Editoriales Antiguos

NEWSLETTER 60. A Rajoy le abandona el desodorante político

Elespiadigital | Domingo 05 de mayo de 2013

Hay actitudes y comportamientos políticos realmente difíciles de entender y catalogar, entre otras razones porque, como sostenía Ortega y Gasset, cada individuo es él y sus circunstancias, determinantes de la perspectiva que adopta la realidad a nivel personal. Es decir, que cada sujeto tiene su propia forma de acceder a la realidad y de enfrentarla; su propia parte de verdad, que, así, puede ser efectivamente contradictoria con la de los demás.

Pero al margen de este perspectivismo o ‘doctrina del punto de vista’, y respetando la situación y el entorno concreto de Rajoy, su naturaleza reservona y de marcha lenta, su carácter introvertido y taciturno (a veces incluso parece melancólico) y todo lo que se quiera añadir en el plano del ‘subjetivismo real’ y de la ‘metafísica del estar’, también existen lo que llanamente se denominan ‘verdades como puños’, del tipo de ‘dos y dos son cuatro’.

El presidente del Gobierno estará, pues, condicionado por sus circunstancias personales, pero algunas de sus manifestaciones políticas, bien que sean activas u omitidas, tienen desde luego pocas interpretaciones, o ‘pocos pases’, dicho sea en el lenguaje de la figuración taurina…

EL GOBIERNO, ENTRE LA MENTIRA Y LA INEPTITUD

Al margen de que muchas de las críticas vertidas contra el Gobierno del PP provengan del PSOE, y que no dejen de chocar con las anteriores posiciones socialistas, que en esencia han sido similares a lo que ahora combate, hay que reconocer que mayoritariamente son de cajón, de las de ‘blanco y en botella’.

Antes de que el pasado 26 de abril la súper vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, diera a conocer en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros el nuevo “Programa Nacional de Reformas” y la “Actualización del Programa de Estabilidad 2013-2016” aprobados ese mismo día para su remisión a la Comunidad Europea, que dejan la labor de un año y medio de legislatura convertida en agua de borrajas (a la postre mucho ruido y pocas nueces), el conjunto de la oposición ya venía poniéndole a Rajoy las peras al cuarto.

Sin embargo, sería la portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados, Soraya Rodríguez, quien finalmente convirtió ese fuego graneado contra la manifiesta ineficacia gubernamental en una explosión devastadora, leyendo la cartilla a los ministros populares en los días precedentes a ese Consejo de Ministros, empezando por José Ignacio Wert y luego generalizando en todo el Gobierno, con una de esas verdades como puños o ‘verdades de Perogrullo’, que, por notoriamente sabidas, el decirlas parece pura necedad o simpleza. Aunque, expresado de otra forma, esas son las verdades que han de recordarse precisamente a necios y simples.

“Son ineptos o son mentirosos”, fue la seca y explosiva bofetada que la portavoz socialista lanzó contra el Consejo de Ministros. Aunque, desgranando un poco más la expresión, lo que realmente ha hecho ver a la sociedad española, y sobre todo a los medios de opinión informada, es que el equipo de Rajoy estaba tapando su ineptitud con la mentira. Algo ciertamente duro e incómodo de asumir por parte de los más afines al PP y que, teniendo como tenían esa percepción almacenada en el subconsciente, de repente se les ha mostrado poco menos que como la verdad revelada (los números cantan), llevándoles a la conclusión de que en realidad -así de simple es la cosa- el Gobierno está formado efectivamente por una pandilla de “ineptos y mentirosos”.

La explosión de esa evidencia, no queda en una mera anécdota ni en un repunte de los escarceos combativos contra Mariano Rajoy. Conlleva un ‘efecto dominó’ que concatena de forma indefectible otras percepciones sociales mucho más graves, como la deshonestidad (porque el político que miente es radicalmente deshonesto), la decepción (todas las expectativas levantadas por las promesas previas del Rajoy-candidato se han mostrado incumplidas), la frustración (porque al PP se le ha otorgado una mayoría parlamentaria absoluta, inútil y desaprovechada, que ahora no se le puede retirar) y, por supuesto, la desesperanza (porque el Gobierno no apunta la menor rectificación en su nefasta política económica ni afronta las reformas de base necesarias para reconducir la situación).

