debemos tomar en cuenta que la pretensión de extender la civilización occidental, por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos, no es mas que un intento por querer rodear militarmente a Rusia, a través de la extensión de la OTAN a la misma frontera del Ejército ruso, lo cual representaría un riesgo grave para la seguridad internacional, por cuanto estaríamos a las puertas de repetir un escenario en el cual ya Napoleón y Hitler tuvieron su lección.
Por último, la división de Ucrania es un hecho, la adhesión de Crimea a la Federación de Rusia por decisión soberana de su pueblo y el conflicto en el este ucraniano (el cual no está en condiciones de ganar Kiev) así lo certifican, cita Samuel Huntington un testimonio de un general Ruso que dijo lo siguiente para la época de la desintegración soviética: "Ucrania, o mejor, Ucrania Oriental, volverá en cinco, diez o quince años. ¡Ucrania Occidental puede irse al infierno!".