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Luis Alejandre Sintes

Administrator | Sábado 28 de abril de 2012

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Un JEME solvente, víctima de la traición y el caciquismo ministerial

 (...) Luis Alejandre fue cesado como JEME por el nuevo ministro de Defensa, el socialista José Bono, el 26 de junio de 2004, tras una trama aparentemente vinculada a presiones políticas catalanas nacidas por su oposición a desalojar las instalaciones militares del Castillo de Montjuic, iniciada cuando se encontraba al frente de la Región Militar Pirenaica. Sin embargo, la realidad es que su destitución, sobrevenida cuando incluso era el candidato previsto como nuevo Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) a tenor de los turnos rotatorios establecidos al efecto entre los tres ejércitos, fue consecuencia de un auténtico contubernio de intereses personales generado en el aparato político-militar del Ministerio de Defensa, dominado por el almirante Francisco Torrente...



Un JEME solvente, víctima de la traición y el caciquismo ministerial

LUÍS ALEJANDRE nació el 4 de junio de 1941 en Mahón (Menorca). Ingresó en la Academia General Militar en julio de 1959, alcanzando el empleo de  teniente de Infantería en 1963, momento en el que fue destinado a la Agrupación de Banderas Paracaidistas, más tarde Brigada Paracaidista, unidad en la que permaneció hasta 1972. En ese destino realizó distintos destacamentos en Las Palmas y El Aaiún (Sáhara), junto con cursos especializados de paracaidismo en España y Francia. En julio de 1974 ingresó en la Escuela de Estado Mayor, diplomándose en 1976.

En septiembre de 1980 ascendió a comandante, siendo destinado de forma sucesiva al Estado Mayor de la Capitanía General de Baleares, a la Jefatura de Tropas de Menorca y al Estado Mayor del Gobierno Militar de El Ferrol. Entre 1983 y 1984 ocupó plaza en el Regimiento de Infantería “Mahón” nº 46. A continuación fue nombrado profesor de la Escuela de Estado Mayor, donde permaneció hasta 1986.

De forma continuada, Alejandre complementó su formación militar siguiendo diversos cursos de especialización (Cooperación Aeroterrestre, Aptitud para Mando de Unidades Acorazadas y Mecanizadas, Interpretación Fotográfica…), junto con el Curso Superior Interejércitos (EMACON). En Francia se diplomó en la Escuela Superior de Guerra y en Estados Mayores Conjuntos, en 1988.

En paralelo con su intensa formación militar, cursó los estudios de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, realizando el doctorado en la UNED.

A su regreso de París, en 1988, fue destinado a la División de Montaña “Urgel” nº 4, con base en Lérida y, posteriormente, al Estado Mayor Conjunto de la Defensa, donde prestó servicio hasta 1990. A partir de esa fecha comenzó una prolongada andadura hispanoamericana, primero como teniente coronel jefe del Centro de Verificación en Nicaragua (ONUCA) y después, como coronel, en El Salvador (ONUSAL), ocupando la jefatura de la Región Militar de San Salvador y, a continuación, la de la División Militar. En 1994 se trasladó a Guatemala formando parte del Equipo Negociador del Proceso de Paz.

En junio de 1994 se incorporó a la División de Planes del Estado Mayor Conjunto de la Defensa hasta su ascenso a general de brigada, en junio de 1995, momento en el que fue nombrado profesor principal de la Escuela Superior del Ejército. En febrero de 1995 ocupó la dirección de la Academia de Infantería, con el cargo anexo de comandante militar de la plaza y provincia de Toledo. En junio de 1997 fue nombrado director general del Gabinete del ministro de Defensa, Eduardo Serra, continuando en ese mismo destino al ascender a general de división en julio de 1998.

Fue promocionado a teniente general el 20 de octubre de 2000 y designado de forma inmediata, el 27 del mismo mes, general jefe de la Región Militar Pirenaica con sede en la Capitanía General de Barcelona. El 17 de enero de 2003, Federico Trillo-Figueroa, entonces titular de la cartera de Defensa, le nombró jefe del Estado Mayor del Ejército, siendo ascendido de forma reglamentaria al empleo de General de Ejército.