Claro está que la decepcionante camarilla “marianista”, inepta y mentirosa, actúa además sobre un escenario en el que la crisis económica total (que la realidad muestra cada vez más insuperable) se encuentra estrechamente ligada a una grave crisis institucional y a la misma organización territorial del Estado, sin que Rajoy quiera reconocer ni afrontar esos importantes aspectos del politing-mix. Es decir, que su fracaso se cimienta no sólo en la ineptitud y la mentira, sino también en el desconocimiento o la negación de la realidad política española, algo que todavía es mucho más grave y definitivo.

Todo ello con el punto y aparte del escándalo que supone el ‘caso Gürtel-Bárcenas’, pendiente de resolución judicial, que en su momento puede dejar al PP más perjudicado que Cachuli en el ‘caso Malaya’. Las gentes del toro dirían también que, en esa desgraciada suerte, Rajoy puede quedar “peor que Cagancho en Almagro”, suceso que siempre han tenido como el sumun de la desvergüenza torera…

LA ‘BRUNETE MEDIÁTICA’ SE REVUELVE CONTRA RAJOY

Para corroborar la gravedad de lo padecido y de lo que todavía queda por padecer en la presente legislatura, baste leer lo publicado por Carlos Cuesta en su habitual columna de opinión de El Mundo pre titulada “La escopeta nacional” (29/04/2013). Tras digerir la bochornosa realidad aflorada ya sin tapujos en los cuadros macroeconómicos adjuntos al nuevo “Programa Nacional de Reformas” de Rajoy (que también se podría llamar “Programa de No-Reformas” o “Programa con más de lo mismo”), escribía:

La muerte de la derecha

Se le dijo que debía acometer de inmediato la reforma de las administraciones públicas, que era necesario abordar el problema del Estado autonómico desde la raíz. Pero a fecha de hoy ni existe la reforma, ni nadie alberga la esperanza de que, en caso de llegar tras 1.000 anuncios, lo sea en profundidad.

Se le dijo que debía desmantelar las sociedades, entes, fundaciones, empresas y demás chiringuitos públicos. Pero la respuesta ha sido una mínima reestructuración que ni siquiera ha evitado el aumento de personal en empresas públicas.

Se le dijo que no debía subir el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas porque lastraría el empleo. Pero la respuesta fue que con ello «descolocaba a la izquierda».

Se le dijo que debía explicar sin descanso a la población que el colosal gasto público provocado por esa farsa llamada Estado del Bienestar no es sino la mayor losa sobre el empleo. Y su respuesta fue hablar de «líneas rojas» inviolables.

Se le dijo que debía reducir el gasto de funcionamiento de la Administración Central. Y en los últimos Presupuestos, crece en 8.600 millones.

Se le dijo que era prioritario que volviese el crédito a las familias y a las empresas. Y mientras las administraciones públicas nadan en un maná de crédito que sigue creciendo a ritmos del 15%, el préstamo al sector privado cae un porcentaje superior al 9%.

Se le dijo que debía fusionar municipios. Y su respuesta ha sido una reforma local que, pese a reducir sueldos, no llega a eliminar ni un solo concejal.

Se le dijo que no rescatara a todas las cajas de ahorros. Que no sólo era un gasto innecesario e injusto, sino que encima provocaría la exigencia de ayudas por el resto de afectados de la crisis, como ha ocurrido en los desahucios.

Se le dijo a este Gobierno todo lo que no debería haber hecho falta decirle porque no es sino el discurso propio de la derecha. Y lo que ha hecho ha sido lo contrario.

Hoy asume ya que cerrará la legislatura en 2015 con casi un 26% de paro, más de tres puntos por encima de la herencia recibida. Pero lo que aún no admite es que, si no cambia el rumbo de su política, su fracaso supondrá la entrega de España a un amasijo de izquierdas e independentistas que pasará como un rodillo en medio del mayor desprestigio imaginable de una derecha que ni tan siquiera lo ha sido.

Pero, tras los continuos palos de ciego que Rajoy y su pandilla ministerial llevan atizando sobre las costillas de las clases sociales más débiles durante un año y medio, y que según lo que tienen previsto van a seguir atizando hasta que juren en arameo (mientras los responsables de la crisis –la clase política, las autonomías, las cajas de ahorro, los despilfarradores públicos…- se van de rositas), la ‘Brunete mediática’ se ha levantado en armas contra su antiguo ídolo, antes jaleado y justificado hasta el absurdo incluso por Carlos Cuesta. Aunque excluyendo desde luego en esa contestación a Francisco Marhuenda, director de La Razón (para algunos más bien La Sinrazón) inasequible al desaliento en su absoluto servilismo ‘marianista’.

