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Guardia Nacional Republicana

Elespiadigital | Domingo 17 de diciembre de 2017


La guardia civil del Frente Popular

Autores: Antonio Prieto Barrio. Manuel Pérez Rubio

Editorial: Actas

Categoría:  Historia militar

Núm. Págs: 621 págs



“La extensión y gravedad de la rebelión militar ha tenido fuerte repercusión repercusión en todos los cuerpos y organismos del Estado. Requiere especial atención por parte del Gobierno cuanto afecta a los institutos armados, entre los cuales se encuentra el de la Guardia Civil del que numerosas unidades y destacamentos han permanecido fieles a su deber, ofreciendo un magnífico ejemplo de lealtad, abnegación y heroísmo, pero otras fuerzas del mismo instituto, por prestar servicio en las provincias sometidas a la sublevación militar o por haberla secundado, han quedado de hecho fuera de la disciplina del Cuerpo.

Se impone en estas condiciones una reorganización completa del Instituto de la Guardia Civil, que alcance no sólo a la debida depuración de los cuadros de mando y tropa, sino a su propia estructura” [Decreto de la República de 30 de agosto de 1936] El estallido de la Guerra Civil española originará el cambio de las estructuras de poder de la República y de sus fuerzas de Seguridad. El Cuerpo de la Guardia Civil será el más afectado, transformándose en la “Guardia Nacional Republicana”. Sin embargo, su existencia será corta, apenas unos meses. Esta es su historia...

Alrededor de 2.000 guardias civiles pidieron en enero de 1937 dejar de depender de la Generalidad de Cataluña, y obedecer órdenes directamente del ministerio republicano de la Gobernación. La situación de desorden era tal en el Principado que la medida más sensata parecía centralizar todas las fuerzas de orden público en un solo cuerpo. El caos no procedía solo de la sublevación contra la República, sino de la entrega de armas a partidos y sindicatos ordenada por el gobierno Giral el 20 de julio de 1936. De esta manera, la fuerza armada en Cataluña quedó en manos básicamente de la CNT-FAI, el POUM, el PSUC y ERC. El coronel Escobar Huerta, comandante del 19 Tercio de la Guardia Civil, tras reducir al golpista Goded, había permitido el reparto de armamento y la formación de milicias. Lo cierto es que obedeció órdenes del Director General del Instituto armado, el general Pozas Perea.

Esto era el reflejo de que la mayor parte de la Guardia Civil se mantuvo del lado de la República el 18 de julio del 36. De los 34.391 hombres que la componían unos 5.000 se negaron a continuar al servicio del gobierno republicano, y alrededor de 1.500 se pasaron al bando sublevado. Manuel Pérez Rubio y Antonio Prieto Barrio, en su obra «Guardia Nacional Republicana. La Guardia Civil del Frente Popular» (Actas), alegan que el motivo de ese comportamiento fue el seguimiento de su promesa de cumplir y hacer cumplir la ley. Ése es el espíritu de la obra citada, minuciosa y muy bien ilustrada, incluso con fondos de los autores, compuesta como un auténtico dietario enciclopédico de la Benemérita durante los años de la Guerra Civil. En el libro se muestra que los guardias civiles fueron el reflejo de la sociedad de su tiempo, de sus divisiones y contradicciones, quienes, en la medida de lo posible, no olvidaron su promesa de servicio público ni su disciplina.

En esa línea, el 29 de agosto de 1936, la Guardia Civil pasó a denominarse Guardia Nacional Republicana (GNR). A su frente nombraron al general José Sanjurjo y Rodríguez. Los autores muestran que, a pesar de esa preferencia masiva hacia la República, y, por qué no decirlo, a la revolución que se había iniciado, los miembros del Instituto sufrieron las purgas, pero también apoyaron a los comunistas contra los anarquistas en 1937, o participaron en el golpe del general Casado en 1939 contra los prosoviéticos del gobierno Negrín para firmar la paz.

Por sus hombres

La actitud de la Guardia Civil dependió en mayor medida del lugar en que se encontraba cuando estalló la guerra, cuentan Pérez Rubio y Prieto Barrio, salvo en casos como Zaragoza, Sevilla, Oviedo o Pamplona, donde el comandante Rodríguez-Medel Briones fue asesinado por sus hombres al oponerse al golpe. Su conversión en GNR no libró a sus miembros de sufrir las checas. En Madrid, tal y como cuentan los autores, se constituyeron tres con el único objetivo de controlar a los guardias.