Luis Alejandre fue cesado como JEME por el nuevo ministro de Defensa, el socialista José Bono, el 26 de junio de 2004, tras una trama aparentemente vinculada a presiones políticas catalanas nacidas por su oposición a desalojar las instalaciones militares del Castillo de Montjuic, iniciada cuando se encontraba al frente de la Región Militar Pirenaica. Sin embargo, la realidad es que su destitución, sobrevenida cuando incluso era el candidato previsto como nuevo Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) a tenor de los turnos rotatorios establecidos al efecto entre los tres ejércitos, fue consecuencia de un auténtico contubernio de intereses personales generado en el aparato político-militar del Ministerio de Defensa, dominado por el almirante Francisco Torrente.

Cuando José Bono se situó al frente del Departamento, Torrente no dudó en alentar su afán persecutorio por el conocido accidente del “Yak-42” contra su antecesor en el cargo, Federico Trillo-Figueroa, a quien precisamente él debía su nombramiento como AJEMA. También le recomendó la renovación general y urgente de toda la cúpula militar y, en particular, la defenestración de Luis Alejandre, con dos objetivos simultáneos: evitar su previsto ascenso a JEMAD, puesto para el que terminó promocionando a su amigo Félix Sanz, y, sobre todo, para presentarle de forma más o menos implícita como cabeza de turco de aquel lamentable accidente que arrastró la muerte de 62 militares del Ejército de Tierra. De esta forma se alejaba hábilmente de su propia responsabilidad inicial en el caso, dado que, como DIGENPOL, él había sido quien inició las contrataciones precarias de aviones comerciales de fabricación rusa con la NAMSA (Agencia de la OTAN).

Por otra parte, al amparo de esa operación de recambio de la cúpula militar, y muy lejos de aceptar su consecuente retiro tras haber desempeñado el cargo de AJEMA, él mismo se postuló ante el nuevo ministro socialista como Secretario General de Política de Defensa (SEGENPOL), exigiendo que se le otorgara el rango administrativo de Secretario de Estado para poder prevalecer protocolariamente sobre cualquier otro representante del estamento militar, excluyendo al JEMAD y naturalmente a Su Majestad el Rey Juan Carlos. Todo ello utilizando unas formas de notificación realmente inadecuadas en el entorno militar, que siempre acepta con disciplina y naturalidad los relevos que procedan.

Quizás, esa falta de estilo en la instrumentación de aquellos cambios, que en el caso del JEME fue conocido por teléfono y a través de su propio sucesor, que hasta ese momento era su segundo en el mando, más que el propio fondo de los mismos, llevó al general Alejandre a no asistir a la jura de los nuevos cargos presidida por Bono. Su despedida se produjo en el Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército, denunciando deslealtades, venganzas, celos y mentiras en presencia de los compañeros recién designados y cuatro de sus predecesores en el cargo. Visiblemente emocionado, afirmó: “De los salvadoreños aprendí a detectar los terremotos en segundos antes de desencadenarse. Era una especie de radar avanzado que sentía bajo mis pies. No voy a negar que he vuelto a sentir estos días el temblor incierto de ciertas deslealtades, de las venganzas, de los celos, de las mentiras interesadas, de las manipulaciones informativas”.

En su intervención, manifestó también que no quería ser propietario de sus silencios más que esclavo de sus palabras. “No hay tal esclavitud, cuando las palabras son razonables y responden a la verdad; hay gobierno de la responsabilidad propia y compromiso con las personales convicciones éticas y morales”, concluyó.

Aquellos reprobables comportamientos advertidos por Alejandre, tuvieron continuidad pública en las declaraciones judiciales realizadas en el caso del “Yak-42”, en las que todo un ex JEMAD, Félix Sanz, beneficiario directo de su defenestración, tuvo que ser puesto en evidencia por él mismo al falsear la realidad de los hechos. Éste, en su calidad de testigo en la vista del juicio oral seguido por la Audiencia Nacional para depurar responsabilidades por las falsas identificaciones de los cadáveres, manifestó que antes de la celebración del funeral Alejandre propuso que los cuerpos mal identificados no fueran entregados a sus familiares hasta que no hubieran sido reconocidos, imputándole, por tanto, la responsabilidad de conocer la situación ab initio.