Un rechazo, pues, prácticamente generalizado (cuando el río suena, agua lleva) muy parecido al que suele sufrir cualquier persona con olor a oso cavernario o a tigre putrefacto. Es decir cuando le abandona el desodorante, ‘el frescor salvaje de Fa’ (¿se acuerdan de aquel estimulante spot televisivo rodado en las playas salvajes del Caribe?); aunque a Rajoy le puede ir más el ‘Tulipán Negro roll-on classic’.

Y es que el balance de la nefasta estrategia de política económica seguida hasta ahora por el Gobierno, tendencioso a más no poder, y su actualización hasta el 2016, hieden a kilómetros de distancia. Presentados con gran suficiencia por la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, acompañada de los ministros Luis de Guindos (cara de póker sin cartas en la mano) y Cristóbal Montoro (genial en su papel de Profesor Chiflado), enfangados ambos en una permanente controversia interna mientras a Rajoy se le cae la baba, dejaron bien claro, erre que erre y más a más, que seguirán los tijeretazos y recortes sociales; que se mantendrán las subidas del IVA y el IRPF; que la recuperación económica se aplaza de hecho sine die y que las reformas estructurales e institucionales y las iniciativas ‘concretas’ para reactivar la economía productiva y el empleo siguen aparcadas  en el limbo del Gobierno.

Una perra confirmación del ‘desastre total’, envuelta de nuevo en mentiras ciertas y verdades ocultas, en inútiles ingenierías estadísticas y en inventos semánticos retorcidos, como la Ley de Desindexación (respecto al IPC) o la ‘Ley Ascensor’ (para el tránsito de empresas entre la Bolsa y el Mercado Alternativo), que comienzan a desatar la vergüenza y hasta la ira dentro del partido propio y entre sus palmeros más aventajados. En el PP es conocido, por ejemplo, que Miguel Arias Cañete, lo más presentable del Gobierno junto con Ana Pastor, anda muñéndose una salida digna como posible comisario de Agricultura tras las elecciones al Parlamento Europeo previstas para junio de 2014…

Que las plumas más afiladas de la ‘Brunete mediática’ ya entintan sus diatribas contra Rajoy con vitriolo puro, es cosa bien visible. Cuatro días antes de que Carlos Cuesta publicara su aplaudida columna “La muerte de la derecha”, José Antonio Zarzalejos, ex director del prestigioso diario ABC, al que no cabe acusar de veleidades anti sistema, bombardeaba al Gobierno y al PP con munición de grueso calibre al filo de que el Consejo de Ministros diera carta de naturaleza al desastroso balance de la gestión ‘marianista’ ya camino de consumir la media legislatura.

Su artículo titulado “La esforzada victoria del Gobierno y del PP”, publicado en ElConfidencial.Com (25/04/2013), se iniciaba de esta guisa: “En pleno ‘zapaterismo’ (2010) se publicó el análisis sociológico de Víctor Pérez Díaz y Juan Carlos Rodríguez titulado “Alerta y desconfianza. La sociedad española ante la crisis”. Una de sus más lúcidas conclusiones se formulaba así: “Quienquiera que gane las próximas elecciones gobernará durante una legislatura de crisis, porque la crisis continuará varios años más. Si no explica lo que va haciendo, aceptando las rectificaciones de rigor a lo largo del camino, corre el riesgo de que su victoria sea una victoria pírrica y que, a la siguiente oportunidad electoral, la alternativa política arrase y relegue a los vencidos a las tristezas de una lejanía del ansiado poder político, quizá por una generación. Esta demanda de explicación sólo puede ser satisfecha por un grupo con vocación de liderazgo de la sociedad que dé primacía absoluta a la comunicación auténtica y veraz con la sociedad”.