La más famosa fue la Checa Spartacus, sita en el convento de las Salesas Reales, en la calle Santa Engracia. Esa unidad, compuesta por anarquistas, apresaba a guardias «sospechosos», detenidos o delatados incluso por sus propios compañeros, y los interrogaba, torturaba y asesinaba. Por sus sótanos llegaron a pasar muchos guardias. La «saca», o liquidación, se hacía normalmente con el pretexto de conducirlos a la cárcel de Guadalajara. Con este procedimiento, el 19 de noviembre de 1936 fueron asesinados 56 guardias en las tapias del cementerio del Este (actual de la Almudena). Algunos casos, muy crueles a veces, respondían a rivalidades personales o profesionales.

El historiador César Alcalá ha contabilizado otros 46 centros del terror en Barcelona antes de mayo de 1937, conocidos y tolerados por la Generalidad de Companys y la GNR a su mando. Según el artículo 8º del Estatuto de Autonomía de 1932, la competencia de orden público recaía en el gobierno catalán, y así estaba cuando se inició la guerra.

Tras la entrega de armas en julio del 36, los guardias del general Escobar permanecieron acuartelados varios meses. No salieron hasta el 8 de septiembre para un desfile orquestado de apoyo a Companys, a la República y a los comunistas soviéticos. A mediados de octubre, la GNR, enfrentada a los anarquistas, dirigió un mensaje a los catalanes recordando la necesidad de su actuación para no «empañar y enlodar el crisol y buen nombre de la revolución triunfante».

La decantación de la GNR catalana por los comunistas era clara: el 8 de noviembre participaron en un homenaje a la URSS, país por el que se había decantado el gobierno de la España republicana. Esto hizo que la GNR fuera una pieza clave en la guerra entre comunistas y anarquistas en todo el territorio, señaladamente en Cataluña, y que acabó estallando en las calles de Barcelona entre el 5 y el 7 de mayo de 1937. La primera muestra había sido la respuesta anarquista al nombramiento del coronel Escobar Huerta como Delegado de Orden Público en Cataluña: fue asaltado y herido gravemente. Aquello resultó ser la antesala de unos enfrentamientos que se saldaron con 218 muertos.

La evidente necesidad de orden y la concentración de poder en el gobierno republicano, tal y como cuenta esta obra, hizo que la GNR quedara definitivamente integrada y desaparecida en el Cuerpo de Seguridad Interior el 19 de octubre de 1937, junto a los Guardias de Asalto.

Perfil de los autores

ANTONIO PRIETO BARRIO, de 51 años de edad, natural de Madrid, es licenciado universitario y actualmente sirve como militar de carrera en el arma de Ingenieros del Ejército de Tierra. Interesado en la uniformidad y la falerística, ha colaborado en las exposiciones de El Mundo Militar en 1993, en la conmemorativa del V Centenario del Sargento en 1994 y en la configuración de la Sala Museo Serviam de la Academia de Logística en 2011. Es autor o coautor de los siguientes libros y artículos: Diccionario de cintas de recompensas españolas, publicado por el Ministerio de Defensa; Recompensas y distintivos Participación española en operaciones de paz y ayuda humanitaria 1989-2011; Compendio Legislativo de Órdenes, Medallas y Condecoraciones [CD]; Condecoraciones y distintivos de la División Azul. Compendio legislativo de condecoraciones y distintivos españoles y alemanes; Historia gráfica de la Unidad Indígena de Montaña. Las tropas para servicios de nieve del Protectorado Español de Marruecos (1927-1931); Legión Española de Voluntarios en Rusia: los últimos de la División Azul, de la Editorial Actas.

MANUEL PÉREZ RUBIO, madrileño, nacido en 1967. Estudió arquitectura técnica, si bien desde un principio encaminó sus pasos hacia la dirección de gestión de servicios de Facilities Management en edificios singulares, ejerciendo hasta el momento su labor en diversas empresas de nuestro país. Gran aficionado a la historia militar, sus campos de investigación se centran en la Guerra de la Independencia, Campañas Coloniales de Cuba y Filipinas o el siglo XX, con las guerras de África, la Guerra Civil Española y especialmente la Segunda Guerra Mundial. Como coleccionista de Militaría, colaboró en la exposición conmemorativa del V Centenario del Sargento en 1994 así como en la del 75 Aniversario de la creación de la Legión en 1995. Ha impulsado la creación del nuevo museo de la Hermandad y Fundación de la División Azul en Madrid. Como investigador y hasta el momento, tiene publicados unos 80 artículos sobre arquitectura militar, historia, armamento, uniformidad, condecoraciones, etc. en revistas de índole militar. Es coautor del libro Legión Española de Voluntarios en Rusia de la Editorial Actas, así como del libro Condecoraciones y distintivos de la División Azul.