El general Alejandre compareció acto seguido ante el mismo tribunal (31/03/2009), negando haber avisado al Ministerio de Defensa de que hubiera cadáveres sin identificar, en contra de lo manifestado por Félix Sanz, y declarando que la decisión de celebrar los funerales dos días después del accidente en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) dependió del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, y de la Casa Real. Su testimonio, fue avalado por el general de brigada Manuel Bretón, director del Gabinete Técnico del ministro Trillo-Figueroa.

De hecho, el 13 de junio de 2004, pocos días antes de ser cesado como JEME, Alejandre dirigió una carta al general Manuel Bretón, que continuaba como director del Gabinete del ministro Bono, en la que directamente le espetaba: “Tú bien conoces que yo nunca supe que había veintitantos cadáveres del Yak-42 mal identificados. Imagino que tú sí lo sabías, porque Trillo lo mantuvo en su círculo íntimo, Lorenzo, Jiménez Ugarte, entiendo que tú. Dudo que Antonio Moreno y Gallarza lo supieran. ¿Torrente? ¿Por qué con lealtad no se lo dijiste a tu jefe de Estado Mayor? ¿Por qué no me lo advertiste ante posturas más valientes o duras? ¿Por qué estuviste a punto de cortar la carrera de Emilio [Pérez] Alamán, que defendía posturas parecidas a la de la actual Administración?”

El conocimiento directo de los errores de identificación por el Ministerio de Defensa prácticamente en tiempo real, también fue corroborado por el comandante jurídico-militar Alberto Ruiz de los Paños. Éste manifestó en el juicio que incluso a los dos días del accidente, y en la misma fecha del funeral de Estado, él reconfirmó personalmente a la Asesoría Jurídica del Ministerio de Defensa que 30 de los 62 cuerpos habían sido trasladados sin estar debidamente identificados...

Con anterioridad a toda aquella polémica, Luis Alejandre ya había dejado constancia de su opinión sobre el estilo personal de los dos ministros que le designaron y cesaron como JEME, Federico Trillo-Figueroa y José Bono respectivamente. En una carta personal y manuscrita dirigida el 16 de octubre de 2005 a la periodista Mariela Rubio, autora del libro “Yak-42: A sus órdenes ministro” (Ediciones Foca, 2006), en el que finalmente ésta la reprodujo, escribía: “Las personas pasamos y quedan las instituciones y a mí me interesa, sobre todo, preservar a la Institución Ejército. Por supuesto el momento es muy delicado y en lo que concierne a nosotros, grave. No resistiremos un tercer ministro ambicioso, trepa, ególatra”

El general Alejandre, aficionado a la música y a la lectura, ha publicado diversos artículos y ensayos, junto con dos libros de contenido histórico-militar: “La guerra de la Cochinchina” (Edhasa, 2006) y “La aventura mexicana del General Prim” (Edhasa, 2009).

Entre las numerosas condecoraciones nacionales y extranjeras con las que ha sido distinguido, destacan las Grandes Cruces del Mérito Militar y Naval con distintivo blanco, seis Cruces de la Orden del Mérito Militar, la Medalla al Mérito en plata de la Guardia Civil, la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la Medalla de Pacificador del Brasil, la Medalla Camilo Ortega Saavedra de Nicaragua, la Barra Insignia de Honor al Mérito de la República de Venezuela, dos Medallas de Naciones Unidas… También le han sido concedidos el Premio de la Real Fundación de Toledo 1996, por su contribución a la salvaguarda y revitalización del patrimonio histórico y cultural de la ciudad imperial, y el Premio Ramón Llull 2005, distinción del Govern de les Illes Balears en reconocimiento de sus méritos personales.

Tras cesar como JEME, Luis Alejandre pasó a la situación de reserva con destino en la Asamblea de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, compaginándola con la presidencia de la Fundación Hospital de la Isla del Rey, que vela por la recuperación de los valores históricos de Menorca.

En las elecciones al Consell Insular de Menorca del 22 de mayo de 2011, el general Alejandre obtuvo escaño como candidato independiente incorporado en las listas del PP, que obtuvo mayoría absoluta. A continuación fue nombrado consejero de Movilidad, Transporte y Proyectos.

 

FJM (Actualizado 12/02/2012)

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