Acto seguido señalaba: “Al Gobierno y a su partido le ha ocurrido lo que advertían estos sociólogos: esforzadamente han convertido la victoria electoral del 20-N de 2011 en una victoria pírrica. Cuando un ministro como el de Economía y Competitividad anuncia en un periódico extranjero, sin consideración, por tanto, ni a la opinión pública española ni a las instituciones, el desplome de una variable económica tan sustancial como el porcentaje de decrecimiento del PIB en 2013, alterando la planificación presupuestaria, es que el Gobierno carece de estrategia en el fondo y en la forma. Lo mismo ocurre cuando el ministro de Hacienda -incómodo, dice, por tener que trabajar “entre pitos, flautas y gaitas”- se traga sin mover un músculo una inédita rectificación del déficit por la UE del 7%, y del 10,6% si se computa el rescate financiero-, alterándose así la segunda variable fundamental de los vigentes Presupuestos Generales del Estado. En ambos casos, ni Guindos ni Montoro, han comunicado las nuevas previsiones con respeto interlocutor a los ciudadanos. El primero lo ha hecho a volapié en el WSJ y el segundo ha dejado que la rectificación llegue de Bruselas”… 

Tras dejar constancia de que esa carencia de estrategia conjunta “proyecta una sensación penosa”, y de tildar al Gobierno de “desdeñoso”, acusándole de comportarse con “suficiencia”, es decir “con menosprecio o indiferencia rayana en el desaire”, le recordaba: “El desdén es una de las mañas políticas más imperdonables en las sociedades democráticas porque quien incurre en él olvida que la legitimidad en el ejercicio de sus facultades procede de los gobernados, razón esencial para que estos tengan derecho a un trato a la altura del significado de su estatuto jurídico y político”.

Y concluía: “Ciertamente, es humano errar. Pero es estúpido vencer en las elecciones con una mayoría absoluta y despilfarrarla convirtiendo el éxito en un episodio pírrico. Es difícil hacerlo peor cuando la prima de riesgo cayó ayer hasta los 300 puntos básicos, el Banco Central Europeo podría bajar el precio del dinero, la UE nos concederá seguramente dos años más para lograr el 3% de déficit y cuando comienza a consolidarse la tesis de que la política de austeridad nos lleva al desastre. Con un poco de ejercicio político y de coordinación, y sin soberbia, este Gobierno se parecería al que sus votantes llegaron a imaginar”…

Pero ahí no queda la cosa. Si se repasan los titulares de prensa inspirados en el ridículo gubernamental que supuso el Consejo de Ministros del pasado 26 de abril, y las frases apostilladas en los análisis e informaciones relativas al desastre económico hecho público en el mismo, no se puede entender que Rajoy siga, impasible el ademán, agrandando la fosa en la que está enterrando cada vez a mayor profundidad el futuro de España.

Isabel San Sebastián, por ejemplo, iniciaba un artículo de opinión titulado “A grandes males… rendición”, publicado en ABC (29/04/2013), con un párrafo que, sintetizando esa percepción de desastre político, era todo un mazazo contra Rajoy: “No debería sorprendernos. Lo que hizo el Gobierno el viernes, al confesar su impotencia ante la virulencia de la crisis económica, fue algo similar a lo que ha venido haciendo, desde el comienzo de su mandato, cada vez que se ha enfrentado a un problema grave: claudicar. En un primer momento, restar importancia al asunto y/o atribuir la responsabilidad del mismo a un agente externo; después, aparcarlo en un cajón oscuro con la esperanza de que se arregle por sí solo o por la acción lenitiva del tiempo; y finalmente, tirar la toalla. Nuestra toalla. La que administra con plena legitimidad democrática, no lo discuto, aunque generando un grado de decepción sin precedentes en la Historia reciente”

Dando por seguro que el PP perderá las próximas elecciones generales, la columnista se preguntaba con la misma crudeza: “(…) ¿Dónde está el capitán llamado a patronear esta nave que se hunde? ¿Cuál es su hoja de ruta?  (…) Puesto a perder las próximas elecciones, porque su derrota está cantada si se cumplen los lúgubres pronósticos formulados tras el último Consejo de Ministros, ¿no podría perderlas como consecuencia de haber llevado a cabo reformas valientes, de habernos dado una oportunidad devolviendo a la sociedad la potestad para administrar unos recursos hoy devorados hasta el tuétano por este Estado insaciable?

Y, finalmente, ponía en negro sobre blanco este otro lamento no menos crudo: “Podría ser peor, por supuesto. Podríamos estar intervenidos. Pero la partida no ha hecho más que empezar. ‘Resistir’, en esta ocasión, no le llevará a ganar. Nos condena a todos a una derrota sin paliativos”.

Más o menos en esa misma línea crítica contra Rajoy, lanzada desde los medios más conservadores a partir de la misma situación, se podrían recoger infinidad de titulares de portada similares al de “España necesita liderazgo” de La Gaceta, acompañado con toda la retranca del mundo de una inefable afirmación de Rajoy: “No voy a hacer ningún cambio, estoy muy satisfecho de los ministros económicos”. Y también todo un sinfín de comentarios extremadamente acertados de periodistas brillantes como Hermann Tertsch (que en su juventud militó curiosamente -quien lo diría- en el Partido Comunista de Euskadi), Ignacio Camacho (otro ex director del diario ABC), Isabel Durán… o el ‘independiente total’ (cosa que le honra) Federico Jiménez Losantos.

PEDRO J. RAMÍREZ APALEA  AL GOBIERNO

Pero en esta particular ‘Revista de Prensa’, quien dispara con munición más sofisticada, con mayor perseverancia y con mejor dirección de tiro sobre las torpezas ‘marianistas’, es El Mundo. El mismo día en el que se iba a hacer público el “Programa Nacional de Reformas” (26/04/2013), ya calentaba motores presentando en portada las insoportables cifras del paro como “El récord de la vergüenza”. Análisis que extendía en una editorial (“El récord del paro echa por tierra la labor del Gobierno”) en la que de forma más que premonitoria se advertía la tragedia: “Sería desastroso que [el Gobierno] se conformara [en su nuevo programa de reformas] con repetir algunas de las propuestas ya anunciadas y no afrontara de lleno los males que aquejan al país, empezando por la reforma de la Administración".

Al día siguiente (27/04/2013), el mismo medio informativo continuaba su explosión anti-Rajoy con un titular de portada orientado lógicamente en la misma dirección (“El Gobierno se rinde ante el paro y sólo ofrece más impuestos”). Y lo complementaba con tres resúmenes poco complacientes: 1) “Según sus pronósticos Rajoy terminará la legislatura con 700.000 parados más de los que había cuando llegó y una deuda de casi el 100% del PIB”; 2) “En lugar de nuevas reformas mantiene el aumento del IRPF, sube el Impuesto de Sociedades y los especiales, creará uno verde y gravará los depósitos” y 3) “Propone para 2013 el mismo objetivo de déficit de 2012 y permite a las comunidades autónomas volver a aumentar el suyo medio punto más”. Además, publicaba una editorial especialmente crítica al caso, titulada “El Gobierno, de la mayoría absoluta a la impotencia”.

Y, por si todo eso no fuera suficiente, salpicaba sus páginas con no pocos artículos críticos, de información y de opinión, metiendo y retorciendo el cuchillo exactamente en la misma herida: “El Gobierno, incapaz frente al drama” (Marisa Cruz), “Perded toda esperanza” (Casimiro García-Abadillo), “Y el Gobierno sigue cavando” (John Müller), “Ya sólo nos queda rezar” (Lucía Méndez), “El modelo de las comunidades autónomas no es sostenible porque invita al despilfarro” (entrevista a Jürgen Donges)…

En perfecta continuidad con ese despiadado ataque, el director del diario, Pedro J. Ramírez, ironizaba personalmente sin mayor respiro (28/04/2013) sobre el presidente del Gobierno, afirmando que es “fiable y seguro como Kaká”, para, recordando que cada gol del futbolista brasileño le ha costado al Real Madrid cuatro millones de euros, preguntarse: “¿Cuánto nos costará la flojera de Rajoy?”. Y acto seguido, ahí es nada, anunciaba: “Si no hay mejoría de aquí a fin de año, habrá que pedir que se vaya para poner a otro”.

En la misma fecha y en el mismo medio, que abría su portada con un titular a cinco columnas bien elocuente (“Clamor contra Rajoy por subir impuestos sin reducir el Estado”), se publicaba también una didáctica editorial titulada “Terapia de choque: recortar ya los impuestos y el gasto público”, mientras que Marisa Cruz sostenía en otra punzante información que con su nuevo plan de reformas, que según el ministro de Hacienda era ‘clave’ para superar la recesión, el Gobierno sellaba “su testamento político” al rechazar “la cirugía profunda”.

Aprovechando la evidente laxitud gubernamental, se incorporaban además las opiniones de “diez expertos de prestigio” que analizaban en un examen de urgencia las últimas decisiones gubernamentales de política económica, sintetizadas en esta conclusión: “El Gobierno ahoga a empresas y familias”. Seguida de un subtítulo explicativo que dejaba a Rajoy a las patas de las urnas (“Los principales economistas acusan a Rajoy de resignarse y castigar al sector privado para no reducir el Estado”).

Las frases de cada uno de ellos que se destacaban especialmente, no dejaban de remarcaban el mensaje crítico central:

David Taguas: “Hay que deshacer las subidas de impuestos y reducir la Administración”.
Manuel Conthe: “Las medidas de racionalización y ajuste del gasto público están ausentes”.
Santiago Carbó: “La carga impositiva recae sobre las rentas que podrían tirar del consumo”.
José María Gay de Liébana: “No sé en qué piensa el Gobierno. Vamos camino del 30% de paro”.
Ignacio Conde-Ruiz: “Esto es insostenible. Y lo preocupante es que el Gobierno se ha resignado”.
- Juan Ramón Rallo: “Se está desangrando tributariamente a un sector privado ya muy debilitado”.
- Miguel Ángel García: “La menor presión del déficit ayuda, pero debe acompañarse con reformas”.
- Daniel Lacalle: “Se están cercenando las posibilidades de empresas que pueden crear empleo”.
José Carlos Díez: “El volcán está muy activo y seguimos desperdiciando el tiempo que queda”.
Marcel Jansen: “El balón de oxígeno del déficit no debe relajar los esfuerzos del Gobierno”.

De paso, Victoria Prego llevaba a titulares de su diálogo con el ex ministro centrista Jaime Lamo de Espinosa, que inauguraba una serie de entrevistas con personajes relevantes en la historia de nuestra democracia, dos ideas que en sí mismas eran dos bombas perfectamente orientadas contra la línea de flotación del Gobierno, aunque disparadas también desde otros frentes en muchas ocasiones previas: “Corremos el riesgo de que haya un estallido social” y “El Rey es el único que puede pilotar el cambio”

Tras este amargo trago, realmente indigesto, Rajoy vería que las animosas declaraciones que hizo el domingo 28 de abril en Granada, aprovechando su comparecencia en rueda de prensa junto al primer ministro irlandés, Enda Kenny, centradas básicamente en pedir “paciencia” a la ciudadanía ante el drama del paro, tampoco tenían buena acogida. El Mundo respondía esta última ocurrencia presidencial con una corrosiva editorial-bronca titulada “La ‘paciencia’ tiene que basarse en expectativas”:

Había mucha expectación ante lo que dijera Rajoy en Granada después de haber reconocido el Gobierno que no disminuirá el número de parados en esta legislatura. Pues bien. El presidente pidió “paciencia” porque el Gobierno “sabe lo que hace” y no descartó que se puedan mejorar sus negras previsiones. Se puede pedir paciencia cuando se toman las medidas necesarias para cambiar lo que no funciona. Pero no se puede pedir paciencia cuando lo que se hace es abdicar de reformas estructurales imprescindibles y se gestiona una continuidad que lleva al desastre. Y se puede pedir paciencia si los sacrificios de hoy sirvieran para crear empleo dentro de uno o dos años. Pero no para aguantar sin más el paso del tiempo cuando la actual política ni siquiera aporta un horizonte de mejora.

Ello mientras el cáustico Jiménez Losantos lamentaba en su columna de opinión del mismo diario que estemos ante “un Gobierno desesperante” que, “pese a la evidencia del fracaso de su gestión, se niega a contemplar siquiera el cumplimiento del programa del PP”. Y mientras Marisa Cruz dejaba clara constancia de que “Rajoy no cambiará nada” (ni la política económica, ni el equipo de Gobierno).

Por su parte, Carmen Ramírez de Lanuza firmaba una información en la que constataba la debacle interna del partido (“Un PP desmoralizado se resigna ante el Gobierno”), basándose en pesquisas muy próximas a su entorno dirigente. La concluía con un párrafo sin el menor desperdicio, ciertamente revelador y, en buena medida, aterrador:

(…) Y es que, pese a no existir ninguna corriente alternativa a Rajoy, siguen existiendo críticos. “Nadie se atreve a decir nada, ni en los comités ejecutivos, ni en las juntas directivas, ni en ningún sitio”, confesaba un destacado popular, “porque todos saben a lo que se arriesgan”. “Nadie sobrevive a Rajoy”, añadía, “mira dónde están Acebes, Rato y hasta los que le encumbraron en el Congreso de Valencia, Camps y Arenas...”. En cuanto a quienes algún día miraron a Aznar como un posible redentor, hasta sus más fieles admiradores admiten que “se ha convertido en un rehén de Rajoy a cuenta de su esposa, Ana Botella, pendiente de consolidarse en la Alcaldía”.

LAS ‘BANDERILLAS NEGRAS’ DE ESPERANZA AGUIRRE

Claro está que, teniéndolo puesto ‘a huevo’, Esperanza Aguirre, la musa que ilumina e inspira a la ‘Brunete mediática’, no iba a perder la ocasión de arremeter contra el ‘marianismo’, aunque fuera a título personal. Una vez pulsado el malestar ciudadano con la acción del Gobierno, la ‘lideresa’ popular, incapaz de contenerse, recogió un comentario en su blog personal con el título “Sí hay alternativa” (30/04/2013) que corrió por los medios informativos como corre la pólvora encendida:

Ante la mala noticia sobre las previsiones macroeconómicas anunciadas en el último Consejo de Ministros, lo peor que puede pasar es los ciudadanos caigan en una actitud fatalista y pensar que no hay ninguna alternativa eficiente para salir del hoyo en el que está sumida la economía española. Y es lo peor porque sí hay alternativa, y está en el espíritu del programa con el que el PP se presentó a las Elecciones en noviembre de 2011.

Todos los economistas y los políticos están de acuerdo en que el primer paso hacia la recuperación económica tiene que ser la reducción del déficit público. Pero hasta ahora se ha intentado reducir aumentando los impuestos, y la experiencia de estos meses ha demostrado que esas subidas de impuestos no han servido para incrementar los ingresos.

Por tanto, ha llegado la hora de explorar la otra variable del déficit: la reducción de los gastos, como estaba previsto en el programa electoral del Partido Popular con el que consiguió una clamorosa mayoría. Y reducir los gastos supone en primer lugar, acometer una reforma radical y sin precedentes de las administraciones públicas. Y eso sí que es una alternativa. La hay, y es la que llevaba el Partido Popular en su programa. Ha llegado la hora de aplicarla: reducir el peso del sector público para que llegue el dinero a empresarios y familias para sacar a España de la crisis.

Cierto es que, en este momento, el liderazgo de Rajoy no está en discusión interna y que la voz de Aguirre no supone de ninguna forma una amenaza para quien tiene controladas todas sus posibles alternativas de futuro (que son las de Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal o Alberto Núñez Feijóo). Pero sus palabras sí que representan un eco de la conciencia popular con gran capacidad para conformar estados de opinión (con su repercusión en las actitudes electorales) y como un revulsivo frente al conformismo y la depresión que atenazan al Gobierno y al propio partido, en cualquier caso bastante incómodas para Mariano Rajoy.

De hecho, el ‘toque de atención’ de Esperanza Aguirre fue profusamente recogido y apoyado por la prensa, sobre todo por El Mundo (02/05/2013) que lo llevó a su portada destacando: “Aguirre pide a Rajoy que baje impuestos y recorte el Estado. Reclama que aplique el programa del PP y acometa una ‘reforma radical de las administraciones’ para que llegue el dinero a empresas y familias”.

La palabra fetiche utilizada por la veterana dirigente del PP para sacudir a la atribulada camada ‘marianista’ fue “alternativa” y las implícitas “rebeldía” e “inconformismo”, que prendió en sus lomos como ‘banderillas negras’ (también llamadas ‘de castigo’ y antiguamente ‘banderillas de fuego’), justo recién llegada de los funerales de Margaret Thatcher, referente de su conocido liberalismo político. Una suerte político-taurina que llevó a otros veteranos dirigentes populares a reconocer, como ella misma, la urgencia de adelgazar el Estado y reformar las administraciones públicas.

Uno de los más atrevidos, el navarro Jaime Ignacio del Burgo, que ya no dispone de silla en el Comité Ejecutivo del PP, se atrevió a declarar también en el periódico de Pedro J. Ramírez: “La vuelta al programa no debería ser sólo en lo económico”. Además, al amparo del caso, añadía que “la Ley del Poder Judicial es un atropello a la voluntad del partido y de los electores” (buen torpedo contra Ruiz-Gallardón) y que, en su opinión, “el PSOE ha propuesto una razonable reforma del Senado a la que hacemos oídos sordos, y rechazamos abrir un proceso de diálogo con el PSOE que demanda la sociedad en una situación de emergencia nacional”.

El incipiente revuelo contestatario causó tanto nerviosismo interno que la ‘lideresa’ popular se vio forzada a matizar sus palabras, afirmando que Rajoy “no se equivoca en nada…” (El Mundo 03/05/2013); pero sin dejar de insistir en la necesidad de “reducir, privatizar o suprimir todos los servicios que no debe prestar necesariamente la Administración”. Tras dejar claro que el sector público español debía reducirse, y también que no buscaba enfrentamientos con la dirección del PP ni con La Moncloa, insistió en que es imprescindible dejar de recurrir a las subidas de impuestos para reducir el déficit público…

Un pulso dialéctico que generó, de nuevo, otra bofetada de El Mundo al Gobierno con un editorial breve titulado “Aguirre apoya a Rajoy para poder contrariarle”:

Esperanza Aguirre afirmó ayer que “Rajoy no se equivoca en nada”, pero luego insistió en que hay que reducir drásticamente el sector público, lo contrario de lo que ha hecho el presidente del Gobierno. Siguiendo con esta ceremonia de la confusión, dirigentes como Núñez Feijóo y González Pons se mostraron de acuerdo con la propuesta de Aguirre, pero justificaron a la vez la inactividad de Rajoy. Las palabras de todos ellos ilustran sobre el gregarismo de la política española y el miedo a contrariar a los líderes. Esperanza Aguirre tenía toda la razón cuando dijo que había que recortar las Administraciones, pero el debate se ha convertido en un juego semántico en el que cada uno distorsiona el sentido de las palabras para crear una absoluta confusión.

Que el texto precedente es acertado, sobre todo en su reconocimiento del gregarismo político español y del miedo servil de algunos a contrariar a los mandamases del partido, quedó acreditado con el contrapunto de la infantil regañina publicada paralelamente en La Razón (03/05/2013): “Esperanza Aguirre acertó ayer al rectificar sus opiniones de tuitera apresurada que ponían en duda la política económica del Gobierno de Rajoy. Hasta cierto punto es comprensible que la ex presidenta madrileña quiera acaparar protagonismo y ser el centro de atención de la fiesta de la Comunidad de Madrid, que ella gobernó con mucho acierto y con menos liberalismo del que ahora predica. Pero debe ser más cuidadosa a la hora de elegir la diana de sus ataques y la puntería de sus tiros para que no le salgan por la culata”…

NOTA SIMPLE SOBRE EL AUTISMO POLÍTICO

Poco más queda por decir sobre el hecho puntual de que a Mariano Rajoy le haya abandonado el desodorante político y sobre el rechazo que ello produce, sobre todo, en el entorno de la ‘Brunete mediática’. Pero, vista la situación, quizás convenga recordar cerca de La Moncloa y de Génova 13 los rasgos más sintomáticos del autismo (político), con la mayor delicadeza del mundo y con la intención de que quien pudiera padecerlo se pueda ver recuperado con rapidez y de la mejor forma posible.

El ‘autismo político’ se identifica con un espectro de trastornos caracterizados por un déficit patente en el desarrollo del liderazgo, permanente y profundo, que afecta de forma sistemática a los procesos de socialización, comunicación, imaginación y planificación y de forma particular a la reciprocidad emocional, evidenciando a menudo ciertas conductas repetitivas o inusuales. Sus síntomas más claros y característicos son la incapacidad de interacción social, el aislamiento del individuo afectado y las denominadas ‘estereotipias’ (movimientos incontrolados de alguna extremidad, que por lo general suelen ser las manos).

¿Les suena esta sintomatología o la reconocen en algún miembro del actual Consejo de Ministros? ¿Acaso en el presidente Rajoy…?

Como sucede con otros diagnósticos médicos, la vigilancia y la evaluación de estrategias para la identificación temprana de los Trastornos del Espectro Autista (TEA), pueden permitir también en su particular versión política un tratamiento precoz y una mejora de sus resultados. Por tanto, no vendría mal que algunos ‘marianistas’, con su jefe a la cabeza, pasarán cuanto antes la correspondiente revisión médica.

Leer:

. Balance y Actualización de la Estrategia de Política Económica (Programa Nacional de Reformas)